De acuerdo a la leyenda, el mundo Cristiano celebra el 25 de Diciembre ese momento tan
especial en que lo divino y lo terreno conectan en un eterno instante. Es el momento del
nacimiento inmaculado de Jesús. Nos relata de un nacimiento humilde en un remoto villorio en
la periferia de un Imperio pagano. Nos cuenta que los Reyes Magos en su diversidad étnica se
guían por una estrella y atesoran y entregan unos regalitos especiales algunos días más tarde,
ya para el 6 de Enero. La historia de Jesús el Nazareno parte lentamente al principio y luego
viaja, a veces oscurecida o alumbrada, llegando a todas las latitudes; a veces reposando en la
humilde silla tallada ubicada ahora en la Catedral de Ginebra y desde allí Calvino, sentadito,
predica que la riqueza tiene la venia de Dios. A veces irrumpe golpeando la puerta del templo
bajo el martillo del rebelde Lutero y se dice que a veces se detiene y deslumbra en el magnifico trono
debajo de los suaves frescos de Michelangelo. Otras veces nace nuevamente en las conmociones a la
vista de poderosas cámaras de TV. También se cuenta que fluye y se perfecciona a sí misma
en la unión de humildes y empobrecidos pobladores y misioneros que luchan diariamente, codo a
codo, en pos de la Justicia y los Derechos Humanos, tan despojados de ellos a las manos de los ricos y
poderosos.
El relojito de arena Cristiano suelta su primer granito y lanza el conteo registrable de su tiempo
hace un poco más de 2.000 años.
La mayor proporción del mundo Judío, finalmente de vuelta en el refugio de sus terrenos
históricos, reconoce el nacimiento de uno de su tribu. Un ‘’maestro’’ erudito, rebelde, amante
de la paz y del cual solamente existe una huella histórica contigua en aquella breve mención
que hace Flavius Josephus, aquel ancestral ‘’blogero’’. Historiadores y antropólogos algún
día decidirán si Jesús en realidad compartió su menguada ración de pescados y panes o si
Él simplemente incorpora la continuación de todos esos maravillosos cuentos de nacimientos
inmaculados que suceden alrededor del 25 de Diciembre ya desde tiempos inmemoriales en
diversas culturas.
El relojito de arena de los Judíos suelta su primer granito hace mas de 5.700 años.
El mundo Musulmán repleto de su glorioso, afectuoso y a veces estricto mosaico reconoce
el nacimiento de uno de sus ancestrales profetas. Un profeta histórico nacido en sus tierras
adoptivas cientos de años antes de su más magnífico Profeta Mohama. De acuerdo a la
continua y voluble narración es un ángel llamado Gabriel, quien susurra palabras sentidas al oído
del Gran Profeta. La supervivencia de la historia de Jesús en el cercano Oriente y por ende en
el resto del planeta queda asegurada y es rápidamente integrada como parte de su propio relato,
especialmente en las callejuelas del anitguo y tolerante Toledo.
El relojito de arena Musulmán suelta su primer granito hace más de 1.400 años.
Y siendo tan parte de este cuento navideño, me siento obligado a mencionar esta maravillosa
anécdota que escuché de labios de mi querido y extrañado colega y amigo, Rajeshwar Singh.
Cuenta de las celebraciones religiosas de humildes campesinos en las regiones montañosas
de Cashemira. Tal como me lo contó Rajeshwar en su manera tan típicamente amena, este
relato sucedió hace varios años, cuando el era un burócrata estatal muy nuevito. Fue enviado en
misión oficial a llevar a cabo una tarea muy ingrata. Era su misión explicar, inscribir y convencer
a Hindúes rurales de la región de Cashemira con respecto a los beneficios del pago de tributos
a la naciente India independiente. Llegó a su remoto destino hacia finales de Diciembre lleno de
aprehensiones por su seguridad, pero en cambio se encontró con una gran fiesta. Los campesinos
lugareños se juntaban nuevamente alrededor del lugar de reposo de uno de sus hijos adoptivos.
De acuerdo a la leyenda local, Jesús había nacido en tierras tan lejana, había decidido
gozar de su vida adulta y sus últimos días junto a su esposa y familia en la región de Cashemira.
Los asistentes estaban muy orgullosos que un Santo tan maravilloso adoptó Cashemira para
pasar la eternidad.
El relojito de arena Hindú soltó su primer granito hace ya tanto tiempo que ni siquiera mi viejo
Rajeshwar podía aseverar cuando fue.
Suavemente ensoñando y gozando de todos estos cuentos repletos de diversidad y tolerancia,
no pude contenerme en sumarme a todos mis amigos Cristianos, Judíos, Musulmanes e Hindúes
y celebrar el cuento navideño. Un cuento lleno de paz, tolerancia, milagros y alegria.
Feliz Navidad a tí, mi querido Rajeshwar, donde estés en ese otro espacio y tiempo, ya que
probablemente sigues relatando este cuento de re-encarnación inmaculada.