Por Houria Bouteldja, portavoz del PIR. English version here.
Debo empezar confesándoles algo: no sé qué puede significar “Descolonizar Europa”. O más bien, temo saberlo. Me temo que significa cambiar el modelo de civilización. Es un proyecto que está por inventar. Un trabajo gigantesco. Todo está por construir.
Este proyecto es ante todo un proyecto político. Ahora bien:
Existen muy pocos movimientos descoloniales en Europa. Las poblaciones originarias del imperio colonial, que viven múltiples discriminaciones en Europa y que por lo tanto son las mejores cualificadas para llevar a cabo este proyecto, no tienen una organización fuerte y autónoma.
El campo político europeo se estructura a partir de la división de clases. Esto significa que nuestros y nuestras aliadas todavía no existen. Hay minorías políticas que son sensibles a nuestro discurso político, pero son marginales.
Primera cuestión: ¿Qué significa ser descolonial?
A. Ante todo, descolonial es el o la que vence la fascinación por el hombre blanco, por la civilización occidental.Les doy algunos ejemplos:
Mohamed Ali. Recuerden su comentario cuando los periodistas norteamericanos le preguntaron por qué se negaba a participar en la guerra de Vietnam. Él respondió: “Ningun-a vietnamita me ha tratado nunca de sucio negro“. Recuerden también cuando en un programa de televisión, el presentador le preguntó si, siendo tan grande su popularidad, aceptaría ser el presidente de los Estados Unidos. Él dio esta respuesta notable (cito de memoria): “El día en que el sistema de los EE.UU. dé la presidencia a un-a Negro o Negra, esto querrá decir solamente que el barco se va a pique. Será como ser el capitán del Titanic.” Es exactamente lo que ha sucedido con Obama 40 años después. El gran Mohamed Ali es descolonial.
La carcajada del presidente Gamal Abdennasser el 26 de julio del 1956 cuando nacionalizó el Canal de Suez. Risa de revancha, risa de triunfo, risa de desafío. Todo lo contrario de la risa arrogante y sarcástica del verdugo. Una explosión de vida. El júbilo del-a oprimida. La embriaguez de la audacia . La risa inolvidable de Nasser es descolonial.
Zhou Enlai, primer ministro chino a principios de los años 70. Cuando un-a periodista francés-a le preguntó “¿Qué piensa usted de la Revolución Francesa?“. Su respuesta, admirable: “Es demasiado pronto para decirlo.” Esta réplica, tajante e implacable, es descolonial.
Mi madre. El otro día, yo estaba leyendo artículos en internet. Ella me miraba. Y yo le dije: “Es una lástima que no sepas leer en francés, podrías leer como yo.” Ella me respondió con cierta tristeza: “No, lo que lamento es no leer en árabe. Porque así podría leer el Corán. “Mi madre (y me siento muy orgullosa) es descolonial.
Ser descolonial es, en primer lugar, un estado de ánimo de emancipación. Es a la vez ruptura y liberación. Un potencial que se encierra en alguna parte en nuestro interior, que se esconde en las profundidades de nuestro ser y al que sólo nosotras y nosotros podemos liberar.
B. Hay que rechazar el sistema de la integración:
A nivel ideológico. Hay que resistir a la ideología del universalismo blanco, de los derechos humanos y de la Ilustración, del progreso y de visión lineal de la historia.
A nivel político. No hay que aceptar como elemento central la división de clases, es decir, hay que tener el valor de posicionarse con respecto a la fractura de raza y llevar a cabo en paralelo y/o en articulación con la lucha de clases, la lucha de razas sociales. En otras palabras, se trata de desarrollar un pensamiento crítico del marxismo. A partir de ahora, habrá que analizar las relaciones de dominación a nivel mundial a partir de los y las pensadoras del Sur, a partir de otros conocimientos y experiencias políticas bajo dominación imperialista.
En cuanto a la posición ambivalente de las poblaciones post-coloniales que viven en Europa. Habrá que tener en cuenta el hecho de que “los y las del Sur” que viven en el Norte también son cómplices del sistema de explotación del Norte sobre el Sur y que ellas y ellos también sacan provecho de esta explotación. Por supuesto, mucho menos que la burguesía y, en efecto, mucho menos que las clases populares blancas, pero, a pesar de todo, ellos sacan provecho. Por lo tanto, deberemos preguntarnos acerca de nosotras mismas, sobre nuestra participación y nuestras propias responsabilidades. ¡Atención! La toma de conciencia de este privilegio no debe convertirnos al humanismo abstracto tal como “Cantantes sin Fronteras”, “USA for Africa”, o los “Restos du Coeur”. A lo que yo llamo el humanismo blanco. Esto es lo más vicioso que ha creado el imperialismo en términos de buena conciencia. La lucha debe ser política y radical: la justicia y el pleno control de los recursos, sí, el pleno control de nuestros destinos políticos, sí, ¡pero primeramente para los pueblos colonizados!
Segunda cuestión : ¿Cómo ser descolonial, cómo descolonizar Europa?
Sólo hay una manera de ser descolonial: esta es política.
Entender que hay que transformar las relaciones de dominación para la lucha política. Tener como horizonte lograr una mayoría descolonial para romper la supremacía blanca.
Convencer a las poblaciones que forman el Sur en el interior del Norte de que deben unirse en torno a un proyecto descolonial. Y no será fácil. Angela Davis, dijo (cito de memoria): “Si pudiera convencer a mi pueblo de que sigue siendo esclavo, los y las negras ya estarían libres desde hace mucho tiempo.”
Convencer a los blancos descoloniales o a las que están más cerca nuestro para que se organicen entre ellas para llevar a cabo la lucha descolonial en el interior mismo de los ámbitos en los que se mueven: sindicatos, asociaciones, partidos políticos… Convencerles de que ésta es la condición de la alianza: el respeto de los espacios indígenas autónomos y el abandono de la lucha exclusiva contra la extrema derecha. En otras palabras, convencerles para que prioritariamente luchen por la descolonización de la izquierda. La misma conclusión: no será tarea fácil. Porque las y los blancos tienen interés en continuar siendo blancos y en luchar para mantener sus privilegios. Tienen interés en ello, como la burguesía tiene interés en sus privilegios de clase, como los hombres tienen interés en sus privilegios de género.
La pregunta que debemos hacernos y que nos incumbe a las personas descoloniales, es: ¿qué ganarían los y las blancas a cambio de la supremacía blanca? ¿Qué puede compensar la pérdida del privilegio blanco? Esta es una pregunta que propongo debatir, porque no tengo respuesta. Es una cuestión que nos incumbe a nosotras y nosotros, indígenas, porque en este momento de grave crisis económica que también es una crisis estructural del sistema, la lucha por la preservación de la supremacía blanca se expresa en el aumento preocupante de las derechas nacionalistas y populistas. ¿Qué hacer?
Traducido del francés por D. M. Ruiz Garcia