El ex candidato presidencial del Partido Humanista habla de la nueva disputa que existe entre Chile y Bolivia por el uso de las aguas del Río Silala y reflexiona sobre la necesidad del diálogo y de profundizar los vínculos entre países hermanos para mejorar la relación.
Un nuevo conflicto surgió entre el Gobierno de Chile y el de Bolivia, siendo el agua, nuevamente el origen de esta disputa. Hoy no es el mar, sino un río, el “Silala”, que se encuentra ubicado en el país altiplánico, considerado hace años por tratados bilaterales como un afluente internacional, del cual Chile puede y hace uso.
A partir de esto es que Bolivia anunció que demandará a nuestro país. Así lo declaró el propio Presidente: “Hemos decidido que vamos a acudir a La Haya para que Chile respete nuestra agua en el Silala… tiene que reconocer que nos está robando agua del departamento de Potosí”, dijo Evo Morales durante una actividad en Cochabamba.
Frente a este enfrentamiento el líder humanista y ex candidato presidencial, Tomás Hirsch manifiesta su visión, siendo una persona cercana al país vecino: “Encuentro lamentable que las relaciones entre Chile y Bolivia estén permanente sujetas a demandas, contrademandas, declaraciones y descalificaciones mutuas. Le hace muy mal a ambos países, sobre todo a ambos pueblos. No es más que un reflejo de una relación que no se ha podido construir adecuadamente.“
Está definido, que si Bolivia demanda a Chile, el gobierno de la presidenta Michelle Bachelet, encausado a través de su canciller Heraldo Muñoz, desarrollará una contrademanda en el Tribunal Internacional, apuntando a que el país altiplánico no habría agotado todas las instancias antes de llegar a La Haya y que el uso compartido de este río es parte de un tratado que rige de 1904, buscando que se ratifique el carácter internacional de estas aguas por la misma corte.
En relación a estas acciones judiciales, el vicepresidente del Partido Humanista manifiesta: “Creo que no hay que hacer ni lo uno ni lo otro, sino que hay que sentarse a dialogar, escuchar y buscar vínculos más profundos en otros campos como el educacional, cultural, de la salud, de las ciencias, de la agricultura. En fin, creo que tenemos muchos espacios y oportunidades para fortalecer nuestras relaciones más que pasarnos la vida en demandas y contrademandas.“
Y concluye: “Espero que el futuro para estos países sea de acercamiento, de vínculo, de pueblos que se sientan cercanos. Ninguna de estas vicisitudes legales y de tribunales internacionales deben separar a dos pueblos que en definitiva son hermanos latinoamericanos. Y hay que distinguir que esa distancia la establecen muchas veces los gobiernos o las instituciones. Si hacemos prevaler el vínculo entre los pueblos, nuestro futuro es un futuro común, somos vecinos y vamos a seguir siendo vecinos por siempre, por lo tanto más vale hacer todos los esfuerzos necesarios para construir una buena vecindad“.