Los argentinos nos dimos un presidente prepotente. Un tipo que sabe muy poco de todo y que tiene la desvergüenza necesaria para poner la cara por las decisiones que toman los CEOs y mandamases. El presidente ideal para las corporaciones, alguien que se fastidia si tiene que explicar las razones por las que se toma tal o cual medida o que se agota si se le exige que argumente sobre los derechos cercenados o las represiones que cuenta en su haber.
Sus asesores son muy hábiles y le evitan disgustos, dejándolo siempre frente a pseudo periodistas previamente adoctrinados y más predispuestos al elogio que a la crítica.
En uno de estos paseos comunicacionales, el señor Mauricio Macri aplicó la amenaza y la extorsión a su soberano. Si ya todas las acciones llevadas adelante que generaron malestar en las clases más populares (sí, porque si pagás impuestos a las ganancias sos un pobretón venido a más y no un oligarca, aunque te puedas comportar como si…), las justificaron con la pesada herencia, ahora le tocará el turno a “si no pudimos salvar a la patria endeudándonos hasta el tuétano, ahora bánquense los palos”.
Porque este muchacho nos dice sin que le tiemble el bigote que si no les pagamos a los fondos buitres un 1400 % más de lo que invirtieron, los bancos del mundo nos van a seguir negando la posibilidad de hipotecar el futuro de nuestros bisnietos.
Primero fueron los productores agrícolas los que le dijeron al gobierno que si no les quitaban todos los impuestos, ellos iban a exigir que les devuelvan la plata que pusieron para la campaña con unos intereses similares a los que manejan los buitres. Después las mineras dijeron “hey boy, nosotros poner mucha tarasca para sacar a la viudita, tú eliminar retenciones”.
El gobierno, ni corto, ni perezoso, eximió de impuestos a las explotaciones de minerales. Pero no solo eso, sino que les dio el visto bueno para que cierren las empresas donde procesaban esas materias primas antes de exportarlas. ¿Cuántos miles de despidos significan estos cierres? ¿20 mil, 50 mil, 100 mil? El Ministerio de Trabajo no va a informarnos de estos atropellos, no nos preocupemos.
También los supermercados dijeron que querían poner un par de ministros y que si la devaluación era fuerte, ellos podían justificar aumentos sustanciosos. Y las distribuidoras de servicios saludaron el cambio de gobierno con varios vítores porque sabían que ahora el Estado ya no les exigiría obras de infraestructura ni que no puedan enviar a sus casas matrices los dólares obtenidos. ¿600 % de aumento está bien o quieren un poquito más? Un poquito más, pero en un par de veces porque si no la gente se va a enojar.
Y el resto de sectores del mercado también supieron colocar a sus ejecutivos más encarnizados en el nuevo gobierno, para poder garantizarse que la presión “llegue a donde tenga que llegar”, para algo pusieron tanta plata tanto tiempo sosteniendo el oposicionismo a Cristina Fernández. Con lo que les costó construir un candidato, lograr que Macri pueda hilar dos frases seguidas, que los jueces resistieran los embates democratizadores del kirchnerismo y tener alguien que pudiera fragmentar el voto peronista lo suficiente como para que el antihumanismo más recalcitrante obtenga el poder estatal más grande de la historia argentina.