Las manos de Idalia Ramón cuidan las almendras de cacao producidas en el pueblo de Caluco, en el occidente de El Salvador. Las mujeres protagonizan la transformación del cacao en chocolate, en un proceso ecológico que adquiere empuje en este país centroamericano gracias al proyecto nacional Alianza Cacao, destinado a rescatar su olvidado cultivo y mejorar el futuro de 10.000 familias campesinas.
Las mujeres representan en promedio 40 por ciento de la fuerza laboral en la agricultura en los países en desarrollo y, sin embargo, carecen de acceso suficiente a los recursos y los servicios fundamentales para ser tan productivas como sus pares varones.
De hecho, las mujeres y las niñas de zonas rurales de todo el mundo tienen en común una significativa discriminación en relación con los hombres y los niños y tienen más probabilidades de tener empleos de mala calidad y beneficiarse menos de la cadena de valor agrícola.
Los jóvenes representen la asombrosa cantidad de 1.800 millones de personas de los alrededor de 7.000 millones de habitantes de la Tierra, y la vasta mayoría viven en zonas rurales en los países en desarrollo. Además, deben hacer frente a enormes desafíos para acceder al conocimiento y obtener capacidades, tecnología y tierras, mercados y servicios empresariales.
Para hacer frente a las causas de raíz de la pobreza y el hambre es necesario atender las condiciones del empleo y generar oportunidades para los jóvenes, y en particular para las jóvenes de zonas rurales.
Lo que aprendimos y ahora está bien documentado es que cuando se empodera a mujeres y niñas para que puedan ganar más y tener igual acceso a los recursos y las oportunidades, pueden invertir más en salud y en nutrición para sus familias, que repercuten en la salud general de las comunidades rurales, impulsando el crecimiento económico y el desarrollo de las áreas rurales.
El cambio climático, los riesgos ambientales, el crecimiento poblacional y las migraciones generan una mayor presión sobre los modos de sustento en las áreas rurales, donde la pobreza ya está generalizada y la resiliencia llevada al límite.
Por lo tanto, crear más y mejores oportunidades laborales para las mujeres y los jóvenes es fundamental para lograr la seguridad alimentaria e impulsar el progreso social y económico para todos y todas, sin dejar a nadie por el camino.
Ese es el motivo que convoca esta semana en Bruselas a representantes de los países de Asia, el Caribe y el Pacífico (ACP), el grupo que reúne a las excolonias europeas, y expertos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Junto con delegados de la Organización Internacional para la Francofonía y de la Unión Europea, entre otros actores que fomentan el desarrollo, los participantes discutirán soluciones para el Desarrollo Rural Integrado para Empoderar a las Mujeres y los Jóvenes mediante el Empleo y las Empresas.
La cooperación Sur-Sur, como medio efectivo para acelerar el progreso mediante la replicación de buenas prácticas, está en el centro de los debates.
Además, como complemento de la tan necesaria asistencia oficial para el desarrollo (AOD), que suministran los países más ricos, esa alternativa es un instrumento efectivo para lograr la Agenda hacia 2030 y sus ambiciosos 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible.
En un creciente número de países, la cooperación Sur-Sur ya demuestra su eficiencia en mejorar la seguridad alimentaria y nutricional y en aportar soluciones concretas y efectivas a los desafíos que supone el desempleo juvenil y el empoderamiento económico de las mujeres en zonas rurales.
Los últimos acontecimientos en lo que respecta a la cooperación Sur-Sur indican que países como Brasil, China, México, Indonesia y Marruecos, entre los más destacados proveedores de especialización sobre agricultura y alimentación en el Sur, ya comparten su experiencia, sus conocimientos y sus capacidades con otros países en desarrollo.
Países ricos como Corea del Sur, España, Gran Bretaña y Japón también ofrecen su apoyo, experiencia y recursos complementarios a programas de la cooperación Sur-Sur, en un mecanismo que se conoce como “cooperación triangular”.
En Nigeria, Sierra Leona y Uganda, entre muchos otros países en desarrollo, los programas de cooperación Sur-Sur con apoyo de China y facilitados por la FAO, generan cambios.
La presencia de expertos y la introducción de nuevas tecnologías de bajo costo, pero muy apropiadas en sectores como la acuicultura, la irrigación, la producción de cultivos y de animales de granja posibilitó que muchas campesinas y jóvenes pobres adquirieran capacidades y tecnologías necesarias para aumentar sus ingresos y lograr una vida decente a partir de la agricultura.
En la década pasada, Brasil logró sacar a millones de personas de la extrema pobreza mediante una combinación sensata de leyes, políticas, programas de protección social, iniciativas de alimentación escolar y apoyo dirigido a integrantes de grupos familiares.
El programa Hambre Cero fue aclamado en todo el país y es un modelo internacional en la lucha contra ese flagelo. En la actualidad, Brasil, junto con la FAO, comparte su experiencia con muchos países de América Latina, el Caribe, Asia y África para ayudar a los gobiernos a cumplir con su compromiso de construir un mundo sin hambre ni malnutrición para 2030.
Otro ejemplo del éxito de la cooperación Sur-Sur, con la facilitación de la Organización de las Naciones Unidas, procura acelerar el avance hacia el empoderamiento económico de las campesinas con conocimientos y buenas prácticas, todo compartido entre Etiopía, Guatemala, Kirguistán, Liberia, Nepal, Níger y Ruanda.
Los principales objetivos del programa son mejorar la seguridad alimentaria y nutricional, aumentar los ingresos para mantener actividades productivas y crear bienestar, además de generar políticas con perspectiva de género mediante reformas legislativas y políticas catalizadoras.
Los países ACP representan una comunidad única con un enorme potencial para compartir soluciones de desarrollo entre sus miembros, con el potencial de impulsar Fondos de Desarrollo Europeos para ese fin en lo que puede convertirse en una de las asociaciones triangulares más innovadoras para implementar la Agenda hacia 2030 con el espíritu de la Agenda para la Acción de Adís Abeba.
Todos los países y las organizaciones reunidas en el simposio de Bruselas están comprometidas a desarrollar una visión favorable para la cooperación Sur-Sur para los países ACP, así como explorar cómo movilizar a los beneficiarios y a sus socios para aprovechar el potencial de soluciones probadas para mujeres y jóvenes disponibles entre sus miembros.
La FAO es una facilitadora de larga data de la cooperación Sur-Sur, así como triangular, y está dispuesta a ayudar a convertir esa visión en acciones y resultados concretos para servir a los objetivos de desarrollo de la Unión Europea y a la comunidad ACP.
Traducido por Verónica Firme