El nuevo acuerdo climático, firmado y adoptado por cerca de 200 naciones –incluyendo Mozambique– en el Centro de Conferencias de Bourget el 12 de diciembre en París, fue ampliamente festejado en una celebración marcada por “aplausos, besos, abrazos y lágrimas”(1). Casi todos los grandes medios internacionales y algunas organizaciones transnacionales influyentes como Avaaz, replicaron las voces de los festejos “vendiendo” una parte incompleta de la historia a sus lectores y seguidores, por deshonestidad o incapacidad de ver más allá del discurso.
Los aplausos glorificaron una supuesta victoria histórica rumbo a una economía sin combustibles fósiles. La verdad, sin embargo, es que los resultados de la Conferencia de las Partes (COP) de París fueron severamente criticados por movimientos sociales por considerarlos una auténtica desilusión. ¿Deberán Mozambique y África celebrar este nuevo acuerdo?
En un artículo recientemente publicado en Pressenza, argumenté que el acuerdo de París traería soluciones a los cambios climáticos completamente orientados al mercado, contando con los mismos criminales ambientales que causaron la crisis climática como parte de su solución(2). Agrego que es una actitud farsante pretender resolver la catástrofe climática cambiando únicamente las fuentes de acumulación capitalista y no el sistema que perpetúa no sólo los cambios de clima sino también las desigualdades en el mundo.
Mozambique, como cualquier otro país africano (exceptuando talvez África del Sur), cometerá un error al celebrar triunfalmente el Nuevo Acuerdo Climático. No pretendo argumentar que la idea de avanzar hacia una era post-combustibles fósiles y post-extractivista es mala en sí. Es que, precisamente, no se ha hecho esa promesa. En realidad, como alertó el prominente ambientalista Nimmo Bassey, “energías renovables” se menciona sólo una vez en el preámbulo del acuerdo y en el contexto de los países en desarrollo. “¿De dónde sacan los analistas la idea de que el acuerdo declaró el fin de los combustibles fósiles?”, cuestionó.
El carácter engañoso respecto a supuestas (vanas) promesas y la tendencia colonial que está implícita en las falsas soluciones para tal “transición a la nueva era”, deben ser denunciadas.
Varios movimientos sociales y pensadores progresistas hicieron interesantes análisis y publicaron sus posiciones sobre el fracaso y la desilusión resultantes del acuerdo de París, aunque, justamente, sus voces no hayan tenido espacio en los grupos mediáticos comprometidos con la manutención del status quo económico-climático.
El hecho es que nada de lo que se festejó constituye, objetivamente, la verdad. La Vía Campesina Internacional reveló que “nada del contenido del acuerdo es vinculante para los estados” y que “las contribuciones nacionales llevan a un calentamiento global de más de 3ºC y las multinacionales son los principales beneficiarios”(3). O sea, a pesar de que el acuerdo exprese la intención de contener el aumento de la temperatura global en menos de 2ºC lo que los estados individualmente se comprometieron a contribuir, suma un aumento de la temperatura superior a 3ºC. Para África eso es vivir “el infierno” en la Tierra.
Nimmo Bassey argumenta que la COP 21 traicionó a los pobres, los vulnerables y todos aquellos que ya sufren los impactos de los cambios climáticos. “Desde su creación en 1992, la Convención (Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático) no pudo conciliar sus tres principales objetivos: reducir emisiones, hacerlo con equidad y no detener el crecimiento económico” (4). ¿Por qué se asume que el acuerdo de París va a conseguirlo? En una entrevista a Radio France International, RFI, defendí que “es necesario alterar el sistema porque por ahora las alternativas propuestas, como el caso del programa REDD, serían una falsa buena idea, perpetuando una lógica colonial e imperialista en las relaciones Norte-Sur”(5). En otra reflexión, alegué que la COP 21 “es la COP que va a determinar cómo África será colonizada de nuevo, a través de (y en nombre de la solución a los) cambios climáticos(6)”.
Para el caso de Mozambique, y considerando que el Acuerdo de París haya declarado el fin de la era de las energías fósiles, se comprueba entonces una grave contradicción. ¿Cómo es que, por un lado, el Ministro mozambicano de Tierra, Ambiente y Desarrollo Rural firma el acuerdo que se propone poner fin al uso de energías fósiles a partir de 2020 y por otro sus colegas del gobierno, incluyendo el presidente, viajan por todo el mundo divulgando eldorado que somos en términos de carbón mineral, gas natural y potencialidades agroindustriales, los mismos responsables por las emisiones que llevaron al mundo a la –ya sentida en la piel– catástrofe climática?
Pero el problema no es sólo ese. El punto central en cuestión es que no basta la sola transferencia hacia los combustibles renovables. Si el control de esos recursos continúa en manos de las mismas corporaciones (que controlan y detentan la mayoría de los recursos mundiales) continuaremos con el problema más colosal por detrás de las desigualdades sociales y económicas en el mundo: la injusticia económica. Seguiremos remando contra la marea. Un reciente informe de Oxfarm revela que el 1% de la población mundial continuará detentando más riqueza que el otro 99% en conjunto(7).
Una transición responsable y humanamente comprometida con la justicia social deberá presuponer la descentralización en la propiedad de los medios de producción y dar primacía al control popular y comunitario de las industrias y a pequeña escala. La dictadura de la larga escala –que pregona que para ser económicamente rentable todo tiene que ser grande– es errónea.
En muchos países africanos, a pesar de haber gastado muchos millones de dólares para “alcanzar el desarrollo” con la construcción de gigantescas infraestructuras consideradas de progreso en el mundo occidental (puentes, nuevos aeropuertos, estadios de fútbol, puertos de clase mundial, edificios gubernamentales, monoculturas agrícolas a escala industrial, etc.), ¡los datos de los informes de desarrollo humano siguen diciendo que somos pobres! ¿Qué estará fallando? Es que seguimos pensando que los caminos a seguir tienen que ser los mismos que tomaron los países “avanzados”, responsables de la crisis climática. ¡Es un error! No va a funcionar.
Tenemos una población mayoritariamente rural y campesina. ¿Sabían nuestros gobernantes que está científicamente comprobado que la agricultura campesina, cuando es apoyada con políticas públicas y los recursos necesarios puede alimentar al África, resolver la crisis alimentaria y, sorprendentemente, enfriar el planeta? Ahí está la verdadera solución a la crisis alimentaria y los cambios.
*Boaventura Monjane es periodista y activista social mozambicano. Está doctorado en Post colonialismos y Ciudadanía Global en el Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coimbra.
(1) http://pt.rfi.fr/mundo/20151212-cop21-adoptado-o-acordo-para-o-clima
(2) http://www.pressenza.com/pt-pt/2015/12/mocambique-e-o-desastre-do-novo-acordo-climatico-de-paris/
(3) http://viacampesina.org/es/index.php/acciones-y-eventos-mainmenu-26/cambios-climcos-y-agro-combustibles-mainmenu-79/2555-cop21-se-cierra-el-telon-de-la-mascarada
(4) http://energiasur.com/wp-content/uploads/2015/12/HontyAcuerdoParisOdeD21Claes2015.pdf
(5) http://pt.rfi.fr/mocambique/20151213-cop21-acordo-de-paris-motiva-leituras-diversas
(6) http://no-redd-africa.org/index.php/video/167-this-cop-will-determine-how-africa-will-be-colonized-again-through-climate-change-boaventura-monjane-on-the-paris-climate-talks
(7) http://www.cartacapital.com.br/economia/oxfam-em-2016-1-mais-ricos-terao-mais-dinheiro-que-resto-do-mundo-8807.html