Por Jesús Ortega López*

Para algunos círculos del ámbito académico, el humanismo es tema de análisis y estudios históricos o filosóficos, otros defienden la concepción de un humanismo teocéntrico-cristiano, algunos más rescatan en los textos juveniles de Marx, atisbos de un “humanismo libertario”; la auto-realización del humanismo existencialista aún cautiva a un esfera reducida y mucha gente ha seguido a Institutos con enseñanzas sicológicas y terapéuticas desde la segunda mitad del siglo XX, con aportes importantes como los de la Tercera Escuela de Psicoterapia de Viena cuyo fundador, Víctor Frankl, publicó el reconocido libro llamado “El hombre en busca de sentido”.

La palabra humanismo ha flotado en una enorme nube de definiciones, en lo cotidiano suele utilizarse para caracterizar a alguien como buena persona que se preocupa por la vida, el prójimo, el medio ambiente y la protección animal. A lo anterior hay que agregarle algunas otras cualidades para que el homo sapiens pueda considerarse un completo ser humano. En tiempos de frivolidad y superficialidad, el ser humanista parece una moda más que un atributo. Así, podemos ver por ejemplo, que concepciones tan diversas y opuestas en pensamiento y visión política, se autodenominan humanistas, sobre todo en tiempos electorales.

La Actitud Humanista

La actitud humanista fuera de todo planteamiento teórico, puede ser comprendida como una “sensibilidad”, como un emplazamiento frente al mundo humano en el que se reconoce la intención y la libertad en otros, y en el que se asumen compromisos de lucha no violenta contra la discriminación y la violencia1. Trasciende épocas y ha estado presente como respuesta ante los vaivenes del acontecer, mucho antes de que se acuñara esta palabra y aparecieran múltiples interpretaciones doctrinarias históricas particularmente las que surgieron durante el renacimiento en Europa. En este sentido, si buscamos las fuentes originales del humanismo diremos que son mucho más antiguas y nacieron con las civilizaciones del mundo antiguo.

El Humanismo Universalista Contemporáneo o Nuevo Humanismo no guarda relación ideológica con el humanismo histórico del siglo XV y XVI ni se encuentra culturalmente encolumnado en occidente, sin embargo reconoce los aportes del humanismo histórico las distintas culturas, pero además reivindica el valor y preocupación del ser humano y define no sólo una actitud, sino un comportamiento, una ética de la libertad que no pueden ser impuestas.

El Documento Humanista que fue publicado el 5 de abril de 1993, es un exhorto que emplaza en dirección futura y revolucionaria, afirmando: “Los humanistas comprenden globalmente el mundo en que viven y actúan en su medio inmediato, no desean un mundo uniforme sino múltiple, múltiple en las etnias, lenguas y costumbres, múltiple en las localidades, las regiones y las autonomías…», “los humanistas no quieren amos; no quieren dirigentes ni jefes, ni se sienten representantes ni jefes de nadie”. Es necesario que esta mirada, sea la imagen guía de un proyecto para un mundo futuro y una herramienta de transformación social en la actualidad, por otro lado, el humanismo universalista, rechaza la apropiación del concepto por parte de occidente, tal como lo menciona Salvatore Pulleda en Interpretazioni dell¨Umanesimo. Es esta visión universalista que reconoce los aportes de todas las culturas y destaca que esta semilla puede germinar en cada lugar y en cualquier momento histórico, esta visión es la que revela que los principios y valores que inspiran las políticas del gobierno actual, se sincronzan con el proceso de mundialización que es el resultado de la convergencia de diversidades entre los pueblos y que no debe confundirse con la llamada “globalización”, que se refiere únicamente a la uniformidad ejercida por el desplazamiento de los grandes capitales, derivado de la desregulación financiera.

Las raíces del humanismo mesoamericano

Para adentrarnos en la raíz del humanismo en América Precolombina es indispensable el aporte de Serguei Semenov en el Instituto de América Latina de Moscú en el marco de los seminarios «Diálogo entre las Culturas» llevados a cabo entre 1993 y 1994 por el Centro Mundial de Estudios Humanistas.

Estas nociones del humanismo, las constatamos en Mesoamérica y en América del Sur en el período precolombino.

En el primer caso se trata del mito de Quetzalcoatl, en el segundo de la leyenda de Viracocha, dos deidades que rechazaban los sacrificios humanos, comúnmente de prisioneros de guerra que pertenecían a otras tribus. Los sacrificios humanos eran comunes para Mesoamérica antes de la conquista por España.

Sin embargo, los mitos y las leyendas indígenas, las crónicas españolas y los monumentos prehispánicos demuestran que el culto de Quetzalcoatl que aparece en los años 1200-1100 antes de nuestra era, se vincula en la conciencia de los pueblos de esta región con la lucha contra los sacrificios humanos y con la afirmación de otras normas morales que condenan el asesinato, el robo y las guerras. Según una serie de leyendas, el gobernante tolteca de la ciudad de Tula, Topiltzin que adoptó el nombre de Quetzalcoatl y que vivía en el siglo X de nuestra era, tenía rasgos de héroe cultural. Según estas leyendas él enseñó a los habitantes de Tula la orfebrería, prohibió hacer inmolaciones humanas y de animales, y permitió sólo flores, pan y aromas como ofrendas a los dioses. Topiltzin condenaba los asesinatos, las guerras y los robos. Según la leyenda tenía aspecto de hombre blanco, pero no rubio sino moreno. Algunos cuentan que se fue al mar y otros que se encendió en una llama ascendiendo al cielo, dejando la esperanza de su regreso plasmada en la estrella matutina. A este héroe se le adjudica la afirmación del estilo de vida humanista en Mesoamérica, denominado “toltecayotl”, que asimilaron no sólo los toltecas sino los pueblos vecinos que heredaron la tradición tolteca. Este estilo de vida se basaba en principios de hermandad de todos los seres humanos, de perfeccionamiento, veneración del trabajo, honestidad, fidelidad a la palabra, estudio de los secretos de la naturaleza y visión optimista del mundo.

Las leyendas de los pueblos mayas del mismo período demuestran la actividad del gobernante o del sacerdote de la ciudad de Chichen-Itzá y fundador de la ciudad de Mayapán, de nombre Kukulkán, análogo maya de Quetzalcoatl.

Otro representante de la tendencia humanista en Mesoamérica fue el gobernante de la ciudad de Texcoco, el filósofo y poeta Netzahualcóyotl, que vivió entre 1402 y 1472. Este filósofo también rechazaba los sacrificios humanos, cantaba la amistad entre los seres humanos y ejerció profunda influencia en la cultura de los pueblos de México.

Por otro lado en la cultura Totonaca encontramos aún en estos tiempos manifestaciones y actitudes humanistas: “No con tambor de guerra sino con bandera de paz”: Don Juan Simbrón Méndez es reconocido como el líder moral y espiritual de los totonacas (Pueblo originario del Tajín Veracruz)

En América del Sur observamos un movimiento similar al comienzo del siglo XV. Este movimiento se vincula con los nombres del Inca Cuzi Yupanqui, que recibió el nombre de Pachacutéc, “reformador”, y de su hijo Tupac Yupanqui, y con la expansión del culto del dios Viracocha. Al igual que en Mesoamérica, Pachacútec como su padre Ripa Yupanqui, asumió el título de dios y se llamó Viracocha. Las normas morales por las cuales se regía oficialmente la sociedad de Tahuantinsuyo fueron vinculadas con su culto y con reformas de Pachacútec, que al igual que Topiltzin tenía rasgos de héroe cultural.

El humanismo durante la Conquista

En España y Portugal, después de la conquista de América, la posición humanista se combinó con el utopismo social. Encontró su expresión en la condena moral de la conquista y en general de las guerras injustas. A esto contribuyó la escuela de Derecho Internacional y del Derecho Constitucional, ligada a la Universidad de Salamanca. El humanismo español recibió ante todo de Erasmo de Rotterdam la forma del humanismo cristiano. El amigo de Erasmo, el destacado humanista español Juan Maldonado, hizo un tratado especial en el cual vinculaba a la sociedad indígena de América que no conocía, según su opinión, la propiedad privada, con las esperanzas de renovación del cristianismo en el espíritu de los primeros apóstoles. Los discípulos de Erasmo en Nueva España y en otras posesiones de ultramar, trataban de transformar a los indígenas en los cristianos ideales de los primeros siglos del cristianismo. Así el Juez Real, más tarde obispo de Michoacán, Vasco de Quiroga, en su mensaje al Consejo de las Indias, del 14 de julio de 1535, apreció la utopía de Tomás Moro como modelo de organización social que corresponde a las costumbres de los indígenas, modelo según él muy útil para gobernar el nuevo mundo. Creó villas indígenas cerca de la ciudad de México y también en Michoacán, partiendo de las ideas de los griegos antiguos del Siglo de Oro, de las cristianas de los primeros siglos del cristianismo y de las del humanismo del círculo de Erasmo.

El humanismo mexicano del siglo XX

En México, en el siglo XX también se observa atención especial de la filosofía hacia el problema del hombre. Aquí el acento se desplaza a la búsqueda de las particularidades del hombre mexicano y aún más ampliamente, del hombre latinoamericano. Fundador de esta búsqueda, pero ya no sobre el terreno racionalista sino sobre la base del intuitivismo, fue Antonio Caso. Su discípulo Samuel Ramos puso el comienzo a la elaboración de la filosofía del ser mexicano lo que encontró su reflejo ante todo en su obra “Perfil del hombre y de la cultura en México”, de 1934. Luego él presentó la problemática del nuevo humanismo, llamado a defender el carácter nacional, el ser de la cultura mexicana, en general latinoamericana, ante el peligro de la enajenación.

Otro filósofo mexicano, Leopoldo Zea, concentró sus esfuerzos en la investigación de la esencia latinoamericana que no necesite de garantías desde afuera y con este objetivo se dirigió a la construcción de la filosofía de la historia latinoamericana.

Latinoamérica y el humanismo

En América Latina, en el siglo XX, la Revolución Mexicana de 1910 constituye la primera revolución del siglo XX lo que sirve de inspiración para los cambios ocurridos en otras naciones latinoamericanas, el mundo avanza hacia los ideales de igualdad, justicia social y democracia.

La tendencia humanista se manifiesta de un modo muy enérgico en la cultura y el pensamiento, lo que se expresó por ejemplo en la obra de la genial poetisa chilena Gabriela Mistral, los escritores creadores del estilo del realismo mágico tales como Alejo Carpentier, Gabriel García Márquez, Augusto Roa Bastos, Miguel Ángel Asturias. Esta posición se expresa en los grabados y en la pintura muralista de México.

El 1 de enero de 1959 es una fecha medular para los movimientos revolucionarios latinoamericanos, con el triunfo de la Revolución cubana ya que implica un momento en el que un pueblo organizado logró deshacerse del control colonialista estadounidense, Fidel Castro el líder de la revolución cubana, hace suya la tesis de Juan Jacobo Rousseau en un discurso frente al pueblo cubano: “¿Un gobierno democrático, es un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo?”, recibiendo al unísono un largo siii. El silogismo de Rousseau ha sido utilizado hasta nuestros días por distintos líderes y políticos de Latinoamérica, aunque el gobierno del país norteamericano continúe hasta nuestros días su política de bloqueo y de desprestigio. Es menester mencionar que en 2021, ante la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, los únicos dos países que votaron en contra de finalizar el embargo estadounidense a Cuba fueron Israel y Estados Unidos de América.

En los años 60 del siglo XX surge una corriente de opinión en torno al pensamiento y la obra de Mario Rodríguez Cobos mejor conocido como Silo, dicha corriente se agrupa en torno al Movimiento Humanista, Humanismo Universalista o Nuevo Humanismo que sirvió de fuente de inspiración para la creación de organismos e instituciones sociales, culturales y políticas cuya propuesta gira en torno al ideal de humanizar la tierra hasta el día de hoy se ha extendido por más de 100 países alrededor del mundo y se han producido aportes en los distintos campos del quehacer humano que den respuesta a la crisis actual del mundo.

El humanismo mexicano de la Cuarta Transformación

Las frases: “Primero los pobres”, “No mentir, no robar, no traicionar”, “Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo” repitiendo el silogismo rousseauniano al igual que Fidel Castro pronunciara en un emblemático discurso (Cuba 1959)2, entre otras frases filosóficas: Nada humano me es ajeno, son reminiscencias que muestran una apertura para ocuparse y “darse” al prójimo. Por lo tanto el humanismo mexicano abreva de distintas fuentes. En lo tangible, una diferencia que coloca en un lugar aparte al Presidente Andrés Manuel López Obrador (electo durante el periodo 20182024), es que da un salto de escala y traslada esa sensibilidad al terreno de la práctica con políticas públicas (susceptibles de ser perfeccionadas y ampliadas) como son la reivindicación y justicia a las comunidades indígenas, transferencias financieras a grupos prioritarios, aumentos salariales por arriba de la inflación, obras de infraestructura, leyes de combate a la corrupción, etc. algunas de ellas vertidas en la Carta Magna. Él desea continuar una línea de tiempo destacando los valores de las civilizaciones prehispánicas como es el espíritu de colectividad y poniendo de relieve las acciones de los próceres nacionales como Miguel Hidalgo y Costilla con la declaración de la abolición de la esclavitud a principios del siglo XIX; las leyes de Reforma de Benito Juárez que separa a la Iglesia del Estado y promulga la ley de Libertad de Cultos y rechazo a la imposición religiosa; de Francisco I Madero con el “sufragio efectivo, no reelección” y la visión nacionalista del Gral. Lázaro Cárdenas con la Reforma Agraria y la nacionalización petrolera. De tal manera divide en 4 grandes transformaciones el proceso histórico de México:

La primera: La guerra de independencia (1810)

La segunda: El periodo del gobierno de Benito Juárez (1858 hasta 1872)

La tercera: la Revolución Mexicana (1910 -1938 hasta el gobierno de Lázaro Cárdenas con el reparto agrario y la expropiación Petrolera)

La cuarta transformación llega con el fin de la era neoliberal y la llegada de cambios sociales profundos con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (2018).

A esta secuencia, en el terreno regional e internacional, agregaríamos como un aporte humanista, los esfuerzos del Diplomático mexicano Alfonso García Robles que junto con un equipo multidisciplinario, coordinó los trabajos que concluyeron en el “Tratado para la proscripción de las armas nucleares en América Latina”, que se conoce mejor como Tratado de Tlatelolco, firmado el 14 de febrero de 1967.

Podemos declarar que ha llegado el momento de colocar en primer plano al humanismo sin que exista necesariamente un manual de comportamiento y estrategias a seguir, solo destacar como fundamental, que nada está por encima del ser humano y ningún ser humano está por encima de otro y que además de ocuparnos por los resultados y el triunfo electoral, debemos impulsar una Acción Válida y la No-Violencia Activa como metodología de transformación. Por otra parte, se debe tener en cuenta que también existe el anti-humanismo y se expresa principalmente a través de las Derechas, sean moderadas o radicales, y son utilizadas como instrumentos políticos de control y explotación. “En ellas la mala fe llega a niveles tan altos que, periódicamente se publicitan como representantes del humanismo”3 así lo describe categóricamente Mario Rodríguez Cobos, Silo, en Cartas a mis Amigos. Por tanto, es conveniente tener bajo la lupa a las oligarquías locales, los grupos empresariales nacionales y multinacionales, al poder financiero, algunas ONGs, a la burocracia dorada, al complejo militar industrial de las potencias y los medios de comunicación, como Organismos que a su vez utilizan las corrientes conservadoras con tendencias neofascistas que en el fondo, desprecian a las personas y por supuesto, también se desprecian a sí mismos.

Si la mayoría de los mexicanos decide continuar apoyando e impulsando el proyecto de Andrés Manuel López Obrador que él mismo ha nombrado “humanismo mexicano”, y no sin antes de transitar por una fuerte agitación electoral, dejando como sucesora a Claudia Sheinbaum Pardo, quien se constituye como la primera mujer electa como Presidenta de México cuyo lema: Es tiempo de mujeres, abre el camino a los liderazgos femeninos de la 4T, entonces se deberá cumplir necesariamente aquello de “ni un paso atrás”. Por el contrario, este humanismo tendrá que dar un paso adelante y ser adoptado por los nuevos funcionarios responsables de la conducción del país y por los Ciudadanos, como un proceso de transformación y no como algo temporal que se diluya con el término de un sexenio. Un humanismo que fortalezca los avances pero que vaya superando la etapa de los pincelazos declamativos, espontáneos, superficiales y de ingenuidad, un humanismo en el que el individuo se transforme en función de lo social. Sin rigideces organizativas, será conveniente, incluir la transformación de las propias estructuras cupulares del movimiento y partido. No es recomendable quedar atrapados en el humanitarismo sino que la gente al recibir ayuda, se comprometa con algún aporte que pueda llevar a otros en la medida de sus posibilidades y dependiendo del entorno en que viva o esté interactuando, en otras palabras, el humanitarismo es bueno para iniciar un proyecto y luego avanzar a otra etapa aplicando el principio de Reciprocidad. Pero los desafíos para alcanzar un mejor país y un mejor mundo son muchos y complejos, no será ya asunto interno de una sola nación, esta etapa de avances y retrocesos tendrá una forma de retroalimentación elíptica, sin un epicentro fijo, es decir, cuando un cambio sea positivo en un punto, se extenderá y replicará necesariamente en otros como Efecto Demostración y a la vez, con el veloz intercambio actual de información, se conocerán y se aplicarán experiencias externas en la misma dirección.

Solo el futuro mediato podrá ofrecer indicadores y certezas de que la llamada cuarta transformación vaya cumpliendo las exigencias históricas, si logra que aparezca en algún momento, un punto de inflexión en la curva de los acontecimientos que cambie el rumbo del país. Y siempre será la libertad de elección de los individuos, la que haga tomar el destino en las propias manos con o sin gobierno, con o sin partidos, esa libertad inclusive permite, no hacerlo.

Quisiera traer las palabras finales vertidas por el fundador del Movimiento Humanista Mario Rodríguez mejor conocido como Silo (1938-2010) en una Reunión Mundial de Humanistas en enero de 1998, que ya entonces sonaba como un preludio de la etapa que estamos encarando hoy en día:

“El movimiento es la expresión práctica del ideal de humanizar la tierra y es la aspiración de dirigirse hacia una Nación Humana Universal; es el germen de una nueva cultura que se hace planetaria y que tendrá que cambiar su rumbo, admitiendo y valorando las diversidades y dando a todo ser humano, por la dignidad que se merece, por el simple hecho de nacer, iguales derechos e idénticas oportunidades”.

“Amigos míos, aunque no logremos inmediatamente los resultados esperados, ésta semilla ya existe y espera la llegada de los tiempos venideros. Para todos y de corazón a corazón, el ferviente deseo del cambio social que se avecina y la esperanza del silencioso cambio que más allá de toda compulsión, más allá de toda impaciencia, más allá de toda aspiración violenta, más allá de toda culpa y de todo sentimiento de fracaso, ya anida en la íntima profundidad de muchos humanistas”. 

 

1Rodríguez Cobos Mario. Silo. Diccionario del Nuevo Humanismo p.2 https://www.libreriahumanista.com/Libros/PDF/Diccionario_del_Nuevo_Humanismo.pdf

2Martínez Corbalá Gonzálo. La historia que viví p.31 Ediciones la Jornada.op. cit.

3Rodríguez Cobos Mario. Silo. Cartas a mis amigos (6) El documento humanista. Consulta en https://www.elmayordelospoetas.net/1993/04/05/documento-del-movimiento-humanista/

 

*Economista Egresado de la Facultad de Economía de la UNAM es miembro del Movimiento Humanista en México desde 1984