Durante el primer mandato de Trump, una palabra caracterizó sus políticas migratorias, y no fue ‘eficiencia’—fue crueldad. Fue cruel arrancar a bebés de los brazos de sus madres y encerrar a niños en jaulas. Fue cruel prohibirle a una madre musulmana, casada con un ciudadano estadounidense, ver a su hijo ciudadano estadounidense moribundo, simplemente por ser musulmana. Fue cruel eliminar las protecciones temporales para los haitianos y enviarlos de regreso a un país que era, y sigue siendo, inhabitable. Pero si piensas que las políticas de Trump no te afectarán, piénsalo de nuevo. Serán aún peores.

Hablemos sobre la ciudadanía por nacimiento. Y si eres un orgulloso ciudadano naturalizado, no pares de leer aquí. Trágate tu orgullo y sigue leyendo, con el resto de nosotros, los mortales. Las noticias que tengo no son buenas para ti tampoco.

La primera vez que le mencioné a una amiga que Trump quería abolir la ciudadanía por nacimiento, ella dijo: “Oh, pero eso es para los recién llegados”. Poco sabía ella sobre derecho constitucional—o el plan de Stephen Miller, el futuro Subsecretario de Gabinete de Política Pública. Sí, la 14ª Enmienda garantiza la ciudadanía por nacimiento. A pesar de haber sido adoptada en 1868, no fue sino hasta 1901 que, por primera vez, se le concedió la ciudadanía a un descendiente chino, Wong Kim Ark. ¿Por qué? Porque la 14ª Enmienda fue adoptada para otorgar la ciudadanía a los afroamericanos que, antes de la Guerra Civil, no eran considerados ciudadanos. La Décimo Cuarta Enmienda no fue diseñada inicialmente para incluir a todos. Su interpretación puede ir en dos direcciones: incluir a todos los nacidos en los EE. UU. o excluir a ciertos grupos de personas.

Según algunos, el caso de Wong Kim Ark es un precedente limitado que permite la ciudadanía sólo a aquellos nacidos de padres con residencia legal en los EE. UU. Después de todo, los padres de Wong Kim Ark eran residentes legales.

Y Trump no necesita una enmienda constitucional para socavar la ciudadanía por nacimiento. No. Sólo necesita un caso que llegue a la Corte Suprema. ¿Cómo conseguirían tal caso? Simple: dejando de emitir tarjetas de Seguro Social y pasaportes a los hijos nacidos de inmigrantes indocumentados. Según The New York Times, esta es la propuesta de Stephen Miller. O, parafraseando al nominado por Trump para Seguridad Nacional, Thomas Homan, Trump ya no necesita separar familias; simplemente puede deportar a ciudadanos nacidos en EE. UU. junto con sus padres. Por supuesto, una de estas familias demandaría, y nuestra sagrada Corte Suprema, ahora dominada por cinco jueces ultraconservadores, tomaría una decisión. El Presidente de la Corte, el magistrado Roberts, no tendría mucho peso, y las tres juezas liberales—que ni siquiera pudieron salvar el derecho al aborto—no podrían hacer mucho.

Y tú— enzombimbado por la pantalla del celular, eligiendo ropa para Navidad, enviándole corazoncitos a tu abuela—pensando que esto no tiene nada que ver contigo, diciendo: “Esto es para los recién llegados; yo tengo mis papeles”. Déjame decirte: no estás a salvo. Una vez que se rompa el principio constitucional, la ley podría aplicarse de forma retroactiva. Podría afectar el pasado, el presente y el futuro. Una vez que esté roto, no sabremos a qué casos se aplica. Así que será mejor que empieces a preguntarte si naciste cuando tus padres tenían papeles, o si diste a luz a tu orgulloso hijo universitario cuando tenías papeles. Tendrás que preguntar a un abogado si esto aplicaría a padres con estatus de asilo, visas de turista o visas de estudiante. Alístate: todo esto será un completo mierdero.

Pero podrías decir: “Soy naturalizado, ¿y qué?” Bueno, bienvenido. En este lugar no eres nada más que un indeseable. Durante su primer mandato, Trump creó la Unidad de Desnaturalización. Antes de Trump, la desnaturalización era rara y se usaba principalmente contra criminales de guerra. De 1990 a 2017, EE. UU. desnaturalizó a 300 personas. Entre 2018 a 2019, Trump desnaturalizó a más de 1,600. Y empeora: en 2019, la Unidad de Desnaturalización solicitó fondos para desnaturalizar a 700,000 personas. Sí, leíste bien: 700,000 personas. Entonces, ¿por qué no salió esto en las noticias? Llegó el COVID y la historia quedó en el olvido durante la administración de Biden.

¿Aún piensas que esto solo se aplica a los criminales? Has pagado tus impuestos toda tu vida y crees que solo aquellos con grandes delitos serían deportados. Vuelve a pensarlo. En el  2019, la profesora de derecho Amanda Frost advirtió que miles de ciudadanos naturalizados estaban en riesgo de perder su ciudadanía por tecnicismos menores—como un error en el formulario. Ser un ciudadano ejemplar podría no protegerte porque, para el trumpismo, eso no importa.

¿Todavía no te convenzo? Tu vida es tan perfecta que nada, absolutamente nada, podría salir mal. Hablas un inglés sin acento alguno, y estás seguro de que tu solicitud fue impecable. Prácticamente eres Melania Trump, una ciudadana naturalizada. Y, como Melania, podrías tener doble nacionalidad. Yo también—conservo mi nacionalidad colombiana, y ella tiene la suya de Eslovenia. Pero recuerda esto: la doble nacionalidad no está protegida bajo la ley de EE. UU. No hay ninguna ley o regulación que la garantice. Por el contrario, el Juramento de Lealtad, esas palabritas que murmuraste durante tu ceremonia de naturalización, declara explícitamente: “Por la presente, declaro bajo juramento que renuncio absoluta y completamente a toda lealtad y fidelidad a cualquier príncipe, potentado, estado o soberanía de los cuales haya sido súbdito o ciudadano”.

¿Alguna vez has usado tu pasaporte colombiano, mexicano o brasileño para ingresar a esos países? ¿Lo has usado para evitar las tarifas de visa que los ciudadanos estadounidenses deben pagar para entrar a Chile, Argentina o El Salvador? Cada vez que usas ese pasaporte, demuestras lealtad a otra nación. Mi miedo es que Trump, o cualquier futura administración, podría requerir que las personas renuncien a sus otras nacionalidades para mantener la ciudadanía estadounidense, como ha sucedido en años recientes en otros países.

Pero sé que, como Melania, podrías tener el dinero para pagar abogados y renunciar a tu nacionalidad extranjera—o, en el peor de los casos, podrías renunciar a tu ciudadanía estadounidense por completo. No la necesitas, ¿verdad? Solo necesitas papeles para trabajar. Pero adivina qué: no podrás votar. Y eso es lo que quieren: silenciar tu voz. Un ciudadano desnaturalizado, un voto menos, una oportunidad menos para disentir.

Es hora de exigir a nuestros legisladores que protejan la ciudadanía—por nacimiento, por naturalización y la doble nacionalidad. Necesitamos ser solidarios entre nosotros. Necesitamos actuar.

Déjame decirte: Bájate de esa nube. No eres Melania Trump. Y si van tras los ciudadanos por nacimiento, puedes apostar que vendrán por nosotros, los ciudadanos naturalizados, también.

Todavía, un amigo a quien le expliqué todo esto dijo: “Prefiero que me deporten si eso significa que no entraremos en otra guerra más”. Qué tan buena gente, ¿verdad? Gente que cree en la supuesta paz de Trump, que no es paz en absoluto. Trump creó un enemigo dentro de nuestras fronteras. ¿No escuchas cómo él y sus aliados nos llaman “invasores”? Invasores. La guerra no es contra China o Rusia. No, la guerra es contra ti, contra mí, contra personas como tú y yo. No seas pendejo.