Por Andrew Korybko*-
Se espera que Francia y Estados Unidos apliquen una política de tres frentes para contrarrestar esto.
El jueves fue un día histórico para la geopolítica africana, ya que Chad anunció que expulsará a las tropas francesas, mientras que Senegal dijo que planea hacer lo mismo en un futuro cercano. Se trata de los últimos puestos militares de Francia en el Sahel después de ser expulsada de Burkina Faso, Mali y Níger, que ahora forman la Alianza Saheliana que también se está fusionando en una Confederación. La consecuencia inmediata es que es probable que aumente la influencia rusa, mientras que se espera que Francia convierta a Costa de Marfil en su principal base regional.
Estas tendencias se alinean con la de mayor alcance de África, que se está convirtiendo en un teatro de competencia en la Nueva Guerra Fría. Occidente quiere conservar su hegemonía unipolar en declive, mientras que Rusia y China lideran la ofensiva de los países no occidentales para acelerar los procesos multipolares allí. La primera se manifiesta a través de golpes de Estado, revoluciones de colores e insurgencias (conocidas colectivamente como guerra híbrida), mientras que la segunda toma la forma de Rusia ayudando a sus socios a contrarrestar estas amenazas, mientras que China proporciona ayuda económica sin condiciones.
El último avance confirma que el interior africano es el bastión de la multipolaridad del continente, mientras que la periferia costera sirve a la vez de punto de entrada y reducto para la unipolaridad, lo que refleja la dinámica en Eurasia. Esto, a su vez, da más credibilidad a la teoría del profesor Alexander Dugin sobre la rivalidad histórica entre las potencias terrestres y las potencias marítimas. En el contexto africano, las potencias terrestres de Eurasia están ayudando a sus socios del interior a liberarse de la influencia de las potencias marítimas de Eurasia.
Estas mismas potencias marítimas, en este caso Francia (que históricamente tiene una identidad dual de mar y tierra) y Estados Unidos, ahora se están retirando a Costa de Marfil, alineada con el mar, después de haber sido expulsadas del Sahel. Esto ejercerá más presión sobre Nigeria, que es una potencia terrestre africana que tiene una larga historia de estrechos vínculos con potencias marítimas occidentales como el Reino Unido y Estados Unidos. Lo anterior quedó en evidencia durante la debacle del verano de 2023 respaldada por Occidente, después de que presionara sin éxito a Níger para que reinstaurara a su líder derrocado y amenazara con invadirlo.
El fracaso en obtener dividendos tangibles de esta política innecesariamente agresiva condujo a un gran replanteamiento estratégico que culminó con la incorporación de Nigeria como socio oficial del BRICS después de la cumbre de octubre. Fue un paso positivo, pero todavía no se ha hecho nada para resolver la infame corrupción del país ni su aparentemente insoluble racha de conflictos étnicos, religiosos y regionales de larga data, ambos de los cuales pueden ser exacerbados externamente por Occidente para manipular su política exterior o castigarle si esta estrategia fracasa.
Una cosa es que Occidente pierda su posición geoestratégica en el Sahel, que incluye a algunos de los países más pobres del mundo (Senegal supera con creces al resto, pero sigue teniendo mucha pobreza), y otra muy distinta es que pierda Nigeria, que tiene enormes reservas de energía y es el país más poblado de África. El repliegue post-saheliano de Francia y Estados Unidos en Costa de Marfil sólo es útil en la medida en que proporciona una base desde la que desestabilizar la Alianza/Confederación Saheliana, pero es inútil frente a Nigeria.
En consecuencia, los observadores pueden esperar que Occidente (con Estados Unidos y Francia a la cabeza) aplique una política de tres frentes para contrarrestar los últimos logros multipolares: 1) más guerra híbrida contra la Alianza/Confederación Saheliana; 2) más acercamientos a Nigeria; y 3) guerra híbrida también contra ella si ésta fracasa. Costa de Marfil desempeñará un papel central en el primer aspecto; el segundo adoptará formas diplomáticas y económicas; mientras que el tercero puede manifestarse a través de apoyo encubierto (incluso militar) a los grupos armados existentes.
No se ha hecho ninguna sugerencia sobre el éxito de esta política prevista, sólo que parte o toda esta secuencia probablemente se desarrollará debido a la fricción entre los intereses occidentales/no occidentales y unipolares/multipolares en África, que se agravó con el último golpe militar de Francia en el Sahel. Puede que Estados Unidos y Estados Unidos todavía necesiten tiempo para elaborar un plan sobre cómo responder de la manera más eficaz a todo, pero nadie debe dudar de que harán algo, y sea lo que sea, estará destinado a recuperar su hegemonía perdida.
*Andrew Korybko, analista político estadounidense radicado en Moscú y especializado en la transición sistémica global hacia la multipolaridad.
Artículo publicado originalmente en el Blog del autor