La clave para tomar medidas efectivas en un mundo Trumpista es evitar perpetuar los objetivos del autócrata: miedo, aislamiento, agotamiento y desorientación.

Por Daniel Hunter

Es importante que afrontemos directamente la victoria de Trump y lo que podemos hacer al respecto.

Trump ya dio señales sobre el tipo de presidente que será: vengativo, sin posibilidad de control e inmune a las normas previas o leyes actuales. No voy a enumerar la letanía de cosas horribles que se ha comprometido a hacer, ya que eso ha quedado bien establecido con sus palabras, los planes del Proyecto 2025 y los excelentes análisis de personas expertas en autoritarismo.

Enfrentarnos a un futuro aún más desestabilizado no es fácil. Si eres como yo, ya sientes agotamiento; la perspectiva de aún más dramatismo es abrumadora. Pero el autoritarismo no desaparecerá, independientemente de los resultados electorales. Por ello, quiero plantear algunas reflexiones sobre cómo orientarnos para que podamos centrarnos mejor y afrontar lo que viene.

He tenido la suerte de haber dedicado un buen tiempo a escribir escenarios sobre lo que podría suceder, diseñar talleres para enfrentar una posible victoria de Trump y trabajar junto a colegas que viven bajo regímenes autocráticos, quienes continuamente me recuerdan que la buena psicología equivale al buen cambio social. El poder autoritario se deriva del miedo a la represión, el aislamiento y el agotamiento ante el caos total. Ya lo estamos sintiendo.

Por lo tanto, para ser de alguna utilidad en un mundo Trumpista, tenemos que prestar mucha atención a nuestros sentires para no perpetuar los objetivos del autócrata de miedo, aislamiento, agotamiento o desorientación constante.

1. Confía en ti
Comencé a escribir esta lista listando principios estratégicos (por ejemplo, analizar las debilidades de tus oponentes y aprender a manejar la violencia política), pero en realidad el mejor lugar para comenzar es con nosotres mismes.

Trump llega en un momento de gran desconfianza social. De manera general, la sociedad ha reducido su confianza en las instituciones tradicionales y vemos mucha más desconfianza hacia los medios de comunicación, profesionales de la salud, les expertes y la clase política. Pero se extiende más allá de eso, pues vemos mayor desconfianza hacia las instituciones comunitarias y coaliciones. Ya sea por el COVID o por la polarización política, hemos experimentado una reducción de la confianza en nuestros círculos de amistad y familiares. Incluso hemos perdido la confianza en la posibilidad de predecir el clima.

La desconfianza alimenta la llama de la autocracia porque fomenta la división. Podemos ver eso en la naturaleza casual de la retórica de Trump: decirle a la gente que desconfíe de les inmigrantes, demócratas, socialistas, la gente de Chicago, las mujeres manifestantes, la gente mexicana, la prensa y así sucesivamente.

Este es un mal social: Sabemos en quién confiar con base en lo que nos dicen sobre en quién desconfiar.

La construcción de la confianza comienza con nosotres mismes. Incluye confiar en nuestros propios ojos y en nuestro instinto así como protegernos de las formas en que podemos internalizar la confusión.

También significa ser confiable, no solo con la información sino con nuestras emociones, ya que así podrás reconocer lo que sabes y admitir las partes que corresponden a miedos inciertos que te agobian y tomar medidas para responder a lo que necesitas. Si estás cansade, descansa. Si tienes miedo, haz las paces con tus temores. Puedo referenciarte recursos para ello, como Buscando terreno firme, aunque lo valioso aquí es comenzar a confiar en tu propia voz interior. Si necesitas dejar de revisar tu teléfono compulsivamente, hazlo. Si prefieres no leer este artículo en este momento y salir a dar un paseo, hazlo.

Confía en todas estas cosas dentro de ti porque la autoconfianza es parte de los cimientos de un movimiento saludable.

2. Busca las personas en quienes confías

Prometo que pronto hablaré de estrategias prácticas de resistencia, pero el panorama emocional importa mucho. En “Los orígenes del totalitarismo”, Hannah Arendt explora cómo se fortalecen las ideologías destructivas como el fascismo y la autocracia. Ella nombra la palabra verlassenheit — a menudo traducida como “soledad” (referencia en español) — como un ingrediente central. Tal como ella lo entiende, la soledad no es un sentimiento sino una especie de aislamiento social de la mente. Tu pensamiento se cierra al mundo y surge una sensación de abandono en relación con les demás.

Ella nombra un colapso social que estamos experimentando actualmente. Bajo la presidencia de Trump, esta tendencia continuará acelerándose. Los constantes ataques a los sistemas sociales — docentes, la infraestructura y atención en salud — nos hacen dejar de apoyarnos mutuamente y en cambio nos acercan a respuestas ideológicamente simples que aumentan el aislamiento (por ejemplo, “desconfía del gobierno”, “Los MAGA están locos”, “a quien vota así no le importa el resto”).

En casos extremos, como el de Chile en los años setentas y ochentas, la dictadura intentó mantener a la gente en nodos de confianza tan pequeños que cada persona era una isla. En reuniones sociales y fiestas, la gente usualmente no se presentaba por su nombre por miedo a involucrarse demasiado. El miedo engendra distancia por lo que tenemos que romperla de manera consciente. En Chile se organizaron bajo la apariencia de grupos de afinidad. Como su nombre lo indica, eran grupos de personas que compartían algunas conexiones y confianza. Es fundamental encontrar unas pocas personas en quienes confíes para interactuar y contactar regularmente.

Tras la victoria de Trump: Identifica personas con quienes comunicarte regularmente y usa esa confianza para explorar colectivamente tus reflexiones, apoyarse mutuamente y mantener la mente aguda y centrarse.

Desde hace unos meses he invitado a mi casa un grupo para “explorar qué ocurre en estos tiempos”; tenemos diferencias de opinión pero dedicamos energía en confiar: mostramos nuestras emociones, lloramos, cantamos, reímos, nos sentamos en silencio y pensamos juntes.

Escribí una agenda que puedes usar para tener este tipo de reuniones justo después de una victoria de Trump.

Todes nos beneficiamos de tener nodos organizados activamente para que nos ayuden a estabilizarnos. En una sociedad desestabilizada, necesitas personas que te ayuden a aterrizarte y centrarte.

3. Dale espacio a tu duelo

Sin importar lo que intentemos hacer, habrá muchas pérdidas. Lo más humano para hacer es sentir el duelo que ello nos genera. (Bueno, aparentemente los seres humanos también somos muy buenos en compartimentar, racionalizar, intelectualizar e ignorar, pero el daño que esto le hace al cuerpo y la psique está bastante bien documentado.)

Si no eres una persona que expresa sus emociones, déjame decirlo de esta forma: La incapacidad de hacer el duelo es un error estratégico. Después de que Donald Trump ganó en 2016, vimos muches colegas que nunca hicieron duelo, no le dieron espacio a sus emociones ni al futuro y como resultado de ello, se mantuvieron en shock durante todo el período. Por años decían: “No puedo creer que Trump esté haciendo eso…”

Una alternativa posible: Comienza por nombrar las cosas y permite que las emociones afloren. La noche que Donald Trump ganó la primera vez, me quedé despierto hasta las 4 de la mañana hablando con mi colega; fue una noche llena de lágrimas en la que nos dedicamos a nombrar las cosas que acabábamos de perder. La lista iba desde lo político hasta lo profundamente personal:

“Trump se saldrá del Acuerdo de París y eso significa que gran parte del mundo ralentizará sus planes climáticos”.

“Ugh, voy a soñarme con este man… Vamos a dormir menos y nos vamos a despertar con titulares absurdos todas las mañanas”.

“Trump atacará constantemente a les inmigrantes: el muro puede o no construirse, pero definitivamente elevará el umbral del racismo. ¡No creo poder soportarlo!”.

“La gente cercana que conozco que se registró para DACA nunca volverá a confiar en el gobierno”. (Nota de la traductora: DACA es la ley que permite obtener estatus a personas migrantes indocumentadas que llegaron a EE.UU. cuando eran menores de edad)

Y así sucesivamente. No era solamente una lista, sino que hacerla nos ayudó a identificar el impacto que nos causaba la tristeza, la ira, la parálisis, el shock, la confusión y el miedo. Alternábamos entre gritos de rabia y lágrimas. Nos lamentamos. Lloramos. Nos sostuvimos. Respiramos. Volvíamos a nombrar todas las cosas que sabíamos que habíamos perdido y las cosas que pensábamos que probablemente perderíamos.

No era ni de cerca una sesión de diseño de estrategia o planeación, sino parte de aceptar que perder la presidencia a un hombre tan horrible significaba que nosotres y nuestras comunidades perderíamos mucho. Al final, esto nos ayudó a creerlo, para así no pasar años en estado de shock: “No puedo creer que esto esté sucediendo en este país”.

Créelo y créelo desde ya. El duelo es un camino hacia la aceptación.

4. Libera lo que no puedes cambiar

Durante mi niñez, mi madre tenía una copia de la Oración de la Serenidad: “Dios, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el coraje para cambiar las que sí puedo cambiar y la sabiduría para reconocer la diferencia”. Cabe destacar que esta oración proviene del teólogo Reinhold Niebuhr al observar el ascenso de los Nazis en Alemania.

El primer día de Trump probablemente incluya el indulto a los insurrectos del 6 de enero, la reasignación de dinero para construir el muro, la retirada del Acuerdo Climático de París y el despido de más de 50.000 empleados del gobierno para comenzar a reemplazarlos por sus seguidores. Seguramente el segundo día no será más tranquilo.

Bajo la presidencia de Trump, habrá tantos problemas que será difícil aceptar que no podemos resolverlo todo. Recuerdo a un colega de Turquía que me dijo: “Todos los días pasa algo malo, si tuviéramos que reaccionar a todo lo malo, nunca tendríamos tiempo para comer”.

Una de mis mentoras una vez me vio intentando hacer todo, me llamó a un lado y me dijo, “esa no es una sana estrategia que te vaya a servir en la vida”. Ella había sido criada en Alemania por la generación de sobrevivientes del Holocausto que le enseñaron el lema de “Nunca más”. Ella se lo tomó muy a pecho, y lo asumió como si tuviera que corregir todos los males y esto terminó quebrándola y contribuyó a que tuviera que vivir con condiciones graves y crónicas de salud. Podemos aceptar nuestra humanidad o sufrir por esa falta de aceptación.

El caos es amigo del autócrata. Una forma en la que podemos ayudar sin darnos cuenta es creyendo la historia de que tenemos que hacerlo todo.

En los últimos meses he estado probando una herramienta tremendamente desafiante. Es un ejercicio que te invita a escribir reflexiones individuales sobre en qué gastarás tu energía. Pregunta: ¿en qué asuntos te sumergirás por completo, harás mucho, poco o — a pesar de que te importen — no harás nada? Esa última pregunta puede parecer una especie de tortura para muches activistas, aun cuando racionalmente sabemos que no podemos detener todo lo malo.

Si no se aborda, este deseo de actuar sobre todo conduce a una mala estrategia. Hace nueve meses, cuando reunimos a activistas para diseñar juntes el plan de posibles escenarios, identificamos dos tendencias viscerales de la izquierda que terminaron siendo en gran medida callejones sin salida de cara a Trump:

Indignación pública: publicar notas de indignación en redes sociales, indignarse en sus círculos sociales, compartir noticias terribles todo el tiempo.
Acciones simbólicas: organizar marchas y hacer comunicados.
La primera es cuando miramos las cosas malas que suceden a nuestro alrededor y nos aseguramos de que otras personas se enteren de ellas. Con ello satisfacemos la presión social para que mostremos indignación, pero las acciones a las que nos lleva esta tendencia son sólo reactivas. El resultado final no es ni lo que queremos ni una población más informada, pues solo nos desmoraliza y perjudica nuestra capacidad de actuar. La indignación pública como estrategia es como suplicarle al agujero del barco que no permita que nos hundamos.

Las acciones simbólicas pueden lograr un poco más bajo la presidencia de Trump. En cualquiera que sea la versión de democracia que teníamos, la lógica de las protestas y pronunciamientos de indignación era construir un frente unido que le mostrara a la oposición que muchas voces les eran contrarias. Pero bajo un fascismo desatado, si esto lo único que haces, es como rogarle al capitán suicida que tape el agujero del barco.

Quiero decirlo con mucha claridad. Estas estrategias serán parte de la mezcla de cosas que hagamos. Necesitaremos de la indignación pública y de las acciones simbólicas. Pero si apoyas una organización o grupo que solamente usa esas tácticas, escoge otra. Hay otras formas más efectivas de actuar.

5. Encuentra tu camino

He estado escribiendo escenarios de cómo podría desarrollarse una presidencia de Trump. (Puedes leerlos como un libro de “elige tu propia aventura” en WhatIfTrumpWins.org o pedir el libro.) Pase lo que pase, las primeras semanas son caóticas, pero con el tiempo, empiezan a surgir algunas vías específicas de resistencia.

Una vía se llama “Proteger a las personas”. La implementan aquellas personas que sobreviven y protegen nuestras comunidades, especialmente a quienes que son el blanco directo de los ataques, como las personas trans, las personas que deciden abortar o les inmigrantes. Esto puede significar organizarse fuera de los sistemas existentes para proveer atención en salud y apoyo mutuo, o distribuir recursos a las comunidades que están siendo atacadas. Otros ejemplos incluyen la creación de comités de bienvenida a inmigrantes, fondos de apoyo al aborto o capacitación de voluntaries en habilidades de seguridad para responder a la violencia nacionalista blanca.

Otro camino es “Defender las instituciones cívicas”. Este grupo puede o no ser consciente de que las instituciones actuales no le sirven a todo el mundo, pero se unen en la comprensión de que Trump quiere derrumbarlas para poder ejercer un mayor control sobre nuestras vidas. Cada burocracia liderará su propia lucha para defenderse.

Quienes están dentro de las instituciones librarán una batalla central contra el fascismo de Trump. Quizá recuerdes a les científiques del gobierno que transfirieron abundantes datos climáticos en servidores externos, preparándose para las órdenes de Trump. Esta vez, muchas más personas de adentro entienden que estamos en alerta roja. Ojalá muchas de ellas valientemente se nieguen a renunciar y escojan quedarse tanto tiempo como les sea posible.

Los pilares institucionales entienden que una presidencia de Trump es una grave amenaza. El ejército, por su parte, es muy consciente de que las posibles órdenes de Trump de utilizarlo para reprimir las protestas civiles lo politizaría permanentemente.

Quienes están adentro requerirán apoyo externo. A veces, solo se trata de mostrar compasión porque algunos de nuestres mejores aliades están dentro de las instituciones, resistiendo en silencio. Una cultura de celebrar que las personas son despedidas por las razones correctas ayudaría (y luego ofrecerles ayuda práctica para que puedan seguir con su vida). En otros momentos necesitarán apoyo abierto y activación pública.

Luego hay una tercera ruta crítica: “Irrumpir y desobedecer”. Esto va más allá de protestar para exigir mejores políticas públicas y entra en el terreno de las personas que diseñan intervenciones para parar malas políticas y resistir.

Al inicio, gran parte de ese trabajo prefigurativo puede ser puramente simbólico. En Noruega, para crear una cultura de resistencia durante la Segunda Guerra Mundial, la gente usaba clips de papel inofensivos como señal de que no obedecerían. El simbolismo era para preparar el terreno para las huelgas masivas y la resistencia abierta. En Serbia, las protestas contra su dictador comenzaron con huelgas estudiantiles antes de escalar a huelgas de jubilados (ambas en gran medida simbólicas) para finalmente escalar a la huelga revolucionaria de los mineros del carbón que cambió el panorama.

Las acciones efectivas del tipo “Irrumpir y desobedecer”, tienen como objetivo final allanar el camino para la no cooperación masiva: resistencia fiscal, huelgas nacionales, cierres laborales y otras tácticas de desobediencia masiva no violenta, que son las estrategias más efectivas para desbancar a los autoritarios. (Puedes encontrar herramientas sobre cómo hacer eso en una nueva era de Trump aquí.)

Por último, hay un cuarto rol clave: “Construir alternativas”. No podemos estancarnos reaccionando y deteniendo lo malo. Tenemos que tener una visión. Éste es un trabajo de crecimiento lento para construir formas alternativas que sean más democráticas. Incluye trabajo de sanación y de consolidación, un rico trabajo cultural, formas alternativas de cultivar alimentos y cuidar las infancias, presupuestos participativos o la creación de convenciones constitucionales para construir una alternativa mayoritaria al desastre de sistema de Colegio Electoral en el que nos encontramos.

Cada persona resonará más con algunos de estos cuatro caminos.

Yo, por mi parte, resueno más con el camino de “Irrumpir y desobedecer”, aunque sé que en ciertos momentos me veré arrastrado a una estrategia de “Protección de personas” inmediata. Tal vez soy demasiado impaciente para la mayoría de las acciones bajo “Construir Alternativas” y me siento demasiado frustrado con el status quo como para “Defender las instituciones públicas”. Sin embargo, celebro que otres tengan la disposición de hacerlo.

Viene a mi mente otra forma de encontrar tu rol que viene del abuelo de mi amiga Ingrid, quien vivió en Noruega bajo el régimen Nazi y se enteró que la resistencia estaba ocultando personas en el sótano de una iglesia cerca de un cementerio. Como florista, ya viajaba hacia y desde el cementerio, por lo que encontró un rol contrabandeando mensajes en coronas funerarias y entregándolas por toda la ciudad.

No tuvo que definir su rol perfecto diseñándolo previamente. De hecho, no creo que si hubiera leído esta lista de posibles roles habría encontrado su camino político. En lugar de ello, descubrió su rol de forma circunstancial.

En otras palabras: Puede que tu camino no esté claro en este momento y eso está bien. Habrá muchas oportunidades para unirse a la resistencia.

6. No obedezcas de antemano, no te autocensures

La cobarde negativa del Washington Post y de Los Angeles Times a respaldar a un candidato político es, al parecer, un ejemplo clásico de autocensura. Trump no tuvo que amenazar de forma directa a estos medios de comunicación. Sus propios dirigentes les dijeron que en esta ocasión, esperaran.

¿Por qué? Porque querían mantenerse a salvo.

Si los autócratas nos enseñan alguna lección valiosa es esta: El espacio político que no usas, lo pierdes.

Este es un mensaje para todos los niveles de la sociedad: abogades que asesoran a organizaciones sin fines de lucro, personas en posición de liderazgo que les preocupa su financiación, personas preocupadas por perder sus empleos.

No les estoy diciendo que no se protejan nunca. Pueden decidir cuándo decir lo que piensan. Sin embargo, autocensurarse es una pendiente muy resbaladiza que debemos observar y combatir.

Timothy Snyder escribió un libro muy útil llamado “On Tyranny” (Sobre la tiranía), el cual convirtió en una serie de videos. En él se refiere a la cesión de poder como el primer problema a abordar y escribe lo siguiente: “La mayor parte del poder del autoritarismo se otorga libremente. En tiempos como estos, los individuos piensan de antemano en lo que querrá un gobierno más represivo y se ofrecen sin que se les pida. Una ciudadanía que se adapta de esta manera le está enseñando al poder lo que éste puede hacer”.

En pocas palabras: Usa el espacio político y la voz que tengas.

7. Reorienta tu mapa político

Hace unos meses me senté en un salón con generales retirados, republicanos como Michael Steele, ex gobernadores y congresistas. Estábamos planificando escenarios para evitar el uso de la Ley de Insurrección para atacar a manifestantes civiles, imaginando paso a paso quién daría las órdenes a quién y cómo podría evitarse lo peor.

Para un activista comprometido contra la guerra como yo, la frase “durmiendo con el enemigo” no alcanza para describir la extrañeza que sentí en ese espacio.

Salí de allí dándome cuenta de que una presidencia de Trump reconfigura las alineaciones y las posibilidades. El lenguaje belicoso y blasfemo de Trump se enfrentará a la realidad práctica de gobernar. Cuando no estás en el poder, es fácil unificarse, pero las grietas de su coalición emergerán rápidamente. Tenemos que estar alertas para identificar oportunidades para que pierda apoyo.

La forma en que nos posicionamos importa mucho: ¿Nos interesa interactuar con personas descontentas con el régimen, ya sea porque aman las actuales instituciones o porque están en desacuerdo con las políticas de Trump sobre estas? ¿Tenemos la capacidad de contar una historia de cómo llegamos aquí y hacer educación política? ¿O sólo nos interesa mantener la pureza ideológica y predicarle a quienes ya piensan como nosotres?

Incluso si no quieres interactuar con estas personas (lo cual está bien), tenemos que dar espacio a quienes experimentan con un nuevo lenguaje para atraer a quienes no comparten nuestra visión sobre una verdadera democracia multirracial.

La empatía será útil aquí. Escribo todo esto con un momento particular en mente: Al final del día de planeación de escenarios, recorrimos toda la sala recogiendo conclusiones. Los generales dijeron: “El ejército no pueden impedir que Trump dé estas órdenes”. Los políticos dijeron: “El Congreso no puede impedirlo”. Los abogados dijeron: “No podemos detenerlo”.

Podía ver el gran dolor que sentían personas de alto rango con gran poder que admitían una especie de derrota y sentí un nivel de compasión que me sorprendió.

Solamente les activistas de izquierda dijeron: “Tenemos un enfoque de no cooperación masiva que puede detener esta situación, pero necesitaríamos de su ayuda”.

No estoy seguro de que la confianza que proyectaron haya sido bien recibida. Pero si vamos a apostarle a ello (y estoy lejos de estar seguro de que podamos), tenemos que ser realistas sobre el poder.

8. Seamos realistas sobre el poder

En el primer período de Trump la forma en que la izquierda se organizó produjo resultados mixtos. Con la ayuda de John McCain, pudimos bloquear la propuesta de salud de Trump. Las manifestaciones resultaron cada vez menos efectivas a medida que pasaba el tiempo. Los bloqueos en los aeropuertos demostraron que las acciones disruptivas pueden activar al público y allanaron el camino para la decisión judicial sobre la prohibición de ingreso de nacionales de países musulmanos. Pero aún así, Trump logró que se aprobaran enormes recortes fiscales y el nombramiento de magistraturas de derecha en la Corte Suprema. La narrativa tambaleó y grandes sectores de la población han sido cautivados por la “Gran Mentira”. Fueron las elecciones las que finalmente detuvieron a Trump. (Nota de la traductora. La “Gran Mentira” hace referencia a la historia de que las elecciones de 2020 fueron robadas y en realidad Donald Trump fue el ganador).

Esta vez será mucho más difícil. El agotamiento psicológico y la desesperación son mucho mayores. Enviar gente a las calles a que hagan manifestaciones masivas sin que haya un resultado claro aumentará esa frustración, lo que conducirá al desistimiento y a acciones radicalizadas ajenas a cualquier estrategia.

Trump ha sido muy claro al afirmar que usará su poder político al máximo, flexibilizando y violando las normas y leyes que se interpongan en su camino. Los movimientos sociales se preguntarán constantemente: “¿Podremos detener este nuevo desastre?”

No vamos a convencerlo de no hacer estas cosas. Ninguna presión sobre los republicanos se traducirá en algo más que pequeñas migajas (al menos al inicio). No vamos a impedirle que haga estas cosas simplemente con tácticas persuasivas o demostrando que somos MUCHES quienes nos oponemos a ellas.

Será útil tener en mente un análisis de poder, específicamente el que conocemos como la pirámide invertida. Esta herramienta fue creada para explicar cómo funciona el poder incluso bajo dictaduras.

El principio central es que, como una pirámide invertida, el poder puede ser inestable. Se cae naturalmente sin nada que lo sostenga. Para evitarlo, el poder se apoya en pilares que lo mantienen en pie. Casualmente, la izquierda a menudo se centra en pilares de apoyo que incluyen gobiernos, medios de comunicación, corporaciones, accionistas y tomadorxs de decisiones. Al describir los pilares de apoyo, Gene Sharp escribió (referencia en español):

Por sí solos, los gobernantes no pueden recaudar impuestos, aplicar leyes y regulaciones represivas, garantizar que los trenes funcionen a tiempo, preparar presupuestos nacionales, dirigir el tráfico, gestionar los puertos, imprimir dinero, reparar carreteras, mantener los mercados abastecidos de alimentos, fabricar acero, construir cohetes, entrenar a la policía y al ejército, emitir estampillas o incluso ordeñar una vaca. Es la gente la que proporciona estos servicios al gobernante a través de una variedad de organizaciones e instituciones. Si la gente dejara de proporcionar estas habilidades, el gobernante no puede gobernar.

Eliminar un solo pilar de apoyo a menudo puede dar lugar a concesiones importantes que salvan vidas. En respuesta al cierre del gobierno de Trump en 2019, el gremio de auxiliares de vuelo preparó una huelga nacional. Una huelga de ese calibre dejaría en tierra aviones en todo el país y una red clave de transporte. A pocas horas de anunciar que se “movilizarían inmediatamente” para llevar a cabo la huelga, Trump capituló.

Otro ejemplo viene del recientemente fallecido y experimentado activista Dick Taylor. En su libro “Blockade” (Bloqueo), escribe sobre cómo él y un pequeño grupo cambiaron la política exterior de los Estados Unidos al bloquear repetidamente los armamentos enviados para apoyar al dictador paquistaní Yahya Khan. La variopinta tripulación enviaba canoas para bloquear los poderosos barcos cargueros militares que salían de los puertos de la Costa Este hasta que finalmente el sindicato de estibadores (International Longshoremen’s Association) se convenció de negarse a cargar los barcos. Esto quebró la columna vertebral de la política nacional.

Para lograr un cambio más amplio del sistema tenemos que mirar más allá de los métodos recientes de organización comunitaria en Estados Unidos. Un buen lugar para comenzar es con la reciente serie de entrevistas publicadas en Waging Nonviolence, con personas que comparten lecciones clave sobre la lucha contra las autocracias y el objetivo de un cambio de sistema.

En nuestro país, la presión sobre el poder de las élites está llegando a su límite. El poder tendrá que surgir de personas que decidan desobedecer el injusto sistema actual. El punto de inflexión de la no cooperación masiva será complejo y desordenado. Significa convencer a mucha gente de tomar enormes riesgos personales a favor de una mejor opción.

Como persona que resuena con el camino de “Irrumpir y Desobedecer”, tenemos que movernos deliberadamente para ganar la confianza de quienes escogen los otros caminos, como quienes prefieren “Proteger a las personas”. La no cooperación masiva hace lo contrario de su objetivo de protección: expone a las personas a más riesgos y a más represión. Pero con ello también surge la posibilidad de que podamos tener el tipo de gobierno liberador que realmente nos merecemos.

9. Manejar el miedo, hacer que la violencia rebote

Otpor en Serbia nos proporciona abundantes ejemplos sobre cómo afrontar la represión. Eran jóvenes que reaccionaban con sarcasmo ante las palizas habituales de la policía. Bromeaban entre sí: “Sólo duele si tienes miedo”.

Su actitud no era arrogante, sino táctica. No iban a alimentar el miedo. Así que cuando la policía golpeaba cientos de personas en un solo día, su respuesta era: Esta represión no hará más que endurecer la resistencia.

Esto es actitud.

También llevaban sus acciones a lo práctico. Seguían a les manifestantes arrestados a las celdas de la cárcel e insistían en asegurarse de que les trataran bien. Iban a las casas de los policías que cometían la violencia con fotos de las personas a las que habían golpeado. Su llamado se basaba en el futuro que querían: “Tienes la oportunidad de unirte a nuestra lucha”.

Gestionar el miedo no consiste en suprimirlo, sino en redirigirlo constantemente. Una activista me describió dos movimientos que ocurren en el universo: contracción y expansión. Cuando Donald Trump ordene al Departamento de Justicia presentar cargos de sedición contra manifestantes o arrestar a sus enemigos políticos como Jamie Raskin o Liz Cheney, ¿cuál será nuestra respuesta?

El activista/intelectual Hardy Merriman publicó una guía muy bien fundamentada sobre la violencia política que contiene algunos hallazgos que me sorprendieron al leerlos. El primero es que la violencia física por motivaciones políticas no ha crecido dramáticamente en este país: todavía sigue siendo relativamente poco común. Sin embargo, las amenazas de violencia han incrementado, como muestra este informe de la CNN: “Las amenazas por motivos políticos a funcionarios públicos aumentaron un 178 por ciento durante la presidencia de Trump” y provienen principalmente de la derecha.

Su conclusión no es que la violencia política no va a crecer, sino todo lo contrario. Sin embargo, señala que un componente clave de la violencia política es intimidar y contar una historia en la que ellos son las verdaderas víctimas. Para lograr que la violencia política rebote es necesario no dejarse intimidar y resistir las amenazas. (HOPE-PV publicó un manual sobre cómo implementar esta técnica de rebote).

Podemos reducirnos a una cacofonía y dedicarnos a repetir “esto no es justo”, lo que a su vez alimenta el miedo a la represión. O podemos aprender de una página de la historia del gran estratega Bayard Rustin.

Les lidereses afro del movimiento de derechos civiles fueron blanco del gobierno de la ciudad de Montgomery, Alabama durante el boicot de buses en la década de 1950. Líderes como el recientemente nombrado Martin Luther King Jr. buscaron ocultarse tras las amenazas de la policía de arrestarles usando anticuadas leyes antiboicots. El organizador comunitario Rustin incidió para que les lidereses fueran a la estación de policía y exigieran que les arrestaran con base en su rol de liderazgo — logrando efectivamente hacer de la represión un espectáculo a favor de la causa. Algunes lidereses que no estaban en las listas policiales también exigieron que les arrestaran. Quienes recibían cargos formales eran vitoreados por un gran público a la vez que sostenían en alto los papeles de citación. El miedo se tornó en valentía.

10. Visionar un futuro positivo

No tengo certeza y no estoy prediciendo que ganaremos. Pero a estas alturas ya nos hemos imaginado todo lo malo que puede pasar. Nos haríamos un favor si dedicáramos la misma cantidad de tiempo a pensar cómo podríamos avanzar nuestra causa en estas condiciones. Tal y como dice la escritora Walidah Imarisha: “El objetivo de la ficción visionaria es cambiar el mundo”.

En mi mente, tarde o temprano tendremos que expulsar a Trump del cargo. Hay dos caminos disponibles.

El primero: Sacarlo con nuestros votos. Dado el sesgo del colegio electoral, esto requiere defender con éxito casi todas las elecciones locales, estatales y nacionales de modo que sigan siendo relativamente justas y libres.

Tanto las organizaciones progresistas hegemónicas como las instituciones democráticas, tienen amplia experiencia y defienden el camino de ganar por la vía electoral. Hacerlo será el principal impulso.

En mi redacción de escenarios he explorado cómo podría lucir esa estrategia, incluida la preparación de quienes trabajan en instituciones electorales para que se opongan a los intentos de último minuto de Trump de cambiar las normas electorales e incluso obstaculizar las elecciones a través de dudosas órdenes de emergencia. En el escenario, les trabajadorxs desobedecen y siguen adelante con las elecciones.

La segunda estrategia es si Trump se niega ilegalmente a dejar el cargo o a permitir que haya elecciones justas: Expulsarlo. Eso significa que somos capaces de desarrollar una campaña nacional de resistencia no violenta lo suficientemente potente como para obligarlo a dejar el cargo.

He escrito varias versiones de esto: Uno en el que se realizan huelgas a gran escala que inhabilitan parte de la economía estadounidense. Algo que evidenció la pandemia, es que nuestros sistemas son extremadamente vulnerables. En tanto muchos negocios usan un sistema de inventario exacto, esto es, piden insumos solo en función de la demanda exacta, podemos entender que pequeños contratiempos en el sistema pueden tener un efecto cascada.

Las huelgas sostenidas enfrentarían una resistencia profunda, pero podrían influir en comunidades que actualmente están indecisas, como la comunidad empresarial, que ya está preocupada por el carácter temperamental de Trump. Las propias políticas de Trump podrían hacer que estas condiciones sean mucho más fáciles. Si realmente realiza deportaciones masivas, el daño económico podría ser fatal.

En otro escenario exploro otra estrategia para sacar provecho de una extralimitación de Trump. Los autócratas exageran sus poderes. Y en este escenario imaginario, Trump se excede cuando intenta obligar al gremio del sector automotor a dejar de construir autos eléctricos. En el escenario, les miembros del sindicato automotriz (United Auto Workers -UAW) se niegan y mantienen las fábricas en funcionamiento. Al final no puede detenerlos, pero en el proceso es humillado públicamente.

Una pérdida tan pública como esta puede provocar lo que Timur Kuran llama una “revolución inesperada”. Señaló muchos incidentes en los que los líderes políticos parecen tener pleno apoyo, pero luego, de repente, éste se evapora. Pone como ejemplo la revolución iraní de 1978-79. “Ninguna de las principales organizaciones de inteligencia — ni siquiera la CIA o la KGB — esperaban que el régimen de Shah Mohammad Reza Pahlavi colapsara. Hasta justo antes de la revolución, se esperaba que resistiera la tormenta que se avecinaba”.

El análisis de Kuran nos recuerda que debemos mirar la debilidad política de Trump. Los políticos como Lindsay Graham parecen aduladores pero si tuvieran la oportunidad de clavarle el cuchillo en la espalda a Trump, tal vez lo harían. Esto significa que las debilidades políticas expuestas podrían rápidamente poner a mucha gente que ahora hace parte de la campaña de Trump, en su contra.

Hoy, esa parece una opción muy lejana. Pero todas estas siguen siendo posibilidades. Practicar este pensamiento futuro y mirar en esas direcciones me da cierta esperanza y cierta sensibilidad estratégica.

En los días en los que no puedo percibir ninguna de estas posibilidades políticas (que es la mayoría de las veces), pienso en el tiempo de vida de los árboles y las rocas y me anclo en recordatorios espirituales de que nada dura para siempre.

Todo futuro es incierto. Sin embargo, al usar estas herramientas tendremos más posibilidades de tener un futuro y una experiencia un poco más esperanzadora mientras vivimos estos turbulentos tiempos.

ACTUALIZACIÓN 6/11/24: Esta historia fue escrita antes de las elecciones y actualizada para reflejar los resultados de la votación.

CORRECCIONES 6/11/24: El nombre de Hardy Merriman aparece incorrectamente escrito en el artículo original. La cita de Otpor es incorrecta, la frase corregida es “Sólo duele si temes”.

El artículo original se puede leer aquí