Una plaza inmensa, desbordada de pueblo, de fuertes emociones. Entre el agradecimiento por lo vivido y logrado en más de una década de conquistas para las grandes mayorías, la alegría por el encuentro multitudinario y la incertidumbre de los desafíos que vendrán. El miércoles nueve de diciembre, la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner en su último acto al frente de la Casa Rosada, agradeció a los cientos de miles de argentinos y argentinas que fueron a despedirla. Pero despedirla sólo de su función como Presidenta, porque como dijo ella «La tarea sigue. El lugar de un militante es junto al pueblo».
Fotos de Nicolás Blanco – Crónica: Iván Novotny
Acercarse a la Plaza, era encontrarse con la liturgia de los actos kirchneristas, que se fueron forjando a lo largo de una década, caracterizados por el tono alto, la alegría, los cánticos que acrecientan la fuerza mutua, los choripanes a la pasada y las banderas en alto.
Plaza de Mayo
Argentina
La «Presidenta Coraje», como la bautizó Néstor. El sueño, la magia, el otro, palabras que ya forman parte de este conjunto militante, muchas veces autoconvocado y sin pertenecer orgánicamente a ninguna estructura, se dio cita para despedir con amor a la Presidenta.
Los bombos, con referentes históricos del movimiento kirchnerista, con Rodolfo Walsh y el Padre Mujica. Y los jóvenes, cientos de miles de jóvenes, generación potente que muestra el futuro de estas ideas políticas. «A los ojos de los jóvenes no los miro porque en ellos me miro yo», exclamó luego Cristina.
También niños, niñas, con sus familias, muchos de ellos entonaron los cánticos. Y se entusiasman, y se alegran. Sin dudas, hay futuro.
Se hicieron presentes también distintas comunidades de El Mensaje de Silo, que se unieron al clamor de un pueblo, un clamor desde lo profundo, clamor que avanza en una historia humana «trágica, desconcertante, pero siempre en crecimiento» como la describiera cierta vez Silo.
Una bandera del Partido Humanista, con el símbolo del infinito, como muestra de la diversidad de expresiones políticas, sociales y culturales, que son la base de esta corriente y convergen en una diversidad potente.
«Quería decirles compatriotas, que cada uno de ustedes tiene un dirigente adentro y que cuando cada uno de ustedes, sienta que aquellos en los que confió y depositó su voto lo traicionaron, que tome su destino y sepa que es el constructor de su destino. Esto es lo más importante que he dado al pueblo argentino, el empoderamiento de las libertades», diría luego la Presidenta.
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Además, sintetizó Cristina: «Si después de 12 años y medio con todos los medios de comunicación hegemónicos, con las principales corporaciones nacionales e internacionales en contra, de persecusiones y hostigamiento, de lo que yo denomino el Partido Judicial y de ataques. Si con tantas cosas en contra hemos hecho tantas cosas por lo argentinos ¿Cuántas podrán hacer los que tienen todo esto a favor?»
Sin dudas, un pueblo concientizado, sintonizado, organizado, para defender sus derechos, hacer valer los avances históricos de los útimos doce años, serán la garantía de que el nuevo gobierno que asume el 10 de diciembre no pueda llevarse todo puesto en contra de las mayorías.
