En un acto cargado de simbolismo y en medio de un panorama político turbulento, el nuevo vicepresidente de Kenia, Kindiki Kithure, asumió su cargo el viernes en la capital, Nairobi. La ceremonia, que reunió a altos funcionarios gubernamentales, representantes occidentales y otros invitados, se produjo dos semanas después de la destitución de su predecesor, Rigathi Gachagua, acusado de corrupción y de incitar a divisiones étnicas. Gachagua, quien fue destituido por una abrumadora mayoría en el Parlamento, ha impugnado la decisión en los tribunales, alegando que el proceso fue injusto y que las acusaciones carecen de fundamento.

La destitución de Gachagua, que fue aprobada el pasado 17 de octubre por más de dos tercios de los legisladores, marca un hito en la política keniana. Las acusaciones que condujeron a su caída incluían corrupción, incitación a la división étnica y apoyo a protestas antigubernamentales. Este proceso de destitución sacó a la luz profundas fisuras en la gobernante Alianza Democrática Unida (UDA), el partido del presidente William Ruto. Las tensiones entre Ruto y Gachagua se habían intensificado, especialmente después de que este último expresara su oposición a la política gubernamental de desalojos forzosos, un tema delicado debido a las recientes inundaciones que provocaron pérdidas humanas y materiales.

Tras la destitución de Gachagua, Ruto designó rápidamente a Kindiki, exministro del Interior, como nuevo vicepresidente. La decisión fue posteriormente validada por el tribunal el jueves, luego de que se levantaran las órdenes que suspendían la toma de posesión de Kindiki, a pesar de que el proceso judicial en contra de la destitución de Gachagua sigue en curso. Kindiki, en su discurso de investidura, calificó el evento como una “celebración de la constitución y nuestra democracia” y reiteró su compromiso de lealtad y fidelidad al presidente Ruto.

Durante la ceremonia, el presidente Ruto instó a Kindiki a servir “al pueblo de Kenia”, recordándole que la función pública no es para intereses personales y que todos los funcionarios deben defender la Constitución y el Estado de derecho. Estas declaraciones resuenan en un contexto de preocupaciones sobre la estabilidad del gobierno y su credibilidad ante el pueblo keniano.

Kindiki asume el cargo en un contexto particularmente desafiante. La comunidad internacional, en especial los enviados occidentales y grupos de defensa de los derechos humanos, ha expresado preocupación por las detenciones arbitrarias y desapariciones forzadas en el país, un problema que ha generado críticas en diversos sectores. Además, Kenia enfrenta una difícil situación económica, marcada por el aumento en el costo de la vida y una reciente subida de impuestos, factores que han generado un clima de descontento social.

El pasado junio, Kenia fue testigo de intensas protestas en todo el país debido a un proyecto de ley de finanzas que proponía aumentar los impuestos. Las manifestaciones alcanzaron su punto álgido el 25 de junio, cuando cientos de manifestantes asaltaron el Parlamento en Nairobi, dejando varios muertos tras enfrentamientos con las fuerzas de seguridad. Este episodio, uno de los más violentos en la historia reciente del país, puso en evidencia el creciente malestar social y la frustración de los ciudadanos por la situación económica.

El presidente Ruto, quien asumió el cargo con una retórica en defensa de las clases más pobres, ha enfrentado críticas por su política de aumento de impuestos, destinada a pagar a los acreedores extranjeros y a reducir el déficit presupuestario. La fuerte oposición pública y la ola de protestas llevaron a Ruto a reorganizar su Gabinete y a modificar algunos de sus planes iniciales, en un esfuerzo por calmar los ánimos y mejorar su imagen ante el pueblo.

Kindiki, como nuevo vicepresidente, tiene la difícil tarea de restaurar la confianza en el gobierno y, al mismo tiempo, afrontar las demandas de una población cada vez más crítica. Su nombramiento representa una oportunidad para reconstruir la unidad dentro de la UDA y trabajar en la consolidación de la estabilidad política en el país. Sin embargo, el camino hacia la reconciliación y la paz social no será fácil, ya que la oposición y gran parte de la ciudadanía siguen exigiendo reformas y transparencia en la administración pública.

Con el juicio de Gachagua aún en curso y un país polarizado por la crisis económica, la gestión de Kindiki será observada de cerca, tanto a nivel nacional como internacional.