Por Aurora Bilbao* 

La organización japonesa Nihon Hidankyo, que reúne a supervivientes de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki ha sido galardonada con el Premio Nobel de la Paz 2024.

Según declara el Comité : –“Por sus esfuerzos por lograr un mundo libre de armas nucleares y por demostrar mediante testimonios de testigos que las armas nucleares no deben volver a utilizarse nunca más”-…

El Comité del Premio Nobel de la Paz ha decidido seguir apostando por los que trabajamos por la eliminación de las armas nucleares. Esto nos da idea de hasta qué punto el Comité (escuchando a los expertos) ha vuelto a considerar que en este planeta no hay cabida para las armas nucleares. Es una cuestión de supervivencia: o “ellas” o nosotros.

Llega un poco tarde, pero ha llegado. Mucho, demasiado quizá,  ha tardado el mundo en “dar reconocimiento” a las miles de víctimas, en este caso las que aún viven, los hibakushas. Aunque no exista nada que les ayude a olvidar lo que vivieron, al menos que sientan que se hace justicia histórica, aunque sea 79 años después.

Es importante recordar que las armas nucleares existen y que pueden acabar con la Humanidad. Es importante recordar que su propia existencia pone en peligro la salud de los ciudadanos del mundo. Es importante recordar que la única prevención posible para evitar un holocausto es la abolición de las armas nucleares. Es importante recordar que hay un Tratado de Prohibición de las Armas Nucleares, que habiendo sido aprobado en la Asamblea General de Naciones Unidas en 2017, aún no cuenta con la firma del gobierno de España, (ni el del Sr. Rajoy, ni el del Sr. Sánchez), no han dado explicaciones, aunque sean tan evidentes. Estamos esperando y también lo espera el resto del mundo.

EE.UU., Rusia, China, Francia y Reino Unido son miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, con el único mérito de ”haber ganado la guerra” y … de  poseer armas nucleares. Más aún, tienen el antidemocrático “privilegio” de poder vetar cualquier resolución del Consejo. Y así lo han hecho siempre, ahogando cualquier esperanza de acabar con las armas nucleares. Pero, la realidad y el tiempo son tozudos, según dicen, y acabarán por poner a cada uno en su sitio.

El Comité para el Premio Nobel de la Paz ha mostrado su preocupación por las armas nucleares en varias ocasiones anteriores. En 1985 otorgaba el premio a la IPPNW (International Physicians for the Prevention of Nuclear War). En 2017 le hacían entrega del galardón a ICAN (International Campaign for the Abolition of Nuclear Weapons). Lo recogían dos mujeres,  Beatrice Fihn y Setsuko Thurlow, esta última, superviviente de la bomba de Hiroshima. Setsuko tenía 13 años, cuando quedó atrapada bajo los escombros de su casa y ella misma confesó que se guió por la luz para salir y sobrevivió. «Esa luz ahora es un tratado de prohibición» afirmó en su discurso en la ceremonia de entrega del premio. Los hibakushas saben bien lo que estas armas representan, en silencio, inmersos en su propio dolor durante mucho tiempo, sin poder verbalizar lo que vivieron. Tan sólo al cabo de los años, algunos de ellos han podido abrir sus recuerdos, aunque sus heridas no estén cerradas para pedirnos que luchemos hasta la extenuación por la eliminación total de las armas nucleares … antes de que ellas nos eliminen a todos.

Con ocasión de un Congreso de la IPPNW en Hiroshima en el año 1989, tuvimos un encuentro con los hibakushas. Cuando yo daba alguna charla sobre el peligro de las armas nucleares solía proyectar una foto de un joven tumbado con su dorso desnudo completamente quemada. El joven de la foto resultó ser uno de los hibakushas que se dirigió a nosotros y nos mostró la misma foto que yo utilizaba en mis presentaciones, su propia foto. Yo no sabía que había sobrevivido. Un escalofrío me recorrió el cuerpo cuando “puse cara” al sufrimiento de uno de los supervivientes.

La barbarie que cometió EE.UU. con  alevosía, y casi con nocturnidad, no podemos consentir que se repita. Y está a “dos telediarios” de que así sea. El gobierno de Israel, sin ningún rubor, se atreve a amedrentar al resto del mundo con utilizar las armas que posee, cosa que por cierto siempre ha negado y que costó cárcel y aislamiento a Mordechai Vanunu, trabajador de Dimona, quien alertó al mundo de que Israel poseía armas nucleares. Además de una crueldad, es una insensatez, nadie se va a librar de las consecuencias de un ataque nuclear, NADIE.

Este planeta, aún sigue albergando 15.000 cabezas nucleares, que están a la espera de que una mente perturbada, o un “accidente”, las ponga en marcha y la “reacción en cadena nuclear” se encargaría del resto.

Es de desear que este premio otorgado a los que más han sufrido por las armas nucleares, consiga despertar conciencias en la sociedad y en quienes la gobiernan. Porque como decía el Quijote – “que cambiar el mundo, amigo Sancho, no es locura ni utopía, sino justicia”-

Si no lo hacemos, Albert Einstein tendría razón cuando afirmaba: “no sé con qué armas se luchará en la 3ª Guerra Mundial, pero sí sé con cuáles lo harán en la 4ª Guerra Mundial, con palos y piedras” …

* Dra. Aurora Bilbao Soto. Profesora jubilada de la UPV/EHU. Representante en España de la IPPNW