“El poder de un país en el mundo ya no se ejerce por el tipo de sistema económico o político o de ideas que irradie, sino por el poder de destruir la vida de la humanidad”
(Gustavo Petro, Asamblea ONU 2024)
Causas esgrimidas
La caracterización de la situación se difunde profusamente en los medios masivos controlados por la élite. En síntesis, se dice que todo se desata tras los ataques con miles de asesinatos y toma de cientos de rehenes por Hamás a población civil israelí en octubre de 2023 y que como represalia el ejército de Israel, por orden de su gobierno, lleva hasta la fecha ataques con bombardeos por tierra y aire, que se suma a la incursión de tropas en Gaza, matando indiscriminadamente a la población civil Palestina con más de 40 mil víctimas y destruyendo toda infraestructura en ese territorio.
Este relato se acota amañadamente a este corto periodo de tiempo, desatendiendo una larga historia en que, por décadas, se lleva adelante la ocupación forzada de territorios, la instalación de colonizaciones israelitas ilegales, la discriminación, la detención y asesinato de personas y la violencia institucionalizada sobre el pueblo palestino.
¿Quién se beneficia del conflicto bélico?
Los analistas independientes, plantean que todo conflicto bélico incrementa las arcas del complejo militar industrial norteamericano, que son quienes proveen las armas a los ejércitos de “los países amigos”, en este caso Israel.
Otro tema que circula es que el primer ministro Netanyahu, con el conflicto bélico, ha puesto en pausa una serie de investigaciones judiciales por actos de corrupción, que movilizó en su momento a gran parte de la población en su contra y que era un hecho que perdería su cargo y terminaría encarcelado. (al puro estilo de la historia de Frank Underwood en la serie House of Cards).
Finalmente, la cúpula conservadora en el gobierno de Israel se favorece, dando rienda suelta a lo que vienen pulsando por décadas, y que es hacer desaparecer al pueblo palestino y establecer el dominio total de sus territorios. Se sospecha de este grupo político en el asesinato del primer ministro israelí Isaac Rabin en 1995 a manos de un ultraderechista judío, dando un golpe mortal al proceso de paz.
Se ratifica lo que estamos afirmando, al escuchar el discurso del ministro de Defensa Galant donde caracteriza de “animales humanos” para referirse a los miembros de Hamás. Y al mismo primer ministro Netanyahu con su consigna de “No mercy” (“sin piedad”), es decir, liquidar a los enemigos de manera expeditiva, aunque quieran rendirse.
No les detiene violar el Derecho Internacional Humanitario, con estos actos que son claramente y explícitamente tipificados como crímenes de guerra.
Hoy esa cúpula extiende su política del terror, en los territorios de El Líbano y bombardeos sobre Yemen, en un intento evidente de forzar la inclusión de Irán en una guerra, que le permita a Estados Unidos justificar una invasión de ese país.
Las voces de la Paz
Pese a las discordantes narrativas sobre el conflicto palestino-israelí y la proliferación de discursos de odio y venganza, aún hay quienes sueñan en lograr alcanzar la paz en una región devastada, con tiempos y espacios especialmente desafiantes y complejos.
A lo largo del mundo, y en Palestina e Israel, se levantan voces exigiendo parar la masacre de vidas humanas que, de acuerdo a cifras entregadas por diversas organizaciones gubernamentales (como por ejemplo el Ministerio de Sanidad Gazatí cuya información viene de diferentes hospitales y clínicas) bordea unos 10.000 desaparecidos en Gaza y con casi un 75 % de mujeres, adolescentes, niñas y niños como víctimas mortales de este conflicto. Ni la solicitud de alto al fuego inmediato del Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, lograron detener estas cifras sin precedentes en la historia de este conflicto y diariamente al alza.
Los movimientos pacifistas que se han levantado a lo largo de los años para promover una resolución pacífica del conflicto, a través de la vía diplomática, también han sufrido pérdidas humanas en sus equipos, enfrentando desafíos significativos en su lucha, pero continúan trabajando para encontrar una solución justa y duradera para Israel y Palestina. El accionar de estos movimientos se centran principalmente en fomentar la comprensión y el diálogo entre israelíes y palestinos, concientizar sobre el conflicto, promover la paz y la justicia social y buscar soluciones negociadas y beneficiosas para ambos países. (Movimiento por la Paz de Israel, la Organización para la Libertad y la Democracia, Iniciativa de Paz de Ginebra, Human Rights Watch, Breaking the Silence, Mujeres por la Paz, Coalición de Mujeres por la Paz, Red de Mujeres por la Paz en Oriente, Women of the Wall, Mujeres Palestinas por la Paz, entre los más conocidos).
Por su parte, y a pesar del contexto cultural y religioso, los movimientos pacifistas de mujeres han logrado conformar colectivos transversales, que agrupan a mujeres de ideologías y procedencias diversas, logrando crear redes más allá de las fronteras, e instalando principalmente la importancia de la participación y la dirección mental femenina en la toma de decisiones en los procesos de paz y la necesidad imperiosa de una forma no violenta de resolver conflictos, que permitan edificar un futuro mejor y no continuar eternamente bajo la lógica de la dominación y la venganza. Así lo expresaron las mujeres de WWP (Mujeres Activas por la Paz), que perdieron a su fundadora israelí
en la matanza del 7 de Octubre 2023, en la última concentración realizada en las calles de Tel Aviv, al exclamar: “¡No queremos más muertes, es hora de acuerdos!”, dando señales claras de que la paz debe construirse y desarrollarse entre todas y todos.
La paz como destino es el clamor de los pueblos masacrados y los advertidos de toda latitud
A catorce años de la Primera Marcha Mundial por la Paz y la Noviolencia, promovida desde el Humanismo Universalista, las razones que la motivaron, lejos de reducirse, se han reforzado. Hoy, la Tercera Marcha Mundial por la Paz y la Noviolencia, es más necesaria que nunca.
Vivimos en un mundo en el que está creciendo la deshumanización, donde ni siquiera las Naciones Unidas son ya referencia en la resolución de conflictos internacionales. Un mundo que se desangra en decenas de guerras, donde el choque de “placas geopolíticas” entre poderes dominantes y emergentes está afectando en primer lugar a las poblaciones civiles.
Con millones de migrantes, refugiados y desplazados ambientales que se ven empujados a desafiar fronteras llenas de injusticia y de muerte y donde se pretende justificar guerras y masacres por las disputas de recursos cada vez más escasos.
Un mundo en el que la concentración de poder económico en unas pocas manos quiebra, incluso en los países desarrollados, cualquier expectativa de sociedad del bienestar.
En síntesis, un mundo, en el que la justificación de la violencia, en nombre de la “seguridad”, ha hecho crecer enfrentamientos bélicos de proporciones incontrolables.
Como expresara el presidente Petro, hoy ya no es tiempo de los líderes políticos, sino que es el tiempo de los pueblos, y su necesidad es la revolución noviolenta de este sistema deshumanizado, para abrir el futuro en el planeta a la vida, a la naturaleza y a las futuras generaciones.
Redacción colaborativa: M. Angélica Alvear Montecinos; Guillermo Garcés Parada; Sandra Arriola Oporto y César Anguita Sanhueza. Comisión de Opinión Pública