Otra vez la elite muestra su podredumbre
Que estemos en Chile viviendo en un Estado fallido, se evidencia en la ausencia del elemento central que define la “democracia”: la separación de poderes, a lo que se suma el nulo compromiso de estos poderes del Estado con los intereses del pueblo, de quienes reciben tal Poder.
Tal ausencia es el tema central develado en la situación de crisis actual, en que tres Ministros de la Corte Suprema, están siendo cuestionados por actuaciones desviadas de esas cuestiones centrales en un sistema democrático.
La ironía de la situación, resulta al preguntarse cómo se entera la opinión pública de estas actuaciones reñidas con la ley, y quienes serán los encargados de revisar tales actos reprochables de las máximas autoridades del Poder Judicial chileno.
Estás acciones delictivas No fueron denunciados por la Contraloría interna del poder Judicial fruto de auditorías a su Corporación Administrativa, ni dependieron de investigaciones de los parlamentarios (que tienen la responsabilidad de velar por el funcionamiento correcto de los poderes del Estado). No fueron gracias a las policías movidas por la Fiscalía. No fue el gobierno alertando, desde sus mesas políticas, ni de sus instancias de inteligencia. Quienes develaron la situación fueron los mismos “delincuentes de cuello y corbata” en una riña interna por disputas en sus operaciones ilícitas, que se auto grabaron y que filtraron esas conversaciones a la prensa.
Obviamente que la persecución de tales delitos de estos magistrados, recaerá por una parte en la comisión de ética de la misma Corte Suprema y en las comisiones parlamentarias de acusaciones constitucionales. Es decir, en manos de los mismos estamentos involucrados.

Otra vez la prensa de la elite encubriendo sus delitos
No se encontrará un análisis de la crisis actual, en los medios de prensa “oficiales” que relate la situación tal cuál es y como lo hemos expuesto. Ellos llenan y seguirán llenando páginas, minutos de noticieros y programas especiales, en su habitual mirada de farándula, de morbo y centrada en los personajes de la trama, pero, del tema de fondo, nada.
Esto recuerda cuando denunciamos las prácticas calcadas a las presentes, para la designación del Fiscal Nacional. En esa oportunidad, tales personajes pudieron seguir en sus puestos sin problemas, por cierto, pagando con cierre de juicios que afectaban a la elite política del país.
Actualmente en el parlamento se levantan las tres investigaciones, y es bastante obvio que se busca la típica situación de empate, ya que estos Ministros de justicia tienen su origen en los favores políticos de los distintos sectores del espectro, que hoy cínicamente rasgan vestiduras. Y sumado a cinco términos de cargos por edad, se soban las manos pues, podrán a corto plazo contar con ocho nuevos Ministros de justicia, del total de veintiún que componen la Corte Suprema, al puro estilo de Donald en USA.

Recuperar la soberanía popular, para una nueva democracia real
Nuevamente diremos lo que la actual crisis requiere para ser superada. Mirar los temas de fondo y sacar de las manos de la elite estas cuestiones claves para la vida democrática, llevándolas a las manos de la gente, que requiere con urgencia una justicia con igualdad de criterios, procedimientos para cada chilena y chileno, sin otra condición o privilegio. Una justicia con una fuerte Fiscalía, que tenga un contingente proporcional a las causas pendientes, y con una formación férrea para velar para que las víctimas del delito, tengan en ellos una instancia que esté de su parte sin medias aguas. Y cortes judiciales de todos los niveles, con jueces y juezas cuya función sea entregar buena
justicia a su pueblo que clama por ella.
Esa necesidad, lleva a que la responsabilidad de elegir esté radicada en la gente de este país, y a los agoreros que le temen a la democracia, que le temen a la definición de la ciudadanía, les pedimos un mínimo de crítica, que vean como este sistema hoy en manos de la elite, está en el fango de la corruptela, y que nada peor puede pasar, siendo urgente restituir la soberanía popular, por cierto, con el mejor modelo posible y sus resguardos operativos y de control bien instalados.
Si México puede, Chile puede. Para ello es necesario analizar la situación en toda instancia de base social, cultural y política, para levantar desde allí un nuevo modelo; porque es insultante, y en extremo riesgoso, dejar la solución en manos de los mismos que nos trajeron hasta esta invivible situación de crisis de sistema democrático.

 

Redacción colaborativa de M. Angélica Alvear Montecinos; Guillermo Garcés Parada; Sandra Arriola Oporto y César Anguita Sanhueza. Comisión de Opinión Pública