La teoría de Olduvai establece que la civilización industrial actual tendría una duración máxima de cien años, contados a partir de 1930. En consecuencia, a partir del 2030, la humanidad iría poco a poco regresando a niveles de civilización comparables a otros anteriormente vividos, culminando dentro de unos mil años (3000 d. C..) en una cultura basada en la caza similar a la que existía en la Tierra hace tres millones de años.
Esta teoría fue planteada por Richard C. Duncan basándose en su experiencia en el manejo de fuentes de energía y por su afición por la arqueología en su artículo «La teoría de Olduvai: Energía, población, y civilización industrial» (2005). La teoría de Olduvai se define por la subida y caída de la calidad de vida material (CVM) que consiste en la tasa resultante del aumento o disminución de la producción, uso y consumo de las fuentes energéticas (E) dividido por el crecimiento de la población mundial (P), mediante la fórmula CVM = E/P.
A partir de dicha teoría maximalista, surgió la tesis del colapso social, entendido como «quiebra de las instituciones sociales y culturales». Aunque el colapso social fue inicialmente considerado como el punto final de una civilización, el fenómeno sería tan solo una descripción del proceso de cambio de dicha civilización, pues las sociedades cuando colapsan, tienden a adaptarse y renacer nuevamente como resultado de la catarsis y metanoia de dichas civilizaciones ante la irrupción de una crisis.
Por crisis entendemos «una coyuntura de cambios en cualquier aspecto de una realidad organizada pero inestable, sujeta a evolución». La palabra crisis procedería del verbo griego krínein, que significaba originariamente «decidir, separar, juzgar» y posteriormente derivó en «seleccionar o elegir» y siempre lleva implícita un caos de la mudanza.
Una crisis implica siempre una ruptura del transcurso lineal de los acontecimientos que deviene en una serie de alternativas entre las cuales se debe elegir. Para salir de dicho laberinto, es preciso utilizar la capacidad de diferenciar y de pensar de manera crítica siguiendo la senda marcada por il Poverello d’ Assisi: «Comienza haciendo lo que es necesario, después lo que es posible y de repente estarás haciendo lo imposible».
En consecuencia, las crisis forzará al imaginario colectivo a adoptar una nueva forma de pensar y una actitud proactiva ante la irrupción de nuevos escenarios socioeconómicos, culturales y geopolíticos y que tendrá como efectos benéficos el redescubrimiento de valores caídos en desuso como el esfuerzo, el decrecimiento, la economía circular, el auzolan, la solidaridad, el respeto por el medio ambiente y la búsqueda de una nueva utopía vital.