Argentina está hoy sobrepoblada de inestabilidades que parecieran haber llegado para quedarse de la mano de la grave crisis económica y social tras ocho meses de gobierno del ultraderechista Javier Milei, quien se “vendió” como profeta de un nuevo tiempo económico, político y cultural. Hoy es difícil mantener esa imagen de patética prepotencia con una ego-motosierra simbólica en mano.

Patética demostración del gobierno, desalojando el miércoles con gases lacrimógenos y palazos la protesta de jubilados que volvieron a manifestarse porque no les alcanza para vivir y en rechazo al inminente veto de Javier Milei a la ley de movilidad jubilatoria. Decenas de jubilados con los ojos afectados por el gas pimienta. Falta que los acusen de terroristas…

A veces es más fácil describir la actual política argentina como una telenovela, que intentar hacer algún análisis. Las disputas interminables dentro del oficialista y ultraderechista La Libertad Avanza de Javier Milei, los choques del este grupo con el expresidente neoliberal Mauricio Macri y las internas del partido que este lidera, Propuesta Republicana (PRO), se suman a las derrotas legislativas del oficialismo.

A comienzos de semana, Macri volvió a la residencia presidencial para reiterar la lista de reclamos que tiene para con La Libertad Avanza. «Quiere cargos y cajas», denuncian desde la Presidencia. Macri quiere la cabeza del presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, para poner en su lugar a Cristian Ritondo. La respuesta del mileinismo fue concisa: «no lo vamos a ceder». En busca del protagonismo perdido, encabezará un encuentro con gobernadores y dirigentes para el relanzamiento de su Fundación Pensar.

El gran capital financiero internacional y el gran empresariado vernáculo comparten los objetivos esenciales del gobierno de Milei, pero la fragilidad del régimen político y la decadencia de sus partidos, combinados con la crisis social y el callejón ¿sin salida? de la economía muestran una grave situación.

La duda es sobre el “volumen político” para conducir la crisis. Milei atraviesa un momento de debilidad que hace que Macri se atreva a practicar sus movimientos de acercamiento (para unos) o cooptación (para otros), lo que puede inducir a que sea imitado por más actores de la derecha vernácula. Mientras, la oposición política no logra salir de la depresión y parece haberse quedado sin ideas ni combustible.

Desde el entorno de Javier Milei responsabilizaron a la vicepresidenta Victoria Villarruel por el escándalo que se desató con la visita de seis diputados a los genocidas que están presos en el penal de Ezeiza. Le atribuían que la libertad de los criminales de la última dictadura era “su agenda” y no la de Milei.

Pero Villarruel no se amilanó ante las críticas de su propio espacio y en un acto en el Senado, anunció que buscaría reabrir todas las causas contra los militantes de los años 70′, o sea los pocos que sobrevivieron a los campos de concentración o los vuelos de la muerte que ejecutaban los represores de la dictadura cívico-militar a quienes visitaba en prisión. El movimiento de derechos humanos denunció que, una vez más, Villarruel hizo una reivindicación y apología del terrorismo de Estado.

La presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto señaló, al respecto: «Siempre amaneciendo con malas noticias, porque realmente ya no sé qué más quieren, si pudieran matarnos nos matan no solamente a los que han sobrevivido, sino a los familiares», aseguró .

Dijo que la situación «está tomando un color muy extraño, muy feo y desagradable para la división de la sociedad argentina, porque implantar el odio al revés, o sea, que las víctimas fueron los que nos dejaron muertas a 30.000 personas y además desaparecidos y el robo de bebés y de bienes».

Iara Fabstein señala en la revista Anfibia que el viejo pueblo trabajador, actor crucial del imaginario político de la segunda mitad del siglo XX, ya no existe y quien protagoniza estos tiempos es un individuo atravesado por la subjetividad neoliberal. El peronismo no parece capaz de identificar un nuevo sujeto político e imaginar futuros posibles. Quienes se sentían interpelados y contenidos por el peronismo ya no están ahí. Ni el partido ni el movimiento nacional y popular parecen tener nada que decirles.

La derecha despierta

Es que durante meses las clases dominantes, en su propio interés en la aplicación de las medidas y leyes, fingieron autismo, dejando hacer a un gobierno con extrema debilidad institucional (minoría en ambas cámaras del Congreso Nacional y ningún gobernador propio) para llevar adelante el “ajuste más grande de la historia”, mientras la crisis de deuda externa asoma nuevamente como un evento crítico, hallando al Banco Central con reservas negativas.

Hay nerviosismo en las filas libertarias, porque el triunfo “seguro” de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos es mucho menos seguro que un mes atrás. La realidad colocó al oficialismo en una agenda mucho más incómoda que la de los escándalos del expresidente Alberto Fernández y la crisis profunda del peronismo.

El gobierno sufrió tres derrotas consecutivas y de alto impacto en el terreno legislativo: perdió el nombramiento de las autoridades de la Comisión Bicameral que controla los organismos de inteligencia; sufrió el rechazo al Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) que buscaba destinar unos 100 millones de dólares a gastos reservados de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) y por último el Senado aprobó un aumento -aunque limitado- para los haberes jubilatorios.

Nervioso y ofuscado, Milei anticipó que vetará la recomposición para los adultos mayores, dejando abierta en la coyuntura una disputa para ver si el Congreso Nacional revertirá esa decisión presidencial o no.

Hace varios siglos, Maquiavelo advirtió “que no hay cosa más difícil de tratar, ni en la que el éxito sea más dudoso, que convertirse en responsable de la introducción de un nuevo orden político (…) Conviene analizar si estos innovadores tienen fuerza propia o si dependen de otros; es decir, si para llevar a cabo su obra tienen que rogar o pueden forzar”.

En su corto periplo presidencial, navegando en su propia debilidad, Milei se obligó a múltiples concesiones a diputados y senadores para parir la Ley Bases. Furioso por las derrotas parlamentarias recientes, transita una difícil incertidumbre, y no parece estar en condiciones de imponer.

Un arriba nervioso y un abajo que empieza a moverse.

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