Por Douglas Cardoso*

Hace 79 años, en medio del verano japonés, un lunes por la mañana en Hiroshima y un jueves casi al mediodía en Nagasaki… los ciudadanos de Japón recibieron un regalo nefasto en la cabeza. Los Estados Unidos de América, uno de los países del bloque vencedor de la Segunda Guerra Mundial, decidieron poner a prueba su recién desarrollada energía nuclear y con este inicio la llamada Guerra Fría donde un mundo bipolar permanecería en base a amenazas mutuas entre Estados Unidos y la URSS.

Al principio, 80.000 personas en Hiroshima y otras 75.000 en Nagasaki fueron asesinadas inmediatamente. Ciudades destruidas, personas, animales y vegetación contaminadas con radiación. En seis meses se produjo otro número similar de muertes como resultado de las secuelas radiactivas. Décadas después todavía había personas enfermas y lugares inhabitables o utilizables debido a esos ataques.

Ya estamos en otro siglo, otro milenio. E incluso con los tratados de no proliferación de armas nucleares varias naciones persisten en desarrollar tales artefactos con excusas de autodefensa en algunos casos y ambiciones imperialistas en otros. Incluso en los países donde su avance en la zona nuclear está oficialmente orientado a la producción de energía existe siempre el riesgo de un cambio de gobierno o de régimen, se convierte en otra nación con poder de guerra atómica.

Actualmente en conflictos como Ucrania y la OTAN contra Rusia e Israel contra el Estado Palestino, el fantasma nuclear acecha su inminente posibilidad de ocurrir. Corea del Norte con su inestabilidad en las relaciones con el resto del mundo es también un factor de preocupación permanente. Irán, a pesar de cumplir los tratados internacionales hasta ahora, como resultado de los ataques sufridos en 2024 por Israel, son capaces de entrar rápidamente en el bando de aquellos con bombas.

La masacre en Hiroshima y Nagasaki tiene como legado la urgencia del desmantelamiento de los arsenales nucleares en TODOS los países en el mundo que los tienen y se están desarrollando proyectos en este campo. Repetir la historia es una locura, una incoherencia, si pensamos en la capacidad humana de superar el dolor y el sufrimiento con el avance de la Ciencia y la Justicia.

Los humanistas exigimos a los gobiernos nacionales la responsabilidad de detener el avance nuclear, y de lograr el desarme inmediato, ahora, ahora.

Como ciudadanos, todos podemos hacer nuestra parte:

– participar en campañas de esclarecimiento y protesta contra las bombas atómicas

– promover en nuestros espacios de convivencia, ya sea en casa, laboral, político, estudiantil, comunidad, etc.. una cultura de Paz y no violencia.

– cobrar a nuestros representantes electos posiciones, actitudes y acciones firmes y concretas en esta dirección.

Dejo aquí una invitación para participar en la tercera Marcha Mundial por la Paz y la No Violencia que tendrá lugar del 2/10/2024 al 5/1/2025, cuando un equipo de base recorrerá más de 100 países promoviendo acciones, debates, marchas, conferencias para concientizar sobre la importancia de la paz mundial y el ejercicio de la no violencia activa tanto en las relaciones interpersonales como políticas (nacionales e internacionales). Desde enero de 2024 en varios países ha habido varias actividades con el tema de la 3MM. Busca el equipo de promoción de la Marcha en tu país y únete a nosotros.

https://theworldmarch.org

https://3mmbr.blogspot.com

 

*Brasileño, humanista, miembro del equipo de preparación de la 3MM en Brasil.