Para muchos analistas de la realidad argentina, parece evidente que luego de ocho meses, la «luna de miel» de Javier Milei empieza a desgastarse y así lo demuestras unos indicadores sociales y económicos realmente alarmantes… y las encuestas. Los estudios de opinión a los que el oficialismo suele prestarles mucha atención empiezan a mostrar preocupaciones importantes como el desempleo (producto de la recesión), así como una caída en la imagen presidencial.
¿Estamos asistiendo al principio del fin de la “luna de miel” del gobierno en diferentes terrenos: en el económico porque el esquema se muerde la cola y no hay signos de recuperación (no hay dinero fresco del Fondo Monetario Internacional, las inversiones todavía se ven muy lejanas y está conteniendo el dólar a un alto costo para las reservas)? Si es así, más allá de la miseria y la depresión, no se nota, no se siente en las calles.
Como respuesta a las medidas a favor de las clases altas y los empresarios, se esperaba que la gente saliera a protestar, a manifestarse contra el brutal ajuste, el bestial aumento del costo de la vida, el desempleo, el hambre: pero en ocho meses el gobierno ha ganado aire. Y ha impuesto una férrea represión y una política de amenazas desde el ministerio de Seguridad: cualquier signo de disenso puede ser calificado de terrorismo.
Hay desgaste por el malgobierno, pero no se producen protestas permanentes en las calles. Este gobierno ha demostrado que no se necesita experiencia de gestión para gestionar el país. Pero, ¿dónde está la oposición? Por ahora parece estar anclada en sectores de izquierda y en la figura del gobernador peronista de Buenos Aires, Axel Kiciloff. El Fondo Monetario Internacional teme un estallido social, seguramente porque lo que viene va a ser más duro para el pueblo.
El gobierno también lo teme. El vocero presidencial Manuel Adorni anunció que el gobierno enviará al Congreso un proyecto para modificar la ley de Seguridad Interior para permitir la intervención de las Fuerzas Armadas en casos de “terrorismo” (léase movilizaciones populares de protesta y/o repudio). Este es el plan de Estados Unidos para Latinoamérica, que no logró avanzar en Argentina. Las movilizaciones populares se pronuncian cada vez que intentan impulsar estos proyectos.
En la relación con la sociedad comienzan a percibirse mensajes inquietantes sobre la evolución del país, las perspectivas de la gestión y, en el terreno político, ya que todo el mundo político ya piensa en las elecciones del año que viene ante un Gobierno que no tiene garantizado el éxito para nada. Y Macri a marcar la cancha, a dejarle en claro que sin su apoyo no tiene futuro (quizá con su apoyo tampoco lo tenga).
La debilidad evidente del gobierno y sus pujas intestinas son un motor para las fuerzas que se encuentran fuera del oficialismo aunque se esfuercen en acompañarlo, pensando en las elecciones del año que viene, como la neoliberal Propuesta Republicana (PRO) del expresidente Mauricio Macri.
En este panorama de declive del gobierno es cuando reaparecen dos expresidentes: Macri y Cristina Fernández de Kirchner, lo que evidencia que a pesar de la motosierra, el ajuste y el relato refundacional mileísta, la «nueva Argentina» con la que se entusiasmaron el círculo rojo empresarial y el oficialismo no termina de nacer.
Luego de varios meses de perfil bajo, Macri reapareció y relanzó el PRO con un acto en el barrio de La Boca, donde elogió a Milei y dijo que «tiene absoluta claridad de la dirección y de las ideas», pero que a su fuerza política le falta gestión y experiencia. «Pudimos ayudar a pesar de su entorno», remarcó. Malabar de palabras para abstenerse de criticar con dureza al gobierno y al mismo tiempo levantar su perfil pensando en las elecciones del año que viene.
#NuevoPRO fue la tendencia que se dedicaron a instalar sus partidarios en redes sociales, aunque lo de “nuevo” ya suena a demasiado viejo. El dato más resaltante del acto fueron las ausencias: ninguno de los dos candidatos a presidentes que tuvo el PRO el año pasado estuvo presente, con Patricia Bullrich completamente integrada al gobierno libertariano como ministra de Seguridad y Horacio Rodríguez Larreta, apartado de las decisiones del espacio.
Tras una reunión de cuatro horas (cena mediante) que había sostenido con Milei 72 horas antes, Macri señaló que «el Presidente nos ha propuesto una fusión y, por la relación de afecto mutuo, le expresé que en el siglo XXI nadie se casa sin conocerse y convivir. En realidad, se lo dije de una forma más clara y correcta». Durante el encuentro, Macri apuntó directamente contra el asesor Santiago Caputo, pero lo que no estaba previsto era que en público también se metiera con Karina, “el Jefe”.
“El entorno son Karina y Santiago. Todo lo que hemos hecho siempre ha sido con la contra de ellos”, dijo en televisión la noche del viernes el expresidente. “No nos preocupa que nos pegue un tipo con 75% de imagen negativa. Al contrario, nos hace un favor”, dijo una irrefutable fuente desde la casa de gobierno a Tiempo Argentino.
Con la relación entre Santiago Caputo y Macri prácticamente deshecha -el último contacto entre ambos fue el 15 de abril pasado-, en el gobierno adelantan que la posibilidad de compartir listas con el PRO es cada vez más lejana. “Si Macri piensa que vamos a sentarnos a armar las listas con él si nos pega desde ahora hasta el cierre de listas, está equivocado”, añadió.
La respuesta marca la tónica que hasta ahora ha manejado el PRO, colaborando en todo lo necesario con el Gobierno como en la aprobación de la Ley Bases pero, al mismo tiempo, buscando diferenciarse y mantener su propio espacio político como una opción de derecha neoliberal, alternativa a La Libertad Avanza de Milei.
Macri también aprovechó para apuntar contra quienes rodean al presidente (Karina Milei y Santiago Caputo): «A pesar de la enorme apertura y de la genuina voluntad de sumar que sé tiene el Presidente, lo que pudimos ayudar fue a pesar de su entorno. Los cambios requieren una reingeniería que lleva tiempo y hoy el tiempo pesa, los argentinos quieren más cambios y más rápido».
Milei ya es tedioso
El tiempo y la paciencia social son bienes escasos y en ese contexto, lo viejo tampoco termina de morir. Porque a ocho meses de asumir, lo de Milei ya no es novedoso, hoy así lo demuestran las encuestas. Las palabras del magnate Paolo Rocca (Grupo Techint, que dirige Tenaris, Ternium, y otras compañías que operan en ingeniería, construcción, y el sector energético), lo confirman: «quizás fuimos todos demasiado optimistas en creer que la situación en Argentina podría resolverse en el corto plazo.
Para Milei, todos los que no comulgan con él o su hermana son comunistas. Acusó de comunista al presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y el mismo día tuvo que agradecer su ayuda en Venezuela. Y acusó de comunista al gobernador peronista de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, para escamotearle una obra que empezara a negociar cuando era ministro de Economía de Cristina Kirchner.
Hace varias décadas, el escritor Jorge Asís (antes de ser funcionario del gobierno de Carlos Saúl Menem) escribió aquel satírico libro “De cómo los comunistas se comen a los niños”.
Hoy, como comentarista político, habla de un plebiscito permanente a cielo abierto y del fusilamiento de la sociedad través de la hoguera nacionalista. Señala que “Milei atraviesa también la interna feroz de extrema derecha con la vicepresidente, señora Victoria Villarruel y asegura que «difícilmente pueda sostenerse la idea» de que Milei vaya a cosechar éxitos durante su mandato, “por el método del garrote vil que se estimula desde la presidencia”.
El giro de Caputo
Santiago Caputo, asesor estrella de Milei, salió de la oscuridad y brindó unas curiosas declaraciones al periodista Manuel Jove del portal TN, que tenían el objetivo de elogiar a Mauricio Macri:»Tengo una excelente opinión del presidente Macri. Conmigo en particular siempre ha sido extremadamente generoso. Creo que sentó las bases para que la Argentina finalmente pudiera cambiar».
«Admiro la construcción que hizo el PRO los últimos años y aparte yo vengo de esa escuela. Estamos enormemente agradecidos por su apoyo incondicional al cambio que está llevando adelante el presidente Milei”, añadió.
Una semanas atrás, desde una de las cuentas de redes sociales (no oficiales) adjudicadas a Santiago Caputo , tuiteó «Al señor desesperado por cajas y resortes de poder (en referencia a Macri) que habla con todos los popes del periodismo nacional viendo como rayar al gobierno le queremos decir que se adapte o muera». Y en otro posteo agregó: «Su tiempo ya pasó. Hoy cosechan 10 años de malas decisiones. Las advertencias fueron debidamente presentadas».
Pero ahora, poco después de esos posteos, el escenario cambió, tras la reunión entre Milei y Macri. luego del ninguneo que la camarilla mileinista le hizo al expresidente cuando se firmó el Acta de Mayo en Tucumán: lo dejaron afuera y no lo invitaron ni siquiera a firmar.
Milei se reunió finalmente con Macri, por su evidente fragilidad política. porque éste iba a reaparecer en público para volver a liderar al PRO y mostrar sus diferencias bajo un discurso respaldo general al gobierno. El expresidente dijo “no somos un experimento”; “buscamos ir más allá de la dicotomía entre izquierda y derecha”; se manifestó en contra del populismo «en cualquiera de sus manifestaciones»; y habló contra el entorno de Milei (esto es Santiago Caputo y Karina Milei).
¡Ay, Alberto!
Si hasta ahora la tolerancia social al ajuste fue mayor de lo que se podría haber pensado, se debe a la crisis del gobierno supuestamente progresista de Alberto Fernández: esa fue la ventaja que utilizó Milei hasta ahora. También la “tolerancia” es abonada por la pasividad de las organizaciones sindicales o sociales.
Ante la crisis heredada y la propia, Milei se vio obligado a rebajar varios terrenos de su ajuste e intervenir para que el dólar se mantenga “barato” y no aumente la brecha (y de esa manera permitir algo de recuperación de los salarios formales); mantuvo las retenciones y aumentó impuestos (dinamitando su propia doctrina), pateó los tarifazos y homologó negociaciones paritarias que decía que no iba a permitir.
La narrativa del mileísmo declama mucho más ajuste del que es capaz de llevar adelante: no reúne las condiciones políticas. Por ello el ¿todopoderoso? asesor presidencial Santiago Caputo no logra abandonar el juguete (¿rabioso?) de las redes sociales para deshacerse en elogios a Macri.
Todo está muy abierto, más abierto incluso que hace ocho meses cuando asumió el poder: aumentan las ansiedades, continua el sufrimiento de más de la mitad de la población, se termina la luna de miel. La motosierra funciona también entre libertarios y neoliberales: su arrogancia y su adoración por los negocios a costas del Estado los lleva a meterse en un nuevo capítulo de esta guerra fría de la derecha, tan alejada de los sufrimientos de los 46 millones de argentinos.