Nacida un 15 de julio de 1935, Vivian Juanita Malone Jones fue la primera mujer afroamericana en asistir a la Universidad de Alabama. En 1963, su ingreso a la universidad fue un acto de desafío durante un período de enorme segregación racial.

Vivian se presentó en la Universidad en contra de la actitud racista del gobernador del Estado, George Wallace, quien la esperó en la entrada para señalizar su oposición a la educación mixta entre blancos y negros.

Posteriormente, y hasta su graduación dos años más tarde, Vivian acudía a clase escoltada por policías y durante su estancia se cometieron diversos actos de protesta, incluyendo tres bombas caseras en diferentes puntos del recinto. Finalizó los estudios de Contabilidad el 30 de mayo de 1965, siendo la primera mujer negra en obtener un título universitario en Estados Unidos.

Malone se vio inspirada por el movimiento que promovía Martin Luther King, y su valentía al enfrentar la resistencia en Alabama resonó con los ideales de igualdad y justicia que aquel defendía. Si bien no trabajaron juntos, sus esfuerzos reflejan el mismo objetivo de desmantelar la segregación y promover los derechos de los afroamericanos en Estados Unidos.

La NAACP (Asociación Nacional para el Avance de las Personas de Color) promovió por la época varias estrategias clave para permitir el ingreso de afroamericanos a la educación superior.

Por una parte, la asociación utilizó el sistema judicial para desafiar la segregación y la discriminación en la educación. Un caso destacado fue Brown v. Board of Education en 1954, que declaró inconstitucional la segregación en las escuelas públicas.

En paralelo, la organización antirracista trabajó para educar a la comunidad afroamericana sobre sus derechos y la importancia de la educación, fomentando la inscripción en instituciones educativas.

Asimismo, proporcionó asistencia legal a estudiantes afroamericanos que deseaban matricularse en universidades de los estados del sur, enfrentando la oposición y los obstáculos legales.

Estas estrategias, junto a las múltiples acciones de desobediencia civil impulsadas por el movimiento de derechos civiles, ayudaron a abrir las puertas de la educación superior a muchos afroamericanos, desafiando la discriminación racial sistemática.

La huella de la segregación persiste

A más de medio siglo de aquellas gestas contra la violencia racial, según un relevamiento de instituciones oficiales de los Estados Unidos, el 22.6 % de los ciudadanos negros de 25 años o más, ha obtenido un título universitario o superior. Esta tasa es superior al 17,9% de 2010, pero continúa por debajo de la tasa nacional del 32,9%.

En 2020, algo más de un tercio de la población negra entre 18 y 24 años se había matriculado en los estudios superiores. Pero en los últimos 10 años el ingreso a las universidades de este segmento poblacional descendió en un 22%, de algo más de 3 millones a 2.38 millones de estudiantes, dos tercios de ellos en instituciones públicas.

Las estadísticas recientes confirman que las desigualdades y la discriminación persisten. Según cifras relevadas por el Instituto Nacional de Política Postsecundaria, de los más de dos millones de títulos de licenciatura conferidos en el año académico 2020-21, un 10% fueron para estudiantes negros, una cifra muy inferior a la proporción de estos en la matrícula.

El sesgo se confirma al analizar el período posterior a la graduación. Según el estudio Baccalaureate & Beyond, diez años después de obtener una licenciatura, los licenciados negros que declararon tener ingresos obtuvieron una media de 59.100 dólares anuales, frente a la media nacional de 76.370 dólares.

El mismo estudio destaca que los estudiantes negros también tienen menos probabilidades de tener familiares que hayan asistido a la universidad. En 2021, el 20% de los niños negros menores de 18 años de edad vivían en un hogar con progenitores que completaron una licenciatura o superior en comparación con el 46% de los niños blancos.

En estos indicadores y varios más, se hace evidente que la huella de la segregación continúa actuando y queda mucho por hacer para lograr que la comunidad negra tenga iguales derechos y oportunidades.

Pero esto no disminuye en absoluto sino que resalta el ejemplo inspirador de Vivian Juanita Malone Jones y tantos otros luchadores que, pese a un presente adverso y violento, supieron sobreponerse aspirando a un futuro mejor para todos.