Empecemos desde el final ¿Por qué desde los sures? Porque además de ser poético, que tanto lo necesitamos en estos tiempos líquidos, alude no a un sur geográfico sino a un sur político en los que estamos desde nuestros pueblos, nuestras identidades, nuestros cantos, nuestros ritmos, colores, nuestro barro y nuestros sueños, nuestros amores y nuestras utopías, que no calzan necesariamente en el racionalismo determinista y utilitarista.

Por: Rodrigo Arce Rojas*

Decir los sures es otra forma de decir desde nuestros sentipensares, sentidecires y sentiactuares. Es decir, desde nuestras costas, desde nuestros Andes, desde nuestra Amazonía, desde nuestra historia y desde nuestro sentido de pertenencia a nuestras comunidades humanas, más que humanas (el otro-que-humano), desde la Pachamama que nos cobija y en la cual nos fundimos telúrica y espiritualmente.

Se entiende que los países que mejor invierten en Investigación e innovación son los más desarrollados. Consecuentemente invierten en talentos humanos, en infraestructura, en laboratorios, equipos y procesos de gestión del conocimiento, la investigación y la innovación. Ello implica desarrollar ecosistemas de investigación e innovación que sean capaces de producir soluciones a los problemas del desarrollo. Algunos de los indicadores de la efectividad de estas políticas tienen que ver con la obtención de patentes, producción científica en revistas indexadas por sistemas de bases datos comerciales, índice de las revistas, índices de las y los investigadores, entre otros. Todo ello como parte de los sistemas nacionales de gestión de la investigación, desarrollo e innovación y los sistemas de ciencia y tecnología.

No obstante lo plausible de estas políticas, es importante que podamos reflexionar algunos aspectos fundamentales con el propósito de inscribirlo a los latidos y vibraciones de los sures. Este es el propósito de este artículo.

Es importante anotar que aunque la epistemología de la complejidad es un proceso emergente en Latinoamérica todavía el paradigma hegemónico se inscribe en el marco de una ciencia normal, ciencia positivista que busca la objetividad y la previsibilidad, en tanto heredera de una ciencia marcada por el reduccionismo (la especialización y la hiper especialización), la disyunción (que todo lo fragmenta, lo dicotomiza), el mecanicismo (leyes constantes), el determinismo, la linealidad (que privilegia la causalidad), entre otras particularidades. Estas propiedades han sido y seguirán muy importantes para los avances de la tecnociencia a nivel global como en nuestros países. No obstante, no son suficientes para explicar la complejidad sociecológica de la realidad.

En buena cuenta, todavía el ejercicio de la ciencia normal es fuertemente antropocéntrica en tanto se ha considerado históricamente que el ser humano es la medida de todas las cosas y la naturaleza se concibe como una canasta de recursos que está a disposición y disfrute del ser humano. Por eso no solo existe el derecho sino también la obligación de explotarla, aprovecharla, manejarla. Aunque se usen diferentes denominaciones todas estas variantes no son sino expresiones de dominio, sumisión, extracción. Por ello es que la naturaleza se convierte en recurso natural, en capital natural, en cosas, en bienes y servicios, términos que ponen de relieve su origen económico y utilitarista.

La ciencia normal también tiene una fuerte impronta antropocéntrica, en tanto se ha considerado que el ser humano es la medida de todas las cosas. Todo en nombre del exclusivismo humano. Ello se va a traducir incluso en el derecho al acceso, uso, gestión y beneficio del aprovechamiento o explotación de los recursos naturales.

Además paralela a todas estas expresiones de relación entre el ser humano y la naturaleza hay que tener presente que existe un proceso de construcción de una economía, llamada científica, que se ha convertido en el sistema económico capitalista neoliberal que privilegia el capital, que todo lo convierte en capital, que considera que los capitales son sustituibles. Esta perspectiva ha sido tan efectiva en su difusión que para muchos hablar de sistema capitalista neoliberal es hablar de desarrollo. Consecuentemente, desde esta perspectiva, no hay otra manera de hacer desarrollo e incluso grupos oprimidos asumen este dogma y lo reclaman. De esta manera el sistema capitalista neoliberal, fuertemente asociado al individuo, a la propiedad privada, el reducido tamaño e intervención del Estado termina monetarizando todo tipo de relaciones. Quedan legitimadas entonces las consignas de producción, productividad, rentabilidad, competitividad.  Desde I+D+i, se legitima entonces la I+D+i para la competitividad.

Es aquí cuando regresamos a los sures. Desde los sures no solo se está hablando de desarrollo pues también han surgido, abrevando desde nuestras matrices culturales del Buen Vivir, los Buenos Vivires, los Buenos Convivires, las alternativas al desarrollo (no de desarrollo) que se nutren desde la solidaridad, la cooperación, la reciprocidad, la complementariedad. Estas propuestas se fundamentan en la armonía con uno mismo (integridad biopsicosocial-espiritual), con la sociedad (con los humanos), con la naturaleza (con todas las expresiones de vida incluyendo las humanas y las otras-que-humanas), y con el cosmos (del cual provenimos y estamos interrelacionados por la energía cósmica).

Bajo estas relaciones de Buenos Convivires entonces todas las expresiones de vida nos concebimos como cohabitantes, como especies compañeras. Con ello se está reconociendo que somos interespecies, interexistimos, intersomos. Además de reconocer que incluso el ser humano es la expresión más tangible que somos ecosistemas caminantes, somos biodiversidad, somos humanos con toda nuestra animalidad, nuestra vegetalidad y nuestra mineralidad. Pertenecemos a una misma y única vida que permanentemente se transforma en el tiempo. No hay pues separación entre la naturaleza y la cultura. Somos una única realidad socioecológica que con el tiempo se va transformando. No es que seamos la especie dominante de la Tierra, somos una especie que, a partir de nuestras especificidades, así como otras especies tienen la suya, tenemos una responsabilidad moral de ampliar la comunidad del cuidado.

Aunque la economía y el mercado tienen un rol importante en la vida, no todo gira en torno a la economía. De ahí la importancia de pensar en economías otras. Economías como la Economía Ecológica, Economías sociales y Solidarias, Bioeconomía, economías que aportan al respeto a la vida en todas sus expresiones. Todas ellas inscritas en el marco de la descolonización (de territorios, de la Naturaleza, de cuerpos) y de expresiones que van más allá del mercantilismo que reduce la naturaleza a cosas, a precios, a transacciones, a costos beneficios, a intereses económicos.

Porque en los sures no solo somos seres de razón, somos seres sentipensantes, corazonamos. Nuestro conocimiento es encuerpado, esto es pensamos con todo el cuerpo, en el medio y a través de la acción. Nuestros sures también piensan con la imaginación, con la intuición, con la poesía, con los cantares, soñares. Porque reconocemos que todo ser vivo tiene niveles de conciencia, inteligencia, sensibilidad. Porque reconocemos que cada expresión de vida quiere vivir. Ello no implica desconocer que algunas especies nos pueden hacer daño o nos pueden enfermar. Todo depende de la calidad de las relaciones. Cuando guardamos distancia cada especie cumple su razón de ser.

Tenemos por tanto el reto de construir políticas de Investigación Florecimiento e innovación desde los sures (I+F+i) que más allá de la competitividad, esté orientada a la genuina y profunda sustentabilidad, mejor, orientada a la vida. Donde el desarrollo científico y tecnológico no sea para sacrificar la vida de nuestros cohabitantes de la Tierra, sino todo lo contrario para celebrarla, para exaltarla, para respetarla. Que no sea para incrementar nuestro potencial de destrucción de vida, sino para regenerarla. Que no sea para que acumulemos riqueza a costa de nuestros valores culturales y espirituales de profunda comunicación con la Naturaleza. Que sea para el mutuo cuidado.

Gran reto de tener respuestas alternativas al capitalismo académico que obliga a entrar en los circuitos comerciales de la producción académica. Aunque las publicaciones son importantes también es importante escribir para la acción cotidiana de nuestros pueblos, los movimientos sociales, para las transiciones justas y sustentables, para la transformación que recupere nuestro sentido de pertenencia a la Madre Tierra, a la Biósfera.

(*) Doctor en Pensamiento Complejo por la Multidiversidad Mundo Real Edgar Morín de México, Magister en Conservación de Recursos Forestales por la Universidad Agraria La Molina, Perú. Docente en la Maestría de Ecología y Gestión Ambiental de la Universidad Ricardo Palma.