Javier Belda.

Momento psicosocial

Las imágenes del genocidio en Gaza son tan extremas que han logrado dejar en un segundo plano a las víctimas del sistema de violencia instalado en otros puntos del planeta. Da la sensación de que nos estemos deslizando velozmente por un tobogán ensangrentado. El desastre total parece inevitable, si es que no estamos con los ojos y oídos tapados.

La lucha es también entre los cielos y los infiernos, dicen algunos —efectivamente son tiempos de profecía y magia—. Sin llevarles la contraria, existe esa lucha en sentido figurado, una lucha entre la dignidad y la vileza.

También los hay que, rizando el rizo, dicen que están exterminando al pueblo palestino por mandato bíblico, que simplemente no deberían estar ahí y que, en última instancia, representan el mal, ya que no son de la misma religión que sus verdugos.

Los palestinos, aún en las condiciones más extremas tratan siempre de honrar a los muertos. Estamos requeridos a preservar la memoria, tal como se sigue haciendo con las víctimas de las dictaduras del llamado «patio trasero».Las imágenes del genocidio en Palestina deben quedar todas archivadas, pues son el mejor autorretrato de Occidente y sus aliados, el cual se ha convertido en un sistema belicista y terrorista a gran escala, al que se suma ahora la retórica de la guerra nuclear.

 

¿Existe alguna salida?

No es fácil atisbar una salida positiva, pero debemos intentarlo.

Hace cien años Ortega y Gasset se refirió al colapso civilizatorio en sus escritos, aportando su visión de la historia como un sistema dinámico de eventos interconectados.

En estas edades de consunción, el valor se convierte en una cualidad insólita que sólo algunos poseen. La valentía se torna profesión, y sus profesionales componen la soldadesca que se alza contra todo el poder público y oprime estúpidamente el resto del cuerpo social. [1]

A finales del pasado siglo otros observaron magnitudes temporales mayores en las que estarían insertas las civilizaciones. Nos referimos a los estudios de la Megahistoria y a la visión del Humanismo Universalista. [2]

Silo describía la dinámica histórica del siguiente modo:

El proceso histórico general arranca con grupos aislados de recolectores y cazadores que van complementándose con otros grupos, y luego se sintetiza hacia “un centro de gravedad” en el que comienza a surgir una cultura o civilización. Esta sigue la ley de ciclo hasta que se desintegra.

Los factores progresivos pasan a la civilización siguiente, observándose a lo largo del proceso a todas las civilizaciones convergiendo hacia una civilización sintética planetaria.

Ese “centro de gravedad” hacia el cual convergen todas las civilizaciones coincidirá con el nuevo salto evolutivo de la especie, siguiendo el esquema de los centros creativos y de la expansión de estos centros. [3]

Nos centraremos, de momento, en la cuestión de nuestro fin de ciclo civilizatorio, de manera que nuestras conclusiones estén conectadas con el pulso actual de las noticias geopolíticas.

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Occidente siempre fue un sistema violento ya desde sus inicios, especialmente en las colonias de abastecimiento. No obstante, los autóctonos pudimos alcanzar el estatus de «ciudadanos libres» al consolidarse el modelo civilizatorio moderno. Si no éramos muy desafortunados, viviríamos en un estado de derecho, originalmente concebido en la polis griega de Atenas en el siglo VI a. C.

Muchos todavía creen que esto seguirá en pie en la tercera década de nuestro siglo XXI, pero las libertades se fueron diluyendo con cada algoritmo instalado en la inteligencia artificial. Ahora la burocracia pasa a ser computacional. Todo son protocolos que nos conducen a un mundo de virtualización sistémica, el cual garantiza el anonimato de los entes que ejercen el control, mientras que producen la pérdida del derecho a la intimidad de las personas y su libre criterio sobre los temas que les atañen. Todo lo que hacemos, comemos, visitamos, contaminamos, leemos, decimos… conforma nuestra huella digital personal.

Si hablamos de civilizaciones, es oportuno señalar que también en Oriente se ha practicado la violencia sin reparos, a fin de doblegar el espacio de la libertad de las personas individuales.

Nadie está a salvo. A lo largo de la historia en todos los rincones del planeta nos hemos estado masacrando y sometiendo al «orden establecido». Pocas culturas pueden ser consideradas no violentas.

Si queremos ver lo positivo, es más oportuno observar los «momentos humanistas», que sirvieron para encauzarnos en una dirección de supervivencia. Podríamos considerar a esos instantes como quantums de la historia evolutiva.

David Bohn describió esta dinámica de proceso en la que todo esta conectado.

… hay un flujo que no se puede definir explícitamente, pero que se puede conocer sólo de forma implícita, como lo indican sólo sus formas y estructuras explícitamente definibles, unas estables y otras inestables, que pueden ser abstraídas del flujo universal. En éste flujo, la mente y la materia no son sustancias separadas, sino que son más bien aspectos diferentes de un movimiento único y continuo. [4]

El Diccionario Humanista define la actitud humanista como «una forma histórica de la conciencia social que se va desarrollando en distintas culturas y que se manifiesta con claridad en un determinado momento humanista».

En los próximos días publicaremos en el IHPS estudios que fundamentan esta cuestión históricamente. Nos quedamos, por ahora, con esta idea de cómo el «momento humanista» asociado a una «actitud básica» nos ha permitido transformar los aparentes límites en momentos cruciales para la supervivencia.

Nuevamente el mundo parece abocado a un colapso planetario. En este contexto debería estar ya a la vista un nuevo «momento humanista» capaz de compensar la crisis civilizatoria. El reto es poder visualizar tanto lo uno como lo otro.

Tratemos pues de comprender, o al menos enunciar, la dimensión de nuestra problemática.

Tal vez el agotamiento de los recursos, quizá la contaminación; acaso una economía adulterada y fraudulenta respaldada por el complejo militar industrial; así como los desequilibrios en diversas latitudes y las guerras…

En realidad allá donde pongamos la mirada vamos a ver problemas muy profundos. Las cosas, en general, no van a mejor, sino a peor.  Sin embargo, no son problemas tan complicados para los que no seamos capaces de imaginar soluciones.

…el mundo está en condiciones tecnológicas suficientes para solucionar en corto tiempo los problemas de vastas regiones en lo que hace a pleno empleo, alimentación, salubridad, vivienda e instrucción. Si esta posibilidad no se realiza es, sencillamente, porque la especulación monstruosa del gran capital lo está impidiendo. [5]

 

La actitud antihumanista

Por lo tanto, podemos sintetizar el problema en uno solo: una «actitud antihumanista», fundamentada en una concepción del universo y la vida que podríamos definir como invertida, que es propia de «una estúpida y pequeña cultura materialista, (que) trata de denigrar (a lo humano) arrastrando todo hacia los antivalores y la desintegración».  [6]

Aun peor que los problemas irresueltos son las soluciones censuradas, o desbaratadas, para tener, por ejemplo, vehículos sin consumo energético, a través del motor magnético, o energía inagotable, a través de la fusión nuclear. Un sinfín de cosas que podrían ser desarrolladas aunando intenciones y conocimientos y que ahora están obstruidas a raíz del clima de agresión bélica y terrorista dominante.

En determinadas ocasiones se pretenden soluciones a gran escala con campañas del tipo «objetivos del milenio» y «agendas globalistas», pero rápidamente todo ello cae en cajón roto, agravando los problemas o produciendo otros nuevos.

Cualquier cosa que se implemente sin un cambio de la actitud básica será para peor. O bien es un plan tramposo en el origen o bien se convierte en algo contrario a los fines que postula en sus diversas fases de implementación.

Entre todo ello también está la filantropía invertida distópica, que consiste simplemente en reducir la población de humanos para preservar el viejo sistema.

Definitivamente no son confiables. Las organizaciones supranacionales no son garantía de nada más que de corrupción. Cualquier instrumento en manos de los ejecutivos desaprensivos será convertido en instrumento de enriquecimiento personal.

Es más, los hipócritas van a jugar a enunciar palabras que les suenan de oídas y van a concluir que es que la época demanda reinventar los conceptos tradicionales como familia, niñez, sexo, identidad, etc. —no es una discusión seria, olvídenlo. Estos dirigentes, gestores, gobernantes, súbditos y empleados sumisos solo quieren llenarse los bolsillos.

Aparentemente no hay salida. Pero en caso de haberla esta debería afrontar el principal problema: la actitud interna. El ser humano podrá pasar a la siguiente etapa si es capaz de superar su egoísmo. Lo definimos brevemente como una interpretación torcida de eso que a uno le conviene.

Al fin hemos alcanzado poder enunciar en una palabra todos los problemas planetarios, pero no por ello le vemos una solución. A estas alturas la plaga de magnates, corruptos, violentos y genocidas es descomunal. No es un tema cuantitativo, sino sistémico.

 

Diferenciación del proceso de destrucción

Volviendo a las escenas terribles en Gaza, en un primer momento nos impactan, tanto que en el mes de febrero, Aaron Bushnell, miembro activo de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, se prendió fuego frente a la embajada de Israel. Pero paulatinamente vamos perdiendo la sensibilidad debido a la saturación, un principio que ocurre también en física.

El ser humano puede en su potencialidad operar con la conversión, capaz como es de diferir y elaborar reacciones que no sean del tipo «estímulo-respuesta», que nos mantendrían siempre en un círculo cerrado.

Supongamos que detonara en París una bomba nuclear de 15 KT. De manera inmediata 91.000 personas morirían y otras 240.000 serían afectadas. La radiación alcanzaría una extensión de 9 km2 con un diámetro que iría desde la Place de la République hasta Montparnasse.

Pues bien, este impacto planetario de bombas nucleares cayendo sobre las ciudades europeas no sería suficiente para acometer el tema en su raíz (el egoísmo), sino que, más bien, a los pocos instantes de la detonación nuclear, muchos de los no afectados se apresurarían a intentar sacar provecho de la situación especulando en los mercados bursátiles.

Si en vez de ser una bomba de 15 KT fuera de 50.000 KT y las víctimas se contaran por decenas de millones, el resultado sería exactamente el mismo; esto es a lo que estamos abocados de cabeza irremisiblemente.

Por lo tanto, los elementos diferenciados del proceso general trabajamos por forjar una visión geopolítica que se corresponda con una posición existencial. Tomando como referente al método científico lanzamos nuestra hipótesis… Si superamos el egoísmo, ¿a qué mundo iremos, un mundo nuevo, una ruptura con lo anterior, un salto evolutivo…?

Tanto da si lo creen o no, si hemos de seguir en el universo esto ocurrirá, o bien será el fin de la humanidad.

Si nos fijamos bien, descubriremos que «lo nuevo» ya esta en marcha en muchas personas de formación y/o cultura diversas. Estamos ya en otra cosa, crece la proporción de sujetos diferenciados del viejo mundo. Algo desbordante a corto plazo, basado en una nueva actitud no-egoísta. De nuevo será posible la organización de las personas en otro nivel de la espiral evolutiva.

En todo caso, cada individuo es un universo en sí, por lo que el planteamiento vale también para uno mismo. Así, la respuesta universal y la respuesta personal coinciden. Pensemos en los últimos momentos de una vida, ahí ya no te preocupan las cosas materiales que tanto te preocuparon en la vida, ahí te preocupan otras cosas. Lo que tiene interés en el umbral de muerte es si tu proceso termina en ese punto o bien tiene alguna posibilidad de continuidad. Te preocupa la conectiva de tu ser con el universo, no la individualidad.

Volviendo a la cuestión del «momento humanista» diferenciado del proceso autodestructivo, son palpables los indicadores de dirección contrapuestos entre Occidente y Oriente.

Mientras el llamado occidente colectivo está en fase de cancelación y promoción de la muerte, el sur global está aplicado en la construcción de un mundo multipolar (promovido por los BRICS ampliados), basado en el respeto mutuo y en la búsqueda de caminos de evolución para todos. En ello se observa la superación del egoísmo primario para prestar atención y apoyo a las naciones expoliadas y saqueadas por los colonialistas.

También por el lado de Oriente podemos observar la confirmación de la tendencia a la respuesta diferida por parte de los estados agredidos, lo cual se corresponde con un estadio evolutivo de la especie humana de otra cualidad. No estamos ya ante el círculo cerrado estímulo-respuesta, sino ante un salto evolutivo espiral, que tiende a la resolución en dinámica y a la apuesta por el futuro.

Expusimos este planteamiento tras el atentado de los gasoductos Nord Stream I y II a finales de septiembre de 2022. [7] Debemos anotar que los hechos nos han contradicho respecto a lo argumentado en el artículo citado. En aquel momento no podíamos todavía hacernos una idea completa de la terquedad autodestructiva de los líderes europeos.

Ello no resta importancia a la respuesta de otro nivel por parte de Rusia, que es lo que tratamos de poner de manifiesto. El asunto es de tal significación que marca un antes y un después en la historia evolutiva del planeta. Una respuesta ejemplar que es referencia para otros.

IRNA | fotospublicas.com

En Oriente Medio, Israel y EEUU, han propiciado nuevas agresiones, perfectamente catalogadas como «casus belli» que podrían haber derivado en la respuesta bélica a gran escala por parte de Irán y otras naciones vecinas.

Haciendo un breve repaso de estos acontecimientos…

  • En enero de 2020, EE.UU. asesinó en Irak al general iraní Qasem Soleimani, líder del batallón de la Guardia Nacional Revolucionaria de Irán, el cual era ampliamente admirado y visto como el arquitecto de la influencia iraní en el Oriente Medio.
  • En octubre de 2023 el terrorismo estadounidense-sionista golpeó dolorosamente a Siria, en la Academia Militar de Homs, causando numerosas víctimas durante una ceremonia de graduación de jóvenes cadetes.

Durante el presente año, 2024, los acontecimientos han sido vertiginosos.

  • En enero, cerca de un centenar de personas murieron en Irán en dos explosiones ocurridas próximas a la tumba del general Qasem Soleimani mientras se conmemoraba el cuarto aniversario de su asesinato por parte de Estados Unidos.
  • El 1 de abril, aviones israelíes destruyeron el edificio anexo del consulado adyacente a la embajada iraní en Damasco (Siria), matando a dieciséis personas, incluido un alto comandante de la Fuerza Quds de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica, el general de brigada Mohammad Reza Zahedi y otros siete oficiales.
  • El 15 de abril, Irán lanzó alrededor de 300 drones, misiles de crucero y balísticos desde su propio territorio hacia el de Israel, sin causar víctimas, atravesando la «coraza de hierro» israelí para detonar en puntos preseleccionados. Esta respuesta cumplía con el objetivo de avisar a Israel sobre su vulnerabilidad y hacerle saber que también podía ser atacado.

(Es posible que esta no fuera una buena idea, pues las fuerzas de la OTAN han tomado nota de esta estrategia que pretenden copiar en otros escenarios).

  • El 19 de mayo, el presidente de Irán, Ebrahim Raisi, murió en un accidente de helicóptero, en el que viajaban también el ministro de Asuntos Exteriores, Hossein Amir-Abdollahian, junto con otras 6 personas. Un acontecimiento que muchos analistas consideran atentado, tanto por lo extraño del suceso como por el historial terrorista de EEUU e Israel.

Frente a este último suceso Irán ha optado por considerarlo un accidente, al menos públicamente. La razón para ello es evidente, a tenor de lo dicho por el analista Pepe Escobar.

La integración de Eurasia y el impulso hacia el multipolarismo están liderados fundamentalmente por tres actores principales: Rusia, China e Irán. […]

Putin invitó al embajador iraní en Rusia, Jalali, a asistir a una reunión improvisada de los principales defensores de Rusia a las 10 de la noche del domingo.

Estaban todos allí: el ministro de Defensa, Belousov; Secretario del Consejo de Seguridad Shoigu; Jefe de Estado Mayor Gerasimov; el ministro de Emergencias, Kurenkov; Asistente especial del presidente Levitin.

El mensaje: Rusia respalda a Irán.

Rusia apoya plenamente la estabilidad y continuidad del gobierno iraní, que ya está plenamente garantizada por la Constitución iraní.

Estamos en modo de guerra completamente híbrida, al borde de la guerra caliente, en la mayor parte del planeta.

Tres civilizaciones-estado que están dando forma a un nuevo mundo no podrían ser más claras. Interconectados como están a través de asociaciones estratégicas bilaterales, así como su membresía en los BRICS y la SCO, y luego de la reunión Putin-Xi de la semana pasada en Beijing, ninguno de los tres permitirá que sus otros socios sean desestabilizados por los sospechosos habituales. [8]

De la otra parte, Israel parece deseoso de lanzar una bomba atómica, o varias, en países vecinos, sobre todo si el atacado no tiene capacidad de respuesta a ese nivel, lo cual es siempre una apuesta incierta.

Estamos pues en el vórtice del equilibrio inestable que puede llevarnos tanto a la destrucción como a un nuevo salto evolutivo.

Si es cierto que la información necesaria para producir eventos de «destrucción masiva» está quedando al alcance de una creciente cantidad de individuos, no hay posibilidad de subsistencia de la especie humana si no es a través de un salto evolutivo general de la población. Al escribir esto puedo imaginar la voz de dos o tres amigos que repiten una y otra vez «eso es muy difícil». Sin embargo, por difícil que sea, si es necesario para la subsistencia de la humanidad, de algún modo tendría que ocurrir. Los saltos evolutivos son impredecibles e inimaginables, y sin embargo, suceden. Y el hecho de que se los perciba como «difíciles de ocurrir» revela justamente su naturaleza, pues son saltos que profundizan la situación de equilibrio inestable que es propia de los sistemas complejos. [9]

Más allá de las citas elocuentes, lo único que puede resolver esta ecuación es lo que usted tenga que decir ahora, que para eso es el nombrador de mil nombres y el que da sentido al mundo.

 


 

1: Ortega y Gasset. Epílogo sobre el alma desilusionada.

2: Singularidad: Fundamentos.

3: Silo. Estudios preliminares del Método Estructural Dinámico.

4: David Bohm. La totalidad y el orden implicado.

5: Documento del Movimiento Humanista.

6: frase de Silo.

7: 30 de septiembre de 2022, otra historia.

8: Pepe Escobar,  en su cuenta de Telegram.

9: Akop Nazaretián. Futuro no-lineal.

El artículo original se puede leer aquí