– Estoy solo. Nunca estuve tan solo como ahora, y nunca dejaré de estarlo- se lamentó, tirado en suelo y abrazándose las piernas.
Lo escucharon su familia, sus amigos, y algunos conocidos.
– Sí, estás solo – le contestaron al tiempo que le entregaban una resplandeciente hoja en blanco.- Pero no para siempre.