Por Tafadzwa Munyaka

En los últimos años, el panorama de la filantropía africana ha experimentado una profunda transformación. ¿O no? Históricamente, la narrativa de la asistencia y el desarrollo en África estuvo dominada por donantes externos y organizaciones no gubernamentales internacionales.

El papel de las donaciones africanas ha sido en gran medida silencioso. Sin embargo, surge un nuevo paradigma en el que las organizaciones comunitarias recuperan la narrativa e impulsan el cambio desde dentro.

Tras años de donaciones tradicionales, llega el momento de disipar la idea de que la filantropía africana ha sido limitada o colonizada. Este cambio no solo reconfigura la forma en que se practica y se ha practicado la filantropía en muchas comunidades del continente, sino que también redefine el concepto mismo de desarrollo.

De las iniciativas de base, las familias y la comunidad

En el corazón de la filantropía africana se encuentran las iniciativas de base, las familias y la comunidad en general. Las personas que lideran esta transformación son los mismos agentes pioneros en donaciones de largo plazo, no solo en situaciones de emergencia.

La característica común que tienen es que están fuertemente arraigados en las comunidades y poseen un profundo conocimiento del contexto, las necesidades y las aspiraciones locales. Por ejemplo, las familias extensas contribuyen a enviar a los niños a la escuela o a garantizar que un pariente tenga acceso a la atención médica.

Por ejemplo, en Zimbabue, históricamente, en tiempos de incertidumbre, el jefe de la aldea guardaba el grano que la comunidad le entregaba como en fideicomiso para los días de lluvia, conocido como isiphala senkosi en isiNdebele o dura rashe en chiShona, que significa el granero del jefe. A diferencia de las entidades externas, estos agentes no son meros visitantes; son partes interesadas en el bienestar y la prosperidad de sus comunidades, como se ilustra a continuación.

En el caso de las organizaciones comunitarias, puedo señalar que están en una posición única para abordar los problemas de una manera que sea culturalmente sensible y sostenible. Pueden movilizar recursos locales, implicar a los miembros de la comunidad y aplicar soluciones adaptadas a los retos y oportunidades específicos de sus entornos.

El enfoque localizado garantiza que las intervenciones sean pertinentes y tengan un impacto duradero. De este modo, tienden a prescindir de explicaciones elaboradas sobre cómo se van a utilizar los recursos, porque todo el mundo participa y lo sabe. Esto no quiere decir que no haya rendición de cuentas.

Más bien, la ayuda no está sujeta a condiciones o programas estrictos, lo que acaba produciendo un impacto superficial, ya que gran parte de ella está empantanada en la burocracia.

La narrativa de la ayuda

La narrativa tradicional de la filantropía africana ha retratado a menudo al continente como un receptor pasivo de asistencia. En este caso, la ayuda se ve en términos monetarios o de la posibilidad de cuantificarla, normalmente en dólares.

Esa perspectiva no solo socava la capacidad de acción de las comunidades africanas, sino que perpetúa el síndrome de dependencia.

Para el Norte global, la filantropía significa que uno ha adquirido un nuevo estatus de riqueza y de repente tiene más para dar, lo que contrasta con las donaciones africanas, que están arraigadas en la necesidad de ayudar o de contribuir a una solución a pesar del estatus de riqueza de cada uno.

Sin embargo, las organizaciones comunitarias, las familias y las comunidades han desafiado continuamente esta narrativa mostrando la resistencia, el ingenio y la inventiva de las comunidades africanas a través de las donaciones cotidianas. La pandemia de covid-19 constituye un claro ejemplo de ello, ya que “los llamados a un cambio de paradigma en el sector filantrópico registraron un impulso” en el Norte global.

Al colocarse al frente de las iniciativas de desarrollo, las organizaciones comunitarias demuestran desde hace tiempo que las comunidades africanas no están indefensas sino que, de hecho, son capaces de impulsar su propio progreso, ceteris paribus.

Este cambio es crucial para cambiar la percepción de África, de continente necesitado a continente de oportunidades; destaca la importancia de la asociación y la colaboración, en las que el apoyo externo complementa los esfuerzos locales en lugar de imponerlos.

Cabe señalar que estas asociaciones no deben “enquistarse en relaciones de poder desiguales«, denotando la dirección de cada detalle minucioso de quién se beneficia, qué debe hacerse y dónde, entre otras cosas, frustrando el propósito de la filantropía sostenible.

De narración

Un componente fundamental para recuperar la narrativa en la filantropía africana es la narración de historias. Las organizaciones comunitarias utilizan cada vez más la narración como herramienta para destacar sus éxitos, compartir sus retos y amplificar las voces de las comunidades a las que sirven.

Son historias poderosas porque proporcionan un relato de primera mano del impacto de las iniciativas dirigidas por la comunidad y ofrecen un retrato más matizado y preciso del desarrollo africano.

Estas historias son contadas por personas que se encuentran en el centro de los retos, de las oportunidades o del desarrollo, no porque tengan que cumplir y ajustarse a los acuerdos de subvención, sino expresando sus realidades y experiencias vividas.

A través de la narración de historias, las organizaciones comunitarias pueden humanizar su trabajo y hacerlo más cercano y convincente para un público más amplio. Muchos niños y adultos han tenido acceso a la salud y a la educación, han salido de la pobreza y han ofrecido las mismas oportunidades a otros en sus comunidades o pueblos, y estas historias son conocidas.

Esos relatos y realidades solo fueron posibles porque hubo personas que contribuyeron a estas causas, lo que hace que el dicho de que hace falta un pueblo para criar a un niño, por ejemplo, sea cierto. También ayuda a crear un sentimiento de orgullo y propiedad entre los miembros de la comunidad, reforzando la idea de que ellos son los arquitectos de su propio futuro.

Donaciones del sector privado local

El sector privado local es un actor esencial, aunque a menudo ignorado, en el cambiante panorama de la filantropía africana. Las empresas y los empresarios de todo el continente reconocen cada vez más su papel en el impulso del desarrollo social y económico.

A través de iniciativas de responsabilidad social corporativa, inversiones directas en proyectos comunitarios y asociaciones estratégicas con organizaciones comunitarias, el sector privado africano contribuye significativamente a los esfuerzos filantrópicos.

Estas empresas no solo aportan recursos financieros, sino también experiencia, innovación y un enfoque orientado a los resultados de las iniciativas de desarrollo. Aprovechando sus redes y su influencia, las empresas locales ayudan a ampliar proyectos de impacto, apoyar empresas locales sostenibles y crear oportunidades de empleo, reforzando así los cimientos económicos de las comunidades.

Este compromiso del sector privado local no solo complementa los esfuerzos filantrópicos tradicionales, sino que también garantiza que las iniciativas de desarrollo estén profundamente arraigadas en el contexto económico local, reforzando su sostenibilidad y eficacia.

Retos y oportunidades

Aunque el cambio hacia la filantropía impulsado por la comunidad es prometedor, no está exento de desafíos. Las organizaciones comunitarias suelen operar con recursos limitados y se enfrentan a barreras estructurales que pueden impedir su eficacia.

Además, los modelos de financiación existentes siguen estando muy sesgados hacia las organizaciones internacionales, lo que dificulta el acceso a las de base comunitarias a los fondos necesarios, ya que los recursos económicos locales son insignificantes.

Sin embargo, esos retos también presentan oportunidades. Los donantes y los socios para el desarrollo reconocen cada vez más el valor de apoyar las iniciativas de base. Invirtiendo en el desarrollo de capacidades y proporcionando financiación flexible, los donantes pueden ayudar a reforzar la infraestructura de las organizaciones comunitarias, permitiéndoles ampliar su impacto.

Llevarlo a casa

Recuperar la narrativa en la filantropía africana no consiste solo en cambiar las percepciones, sino en desplazar el poder y fomentar un enfoque más integrador y equitativo del desarrollo. Las organizaciones comunitarias están a la vanguardia de este movimiento, demostrando que el cambio sostenible se consigue mejor cuando se impulsa desde dentro.

De cara al futuro, es esencial seguir apoyando y empoderando a las organizaciones comunitarias, reconociendo su papel vital a la hora de forjar el destino de sus comunidades. Al hacerlo, podemos construir una nueva narrativa de la filantropía africana, una que celebre la fuerza, la resiliencia y el potencial de las comunidades africanas, como debe ser.

Tafadzwa Munyaka es una profesional del cambio social/sin fines de lucro y con experiencia transversal en recaudación de fondos, gestión de programas y defensa de los derechos de la infancia.

El artículo original se puede leer aquí