Desde la Red Humanista de Noticias de Salud REHUNO Salud ponemos en marcha un lugar de intercambio donde encontramos una nueva mirada sobre la vida cotidiana basada en una psicología experiencial y existencial (la Psicología del Nuevo Humanismo), y que da unas propuestas concretas de trabajo personal para llegar a un sentido pleno de nuestra existencia y a una vida libre de sufrimientos innecesarios.
No es, por tanto, una psicología terapéutica ni que trate sobre ninguna patología, sino que va dirigida a cualquier persona que quiera comprenderse a sí misma y tener herramientas, si así lo desea, para iniciar un cambio positivo en su vida. El bienestar psicológico es sin duda una de las bases de la salud integral, por ello es un aspecto al que hay que atender. Te invitamos a poner en práctica estas propuestas y también a que te comuniques con nosotros y nos cuentes tu experiencia. ¡Escríbenos!
Por Jordi Jiménez
Soy pequeño y estoy en el colegio donde el profesor trata de dar una explicación sobre algo que no me interesa lo más mínimo. Entonces oigo mi nombre: Pepito! Atiende a la explicación, grita el desesperado profesor al ver el caso omiso de su público a las lúcidas explicaciones que está dando.
Por supuesto, el hecho provoca en mí un aumento de la tensión física y emocional. Mi cuerpo se pone rígido y mis temores de recibir un castigo o incluso un cachete (sí, antes se golpeaba a los niños en clase) hacen que mis tensiones estén justificadas. Así que trato de atender a “eso” con toda mi energía. La tensión continúa por un tiempo más acompañada de ese estado atencional forzado por la amenaza. Al cabo de unos minutos la tensión se va relajando y la atención al tema… también. Y tal escena se va repitiendo durante varios años en el periodo escolar.
¡Enhorabuena! Hemos creado una asociación fuerte entre tensión y atención. Cada uno lo ha grabado con mayor o menor intensidad, pero cuando esos dos fenómenos se han dado juntos se han acabado asociando en nuestra memoria (ver artículo: La memoria una hoja de doble filo). La memoria no graba estímulos sueltos, sino situaciones globales. Seguramente también hubo niños que atendían con gusto y genuinamente las explicaciones de los docentes por lo que grabaron la atención de manera distensa y grata. Todo un regalo de la vida. Sin embargo, parece que la mayoría no tuvimos esa experiencia.
Y entonces qué ocurre cuando se graban juntas la tensión y la atención? Pues ocurre que las situaciones donde no hay que atender a nada con especial intensidad se convierten en placenteras, mientras que las situaciones donde hay que atender a algo se registran, se sienten, como algo doloroso o cuanto menos desagradable. Y ya sabemos que la conciencia tiende a buscar el placer y a huir del dolor, obviamente.
Esto hace que, incluso en el ámbito social, se vean cada vez mayores síntomas de desatención, de distracciones o de errores debidos al deseo o a la necesidad de huir de situaciones tensas asociadas a la atención. En algunos de los trabajos actuales se ha perpetuado este vínculo y muchas situaciones que requieren un alto nivel atencional están sometidas al mismo tiempo a fuertes tensiones físicas y/o emocionales con un trasfondo de temor por las amenazas de pérdida del trabajo.
Por otro lado, el cada vez mayor flujo de impactos sensoriales en forma de imágenes, sonidos y datos sobre la conciencia hace imposible atender a todo con un mínimo de profundidad y esto lleva a un estilo atencional superfluo donde se pone la mínima atención a lo que nos rodea.
Resumiendo el panorama atencional, tenemos por un lado, la mala praxis en el sistema educativo, el chantaje laboral cuando somos adultos y la saturación de estímulos cada vez más veloces. Un panorama que produce una desatención en aumento.
Esta desatención a los estímulos externos también produce un fenómeno que podríamos llamar de ensimismamiento. Personas encerradas en sí mismas, es decir, con su atención centrada en sus propias sensaciones, imágenes y sentimientos, con una cierta desconexión del mundo externo, incluyendo al resto de personas. Al mismo tiempo, nuestras sociedades fomentan el valor del individualismo alimentando así este círculo cerrado que aísla a las personas del mundo.
¿Qué hacer entonces? Dicho en pocas palabras: cultivar una “actitud” atenta y serena, desvinculando la atención de la tensión.
Por un lado, cultivar implica un acto intencional. No se puede modificar algo tan fuertemente grabado sin una intención clara en ese sentido (ver: la memoria una hoja de doble filo). Y por otro lado, actitud se refiere a una “predisposición hacia” la atención serena y no “forzar” las cosas para lograr una atención serena. Si fuera así, estaríamos cayendo de nuevo en el círculo de la tensión. Hay que aprender a atender con suavidad y hay que hacerlo con gusto. Un poquito cada día es suficiente para empezar a avanzar.
Esto es como cualquier otro entrenamiento. Al principio cuesta, pero luego se le va cogiendo el gusto. ¿No hemos ido al gimnasio alguna vez para coger nuevos hábitos o ganar en forma física? Las habilidades internas también se entrenan y se desarrollan de la misma forma: poniendo intención y constancia, pero de forma suave y sin tensiones (a diferencia de los deportes que sí requieren de una cierta tensión muscular).
Además se puede hacer en el contexto de la vida cotidiana. En cualquier momento del día pongo atención a lo que estoy haciendo y al mismo tiempo observo si mi cuerpo está distenso y mis emociones suaves. Atiendo sólo a lo que veo, oigo y noto (con el tacto) tratando de no hacer caso a otras imágenes y sensaciones (lo que hemos llamado ensueños de los que hablaremos próximamente). Estoy así unos instantes y luego continúo con mis cosas. Si se hace bien puede surgir una especie de silencio y calma interna que dura muy poquito. A veces se registra como que algo en mí se ha conectado con todo lo que me rodea. Puede haber diversos fenómenos de más o menos intensidad, pero lo más importante es que se consolide un “gusto” por ese nuevo tipo de atención distensa y limpia, sin ruidos y que me conecta conmigo mismo y con los demás.