España se vio paralizada por la segunda huelga general contra las políticas de ajuste de Mariano Rajoy, que sacó a la calle a decenas de miles de personas en multitudinarias marchas en todo el país que en algunos casos fueron reprimidas por la policía.
Madrid y Barcelona vivieron las protestas más masivas, con un millón de personas en ambos lugares, según cifras de las centrales sindicales convocantes, Unión General de Trabajadores (UGT) y Comisiones Obreras (CC.OO).
Como es habitual, el gobierno rebajó la cifra de forma considerable, con 35.000 personas en la capital y 50.000 en la ciudad condal. La guardia urbana de Barcelona, en cambio, situó la asistencia en 110.000 personas.
En la capital catalana la jornada de huelga concluyó con choques entre manifestantes y la policía, que cargó con balas de goma y porras para dispersar a miles de personas que participaban de la marcha de los movimientos sociales vinculados a los “indignados” y los sindicatos alternativos.
La policía reprimió a los manifestantes luego de que un grupo de jóvenes arrojara botellas y varios petardos en dirección a los uniformados en las cercanías de la Catedral, en el centro de la ciudad.
Los agentes lanzaron balas de goma y, en medio del caos, decenas de furgones policiales bajaron a toda velocidad por una arteria principal dispersando a miles de personas.
Se produjeron corridas en las zonas aledañas, donde por momentos se vivió una verdadera batalla campal, con algunos contenedores y basura en llamas y barricadas. Dos vehículos de la policía terminaron quemados.
En Madrid, agentes policiales dispersaron también a un grupo de manifestantes que se concentraron en las inmediaciones del Congreso de los Diputados, en la plaza Neptuno, y asimismo hubo corridas por el Paseo del Prado.
El líder de UGT, Candido Méndez, advirtió al cierre de la marcha de Madrid que “el pueblo permanecerá de pie» si el gobierno «se arrodilla» ante las exigencias de la Unión Europea (UE).
«Vamos a ver cuánto aguantan. Nosotros tenemos mucho aguante», aseguró por su parte, Ignacio Fernández Toxo, secretario general de CC.OO.
Decenas de miles de ciudadanos marcharon contra los recortes en todo el país y exigieron un referendo sobre las políticas de ajuste el mismo día en que el Congreso de los Diputados avalaba el presupuesto de 2013.
Las manifestaciones, que tuvieron como lema «Nos dejan sin futuro. Hay culpables. Hay soluciones», fueron el corolario de la segunda huelga general contra el ajuste implementado en España por el derechista Partido Popular (PP), de Rajoy.
De acuerdo con las centrales, el paro general tuvo un seguimiento medio del 78%, aunque en sectores como la industria, el transporte y la construcción, fue superior al 90%. En números, 9 millones de trabajadores adhirieron al paro, un 12,2% menos que en la huelga anterior del 29 de marzo.
El Ejecutivo español hizo una valoración muy diferente e indicó que la jornada de paro se desarrolló “sin alteraciones relevantes” en el transporte, la industria y grandes mercados, y se cumplieron los servicios mínimos- que en algunos casos llegan al 30% -, según la directora general de Política Interior, Cristina Díaz.
En su última comparecencia, la funcionaria informó que se habían producido 118 detenciones en incidentes vinculados con la huelga y que hubo 74 heridos.
La mayoría fueron por enfrentamientos entre huelguistas y la policía en los “piquetes informativos” que se instalaron en las cocheras de ómnibus de servicios públicos de transporte, zonas logísticas y los principales mercados de abasto del país.
Como dato ilustrativo del impacto de la huelga se suele utilizar el nivel de consumo eléctrico, que hoy cayó un 12,7%, algo menos que durante el paro de marzo, según datos de la empresa pública Red Eléctrica Española.
De la protesta participaron también dirigentes de las fuerzas opositoras, los socialistas y la izquierda parlamentaria.
Antes de la marcha, el líder del Partido Socialista (PSOE), Alfredo Pérez Rubalcaba, exigió al Ejecutivo un “cambio de la política económica” y acusó a Rajoy de utilizar la crisis como “coartada” para recortar el Estado social”.
Sin embargo, el ministro de Economía español, Luis de Guindos, defendió las políticas de austeridad del gobierno como la “única hoja de ruta posible” y subrayó que “la huelga no es el camino adecuado”.
La huelga fue dispar en los distintos sectores, pero muchos ciudadanos que fueron a trabajar por “miedo” o “necesidad” se sumaron a la protesta.
La apertura de los comercios se caracterizó por una fuerte presencia policial y en medio de gritos de “Vergüenza da ir a trabajar en la huelga general” o “esquirol” (término popular catalán para referirse a los rompe-huelgas).
Muchos de los negocios de algunas de las principales zonas comerciales de la capital, como la Gran Vía de Madrid, permanecieron cerrados, igual que en Barcelona, donde las persianas bajas dominaban en el céntrico Paseo de Gracia y en todo el casco histórico.
“Estamos aquí no porque estemos de acuerdo con el gobierno, sino porque no podemos hacer huelga”, explicaba a Télam Lidia Ortiz, de 26 años, empleada de un comercio de ropa que permanecía cerrado por los “piquetes” en el Portal del Angel de Barcelona. Lidia aseguró que participaría de la manifestación.
Carmen García Gutiérrez, propietaria de un kiosco del barrio Gótico, uno de los únicos comercios abiertos, dijo que “hoy no abre nadie, pero yo estoy sola y tengo que pagar las cuentas y el dinero no me alcanza. No estoy de acuerdo con los recortes, pero abro por necesidad”, insistió esta mujer de 63 años.