Hoy está teniendo lugar una huelga general de 24 horas en todo el estado español. Se trata de una huelga que coincide con convocatorias sindicales de protestas en una buena cantidad de países europeos. Estas manifestaciones contra los recortes sociales y la acción de los mercados tendrán distintos seguimiento según sectores y países.
En el caso de España, en esta misma jornada, se están discutiendo en el Congreso de los Diputados los Presupuestos Generales del Estado para el 2013, lo que ha dado lugar a que algunos de los colectivos convocantes hayan propuesto rodear el Congreso al finalizar la manifestación que tendrá lugar esta tarde en Madrid, como ocurriera el 25O y días sucesivos.
Es una huelga general convocada por los llamados sindicatos mayoritarios, a la que se han sumado otros colectivos sindicales como CGT, a petición de aquellos, desconvocando una huelga previa que tenían prevista para unos días atrás. Esto es histórico. Pese a las diferencias que aún existen y que están en la memoria reciente de muchos, causadas especialmente por la política que durante décadas han seguido los sindicatos CCOO y UGT de firma de acuerdos perjudiciales para los trabajadores, otros sindicatos se han sumado, del mismo modo que lo han hecho otros colectivos políticos y sociales históricos o más recientes.
Como hemos señalado en otras ocasiones, el surgimiento del movimiento 15M ha removido conciencias y organizaciones; ha dinamizado a una adormecida clase sindical y política y, en general, a la sociedad entera. Hay un antes y un después del 15 de mayo del 2011. También los indignados (entre los que se encuentran muchas personas de colectivos diversos) se suman muy activamente a esta huelga general pero lo hacen desde otro enfoque, se presentan como “bloque crítico”, por ejemplo, en la manifestación de la capital española y reivindican un cambio de sistema, no sólo de ciertas medidas relacionadas con recortes.
Escuchando diferentes tertulias en radios o televisiones a lo largo de la mañana, es muy evidente desde donde se hace el análisis de la huelga y las consecuencias de la misma, reflejo de la opinión también de muchos ciudadanos. Desde quienes se manifiestan en contra porque “el país no está para juegos de este tipo” o “lo que hay que hacer es trabajar para sacar adelante la nación”, hasta quienes apoyan la convocatoria comprendiendo el descontento social que crece exponencialmente, pasando por aquellos que no ven este paro como una denuncia de la política del gobierno sino como un termómetro de los sindicatos sobre su capacidad de movilización y el futuro que los espera. No hay alguien que niegue la situación de gravedad que está viviendo la sociedad española. El tema es desde dónde se está analizando y, en todos los casos, lo que se ve es que el análisis se hace desde la defensa de un sistema económico, político y social, enfermo de muerte.
Las soluciones son igualmente desesperadas. Mientras unos hablan de apretarse más aún el cinturón como necesidad fundamental ya que podría ser un desastre no pagar la deuda externa, por ejemplo, otros hablan de que el gobierno debe presionar a Europa con ciertas exigencias para levantar la presión sobre la economía española… En todos los casos, lo que se destila es una fuerte desesperación, una falta de futuro, una falta de soluciones a esta crisis, que quiere ser presentada como una crisis económica únicamente.
Y éste es el error a la hora de analizar la situación actual y la huelga en concreto. No se trata de una crisis económica, que lo es también. Es una crisis total del sistema, que poniendo como máximo valor el dinero y, por tanto, valorando la economía como único ámbito relacional, en un afán glotón por engordar se está comiendo a sí mismo. Es un cáncer dentro de un cuerpo que hoy es mundial y que afecta más a ciertos países pero que seguirá extendiéndose por el resto. No hay soluciones desde aquí si no queremos dedicarnos a poner únicamente parches para seguir manteniendo este cuerpo moribundo.
La única mirada que abre el futuro, que puede saltar por encima del desastre y contempla la posibilidad de salir de este túnel sin fin y de un mundo mejor, es el cuestionamiento de este sistema (basado en el poder de decisión de unos pocos sobre la gran mayoría), y en la construcción paralela de otra sociedad, cuyos principios sean poner a las personas por encima de cualquier otro valor; la horizontalidad e inclusividad como formas de relación y una metodología no violenta en la acción. Estos valores del 15M puestos al servicio de la búsqueda de lo que une a esa mayoría, a ese 99%, es lo que puede abrir el futuro. Y, para ello, también los sindicatos grandes y chicos, los partidos políticos y toda organización social tendrá que adaptar sus principios y su funcionamiento interno y de relaciones afuera a este nuevo momento histórico, si no quieren morir junto al sistema que los parió y que más temprano que tarde caerá.
¡Huelga sí! Pero no desde la desesperación, no sin futuro… Huelga como una medida más de denuncia y trabajando a la vez por el acercamiento y la construcción de una nueva fuerza social de base, que implique a toda la sociedad y que vaya más allá de siglas y divisiones que necesitamos superar. Desde aquí, la huelga sí tiene sentido.