El próximo domingo en la República Argentina se desarrollarán las elecciones presidenciales. Un punto clave para el proceso social y político del país, ya que luego de doce años de kirchnerismo en el poder, la ciudadanía se apresta a elegir un sucesor presidencial que no será ninguno de los dos fundadores de este movimiento. Néstor Kirchner (Presidente de 2003 a 2007), falleció en octubre de 2010 y Cristina Fernández de Kirchner, que ocupa el sillón presidencial desde 2007, está imposibilitada constitucionalmente de una nueva reelección: debe dejar pasar una oportunidad si quisiera presentarse nuevamente para ocupar la jefatura del Estado. Asimismo, se decidirá cómo quedará conformado el Congreso Nacional, clave para el acompañamiento del futuro gobierno.
Es así que el Frente para la Victoria, la fuerza política creada por el kirchnerismo con eje vertebral en el histórico Partido Justicialista pero conformado por una diversidad de fuerzas políticas, postula a la fórmula Daniel Scioli-Carlos Zannini, con un claro primer lugar el próximo domingo según los sondeos previos, aunque con posibilidades de disputar una segunda vuelta. En tanto que las encuestas dan un segundo lugar a la alianza de derecha Cambiemos que propone a Mauricio Macri, actual jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, quien deja una ciudad con más de 1700 millones de dólares de deuda, una corrupción endémica con el “caso Niembro” como máximo ejemplo y la salud pública en estado calamitoso, entre otras atrocidades. Más abajo en las posibilidades, se encuentra el Frente Renovador postulando al diputado Sergio Massa, ex integrante del gobierno kirchnerista, que viró claramente hacia la derecha más reaccionaria y hoy propone utilizar a las Fuerzas Armadas para la seguridad interior, algo prohibido por ley luego de la nefasta experiencia dictatorial. Son seis los candidatos que han logrado superar el piso de las primarias (además de los nombrados se encuentran, Del Caño del Frente de Izquierda, Stolbizer de Progresistas y Rodriguez Saa por Compromiso Federal), pero todo indica que es entre Scioli, Macri y Massa que se estará dando la máxima disputa.
La fórmula que se postula como la continuidad del modelo kirchnerista “nacional y popular” es encabezada por el gobernador desde 2007 de la Provincia de Buenos Aires (el 40 % de la población argentina), y vicepresidente de Néstor Kirchner. Scioli representa un peronismo más tradicional y menos referenciado a las ideas progresistas y a la juventud militante, como lo es la actual Presidenta. Si bien Scioli repitió hasta el cansancio que continuará en la misma dirección, defenderá las conquistas y derechos adquiridos, intencionará en la profundización de los lazos regionales, muchos simpatizantes provenientes del progresismo no terminan aún de confiarle su posibilidad de voto. En cambio, el candidato a vicepresidente Carlos Zannini proviene del “riñón” del kirchnerismo, trabajando junto a Néstor y Cristina desde Santa Cruz en los años 80.
Los líderes regionales como Evo Morales, Dilma Rousseff, Lula Da Silva, Tabaré Vazquez, Raúl Castro ya se mostraron junto a Scioli en un claro guiño de apoyo hacia la dirección política del gobierno nacional. De este modo, el candidato del Frente para la Victoria comunicó su intención de continuar el camino de integración regional, aunque marcando una idea “desarrollista” donde la infraestructura, las rutas, los puentes, la energía, el comercio, la industria sean el motor de la integración. La propuesta de ingresar en una etapa del “desarrollo” argentino fue su caballito de batalla en la campaña. Cristina Fernández no perdió oportunidad para marcarle el camino a su posible sucesor del mismo espacio político, de la necesidad de continuar por la senda de la integración latinoamericana.
En tanto que Mauricio Macri, quien podría ingresar en una segunda vuelta, es a las claras un representante de la derecha regional, de las mismas características que el venezolano Henrique Capriles, el brasileño Aécio Neves, el chileno Sebastián Piñeira, los opositores de derecha ecuatorianos y bolivianos, compartiendo una misma línea de pensamiento y acción económico-política. Con claras características de servir a los intereses del establishment, de responder al poder financiero internacional y de querer negociar y pagar a los Fondos Buitres, Macri se presentó en una cuidada campaña de marketing como dialoguista, interesado por ayudar a los pobres y marginados, hasta tuvo que explicitar que continuará con ciertas conquistas progresistas del kirchnerismo. Pero cuando sus asesores económicos expresan casi a escondidas lo que harán, o cada tanto cuando Macri se sale de guión y dice aquello que en realidad piensa, o cuando un análisis periodístico muestra lo realizado en la Ciudad de Buenos Aires, la dirección hacia el fortalecimiento de la concentración económica, las corporaciones nacionales y trasnacionales, el achicamiento del Estado y la ortodoxia neoliberal, es más que evidente.
Es así que el próximo domingo los argentinos no sólo disputamos una dirección política nacional, sino que elegiremos de qué modo serán las relaciones políticas regionales e internacionales. Son los pueblos los que intentan decidir su destino, su futuro, sus condiciones de vida. Los representantes políticos ocupan esporádicamente lugares de decisión, pero es en el seno de los pueblos donde deben hacerse carne sus derechos, avances y aspiraciones verdaderamente humanos. Desde nuestro lugar, abogaremos para que el país profundice una dirección progresista, de integración humana desde la base social, de mejoramiento de la dignidad de su pueblo poniendo todo en función de la salud y la educación pública, intentando democratizar las comunicaciones y desconcentrar las riquezas. Que el pueblo argentino elija entonces, y que por el bien del progreso histórico, que elija bien.