Las autoridades de Nueva York autorizaron a sus ciudadanos a votar hoy, día de comicios generales en Estados Unidos, en cualquier centro electoral porque la ciudad aun enfrenta afectaciones materiales y apagones por el huracán Sandy.
El gobernador Andrew Cuomo emitió el permiso para que la población participe en el sufragio presidencial y legislativo, pero excluyó de la orden las elecciones locales.
Gran parte de los tres mil locales habilitados para el proceso en Nueva York están sin servicio eléctrico o funcionan como albergues para los damnificados.
Ese territorio fue calificado como área de desastre tras el impacto del ciclón, con saldo nacional de al menos 111 muertos y pérdidas materiales estimadas en más de 50 mil millones de dólares.
El gobierno estadual también prevé montar estaciones de votación en carpas provisionales o en camiones militares en las zonas sin energía eléctrica o donde persisten las inundaciones.
Además, amplió el plazo del sufragio por correspondencia hasta el día 19.
Pese a esas iniciativas, expertos auguran una baja participación de los electores en la jornada comicial por el caos que dejó Sandy en ese estado, aun con un millón de personas y negocios sin electricidad.
Los pronósticos negativos también son extensivos a Nueva Jersey, también asolada por el meteoro hace una semana.
Ese estado permitirá a los desplazados por Sandy emitir su voto vía correo electrónico o fax y también distribuirá urnas en las oficinas administrativas del gobierno territorial en cada condado para quienes opten por depositar sus boletas en persona.
Los estadounidenses definirán este martes al futuro presidente y vicepresidente del país, así como a los nuevos integrantes de la Cámara de Representantes y un tercio del Senado.
La contienda por la Casa Blanca la encabezan el presidente demócrata, Barack Obama, y el aspirante republicano, Mitt Romney, pero también participan Gary Johnson (Partido Libertario), Jill Stein (Partido Verde), Virgil Goode (Partido Constitución) y Rocky Anderson (Partido Justicia).
Esos cuatro últimos candidatos tienen mínimas posibilidades de triunfo, porque desde 1852 todos los políticos electos para gobernar Estados Unidos proceden o bien del partido azul o del rojo.