Compartimos la carta de la mamá de Kevin Molina publicada por La Garganta Poderosa:
Hoy, hijo, quiero contarte todo lo que nos pasó en este largo, largo, largo tiempo, desde que no estás acá, desde que te arrancaron de mis brazos, desde ese mismo segundo, cuando empezamos a luchar, para que por lo menos haya Justicia y para demostrar que sí, que dejaron la zona liberada, nuestra zona, como siempre, nuestra zona una vez más.
No fue fácil, no es fácil, nada fácil. Gritamos, marchamos y aguantamos, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, todos los santos días, para que ahora pudiera darte una “buena” noticia: ya está imputado el responsable del operativo que decidió abandonarte, abandonarnos, “para que se maten entre ellos”, los que finalmente te mataron a vos.
Y sí, ni lo digas, yo tampoco puedo entender cómo pudo estar la causa cajoneada tanto tiempo en la fiscalía de Pompeya, aunque mirando otras causas que cajonearon, tal vez sí lo pueda entender, pero mirá, acá estamos, de pie, avanzando y dando pasos importantes. ¿Sabés por qué? Porque a cada minuto nos mueve el amor por vos y porque te extrañamos más de lo que nadie nunca podrá imaginar. De ahí, de acá, sale nuestro grito y nuestra fuerza para poder hacer todo lo que hicimos y todo lo que estamos haciendo, tu familia, tus vecinos, tus amistades poderosas, tu padrino…
Cada canción me recuerda a vos. Paso horas mirando los canales musicales, para que se me vengan a la mente aquellos días, cuando agarraba el cepillo de pelo con la mano, como si fuera un micrófono, para dedicarte algún tema o, más bien, para hacerte divertir… Y me río, hoy me río sola, me río al pensar cómo te ponías colorado, cómo me sonreías, cómo me comías a besos, cómo me llenabas de abrazos… Cómo me decías: «Te amo, Má».
El tiempo pasa, Kevin, pero vos no, vos estás acá, conmigo, en esta placita que ayudaste a construir. Y yo estoy ahí, viéndote jugar a la bolita con tus hermanos, como siempre, como ayer, cuando disfrutaba tu alegría en las victorias y padecía tu impotencia en las derrotas, porque “hicieron trampa”… ¡No te gustaba perder ni a las bolitas, hijo!
Con Priscila, tu hermana, solemos recordar cuando jugaban y se divertían, mientras vamos asimilando cuánto nos hacés falta, a nosotras y en especial a tu papá, que sigue teniendo los ojos llenos de lágrimas, cada vez que habla de vos con sus compañeros de trabajo. A todos, les cuenta cómo eras y cómo lo hacías sentir, diciéndole «Papucho». Como habrás visto, tus hermanitas no dejan de escribirte cartitas, noche a noche, para que todo el mundo sepa lo compañero y lo cariñoso que eras.
Ojalá, hijito, pudieras saber cuánta gente te quiere hoy, aun sin haberte conocido, gente que se pone a disposición, por lo grande que fuiste. Ojalá, ojalá vieras cómo se conmueven cada vez que me escuchan hablar de vos o cada vez que vienen a casa para conocer dónde dormías, dónde soñabas, dónde desayunabas, mientras mirabas los dibujitos, los mismos que mirabas esa terrible mañana.
Después de aquel 7 de septiembre, decidimos que la tapa de nuestra revista tenía que llevar tu grito. ¿Y sabés quién gritó con vos? Sí, ¡ Román! No pudiste cumplir el sueño de verlo en La Bombonera, porque no nos dejaron, pero terminamos entrando igual. Ya para el año, decidimos que tu grito se escuchara también en un libro, con 1500 vecinos haciendo ruido en la Rural… Y ahora, al cumplirse 2 años me emociono, porque ya imagino tu cara diciéndome “fuaaaaaa”.
No, esperá, esperá porque todavía falta lo mejor: ¡se agrandó la familia! Llegaron Tizi, Ian, Román y Noha, cuatro sobrinos que nos hacen sonreír, sin dejar de llorar, porque te extrañamos hijo, te extrañamos mucho y te extrañamos todos los días, a todas las horas… Pero tranquilo, Kevin: aunque la Justicia se haga la indiferente, ella también sabe muy bien que siempre estás presente.
Te amo,
Mamá.