En plena vorágine de “negociaciones” en la zona Euro, a diario escuchamos muchas sentencias que son dichas como verdades como puños: el Euro es irreversible, ningún país fuera del Euro es viable, Alemania es el país más poderoso de Europa, etc, etc.
Pero, tomando como ejemplo a Alemania de cómo fueron las cosas en el siglo pasado… Tras la derrota de la I Guerra Mundial (hace sólo 100 años) Alemania atravesaba un período crítico: inflación, desempleo, miseria, enfrentamientos sociales, lo cual dio origen al periodo de 1933 a 1945 en que se convirtió en una gran potencia mundial en volandas del nazismo (unos 75 años atrás). Posteriormente, tras la Segunda Guerra Mundial, Alemania fue ocupada militarmente por los ejércitos aliados, dividiéndose el territorio en zonas autónomas de ocupación, situación que se agravó aún más en 1961 con el levantamiento del Muro de Berlín (54 años atrás). En simultáneo había comenzado un movimiento silencioso o actitud perseverante, esta vez humilde, que convirtió a Alemania en el paraíso de la emigración de los años 60 y 70, pero que comenzó a declinar en los 80 a raíz de la emancipación tecnológica de Japón –el otro derrotado de la IIWW. Desde entonces, Alemania afianzó su estrategia de alianzas occidentales que culminó con la caída del muro y del comunismo en Rusia (muy pocos años atrás).
A tenor del correlato histórico vertiginoso, hablar de la fragmentación de la URSS (o caída controlada) pase, pero de ninguna manera se puede hablar de la caída de Rusia cuyo proyecto de cooperación multipolar no ha sido detenido ni por la crisis sistémica capitalista de 2007, ni por las campañas y tácticas militares de la OTAN en las repúblicas ex-soviéticas.
Como telón de fondo, en la memoria popular sigue vivo el espeluznante ejemplo de Yugoslavia, bombardeada por la OTAN en 1999, como advertencia allá donde llegue la influencia de Rusia, para Grecia y otros países menospreciados por la UE. Por eso los pactos estratégicos que hace Rusia con sus países vecinos suelen ser secretos, desvelados sólo con el transcurrir de los acontecimientos.
NACIÓN VERSUS CORPORACIÓN
En otros artículos me he referido al momento en que el sistema neoliberal trata de reinventarse dejando atrás de manera inconfesable todo resquicio de humanidad, para dar paso a una dictadura global orwelliana y huxleysiana, hoy en estado avanzado. *([1])
¿En qué se diferencian nación y corporación actualmente? –En nada! Pues destruyamos las naciones– Cocacola.org, McDonald’s, CNN, MTV, han extendido su virus corporativo, al punto en que ya no es extraño que cualquier expresión cultural se la debamos a las bondades de la obra social de la banca. Pero la cara no-amable del Estado Corporativo es la que sufren los ciudadanos negros de Baltimore, los emigrantes de Méjico, Melilla, Lampedusa y cualquier persona que se revele a ser el clon que la falsimedia y sus redes pretenden que seamos.
Mientras la nación tiene su razón de ser en sus ciudadanos y teóricamente vela por el equilibrio general, la corporación trabaja por el único objetivo de ser cada vez más poderosa, para ello no considera a las personas, obtiene precisamente sus mejores resultados destruyendo la salud, la educación y la calidad de vida.
Nuestro “momento” consiste en el traspaso de poder de las naciones hacia las corporaciones, cuyos tentáculos, abarcan ya todos los aspectos sociales reacomodados para la optimización de recursos.
Actualmente, las guerras son privadas (el cine lo ilustra en la película Avatar). Incluso la disidencia al sistema tiene sus ejemplos de privatización en las “revoluciones de colores” patrocinadas por empresas energéticas, militares, farmacéuticas, inmobiliarias, etc.
El problema adicional a la total perdida de libertad es la inestabilidad del sistema, un sistema a presión ya totalmente cerrado vigilado por cámaras, satélites, chips, comunicaciones, que apuntan directamente al ciudadano común. Un sistema que necesita de un enemigo temible, que no duda en crear y en armar para justificar su estado policial 2.0. Además, a medida que engorda, necesita guerras de gran magnitud que alimenten su industria armamentística, la cual es su columna vertebral.
El Estado Islámico es exactamente lo que necesita la corporación para tener un férreo control sobre sus dominios y territorios conquistados.
En este escenario, el PIB de Grecia o de cualquier país importa muy poco, porque lo único, lo que realmente importa, es su sumisión a las corporaciones.
Contrariamente a lo que se difunde, la independencia y prosperidad de una nación (monetaria, energética y de calidad de vida de sus ciudadanos) es su pasaporte a la devastación a manos de las corporaciones, si es que previamente no ha transigido en la aceptación de yugos bancarios, bajo la supervisión (traspaso del poder) del FMI, del BM y del BCE. Rumanía, Yugoslavia, Ucrania, son claros ejemplos de la instigación golpista occidental.
LA CUESTIÓN GENERACIONAL
Para mi generación todo lo que iba más allá del año 2000 era tan incierto como los límites del mundo más allá del Cabo Finisterre en tiempos remotos. Pero pasamos esa frontera del calendario occidental y seguimos cumpliendo años, sin colapso de las telecomunicaciones y sin cataclismos galácticos.
No obstante, nuestra generación, tengo la impresión, experimentó algún tipo de colapso al aventurarse en los comienzos del nuevo siglo. Nuestra concepción del mundo tenía principio, desarrollo e incluso fin. En cuanto al principio, no hace tanto tiempo que fueron inventadas muchas cosas que parece que hayan estado ahí desde siempre: la luz eléctrica, el avión, el automóvil, la radio, la televisión, el teléfono, el ferrocarril o la tecnología espacial. *([2])
Lo que entendemos por historia es hoy insuficiente para poder comprender. Quizá en algún futuro remoto la humanidad contará con una visión historiológica para ubicarse adecuadamente en el momento actual y proyectarse a futuro. *([3])
El momento actual no puede ser aprehendido desatendiendo la cuestión del desfase generacional: ¿Sobre qué se pregunta? ¿Quién pregunta?… Aun siendo metódicos en el emplazamiento, las respuestas obtenidas nos resultan desconcertantes. Resulta que incluso los “objetos de conciencia” en el tiempo de desarrollo de una generación, como la familia, el trabajo, la política, el estatus o el sentido de vida han cobrado nuevos significados o incluso significados opuestos a todo un sistema de creencias instaladas con las que nos hemos formado. Definitivamente, el significado de las palabras ha cambiado.
¿A qué se dedica una generación desfasada en el momento actual? Básicamente a tratar de detener el tiempo histórico que terminará por arrasarla. *([4]) Por eso en nuestro imaginario social nos dedicamos a diseñar toda clase de fines del mundo. Lo más lamentable es que ese intento contra la evolución viene armado con la violencia sistémica que la generación instalada detenta.
ALTERNATIVA A UN SISTEMA CERRADO
A la luz de la retrospectiva histórica en Europa, no sabemos cómo se moverán los acontecimientos, no sabemos si en pocos años será Grecia quien dictará a otros países cuál debe ser su política monetaria. Pero es de suponer que todo cambio sustancial implicará algún cataclismo y en el menor de los casos alguna renuncia al estatus prometido por la corporación.
En la segunda década de siglo se han desarrollado nuevos partidos políticos que podríamos definir como “humanistas”, por su ideario de reivindicaciones: democracia real, responsabilidad del cargo público, vocación política y altruismo, banca alternativa sin intereses, cooperativismo y propiedad participativa, etc.
Valdrá la pena ese intento revolucionario, pero posiblemente será insuficiente por causa de la gran concentración de poder que ha alcanzado el sistema.
De otra parte, una nueva revolución podría nacer en el corazón de la gente más allá de las palabras, con una nueva hoja de ruta de las naciones no-obedientes, que sirva de modelo. Si hablamos de una nueva esperanza de entendimiento, de una entrega personal desinteresada y de una verdadera preocupación por las nuevas generaciones, poniendo por delante a los más desfavorecidos, entonces estaremos ante el signo de una revolución profunda. Nuestra inspiración no dependerá ya de ningún movimiento, ni partido, ni grupo, sino de “la conciencia” que en su dinámica evolutiva crea condiciones para nuevos estadios evolutivos.
Elegir entre el caos destructivo o la revolución interna es algo en lo que todos tenemos cabida, porque todos estamos llamados a tomar decisiones importantes en los próximos tiempos.
———————————————–
[1] La época de las demoliciones, La era exponencial.
[2] Entre los inventos del siglo XX se encuentra el comienzo del desarrollo de la tecnología espacial. “El primer vuelo con un cohete usando propelentes líquidos se realizó ayer en la granja de la Tía Effie.” escribió Goddard en su diario tras el lanzamiento del primer cohete de combustible líquido el 16 de marzo de 1926, en Auburn. El cohete, que se denominaba “Nell” y tenía el tamaño de un brazo humano, se elevó apenas 12 metros durante un vuelo de dos segundos y medio que terminó en un campo de coles.
[3] En sus “Discusiones historiológicas”, del libro Contribuciones al Pensamiento, Silo indaga sobre cuáles habrán de ser los requisitos previos que deberían establecerse para la constitución de una Historiología que, como ciencia, quedaría en contraposición a aquellas filosofías de la historia o Historiografías, abocadas al registro de hechos y el respectivo acuerdo de dataciones de estos, dejando sin resolver conceptos fundamentales como el mismo “ocurrir” del hecho y su temporalidad.
[4] “…pero que el nacimiento y la muerte de las generaciones sea un hecho biológico, no nos permite biologizar su dialéctica. Por ello, la concepción ingenua de las generaciones según la cual «los jóvenes son revolucionarios, los de mediana edad se tornan conservadores y los más viejos reaccionarios», encuentra en numerosos análisis históricos, fuertes desmentidas que de no considerarse, nos llevan a un nuevo mito naturalista en el que la glorificación de la juventud es su correlato. Lo que va a definir el signo de la dialéctica generacional en cada momento histórico habrá de ser el proyecto de transformación o conservación que cada una lance a futuro.” Conferencia de Silo en el Centro Cultural San Martín. Buenos Aires, Argentina, 04/10/90 con motivo de la presentación del libro Contribuciones al Pensamiento.