La Comisión Europea lanza su Estrategia Industrial de Defensa con la que pone 1.500 millones de euros en circulación para el sector armamentístico y pone a la industria militar en los cuadros de mando de las decisiones políticas.
Por Pablo Elorduy/El salto diario
La Comisión Europea ha dado el martes 5 de marzo el pistoletazo de salida a la campaña electoral de Ursula Von der Leyen con la presentación de la nueva Estrategia Industrial de Defensa que, como medida más visible, aporta 1.500 millones de euros a un nuevo “Programa europeo de industria de defensa” (EDIP). No se trata solo de ese fondo ni de otras medidas para otorgar más poder a la industria, sino de la creación de un ambiente prebélico, enmarcado en varias declaraciones sobre el fin de los tiempos en los que Europa se preocupaba de la paz. Las palabras clave resonarán hasta el comienzo del verano en todas las discusiones sobre política europea. Son “cambio de paradigma”, amenaza o peligro “existencial” y, especialmente, “seguridad”. Esta última es la palabra que el equipo de Von der Leyen ha escuchado más en los grupos focales (focus group) con que la alemana prepara su segundo mandato al frente de la Comisión Europea.
Con una zona Euro que lleva varios meses al borde de la recesión, la apuesta de la halcón Von der Leyen por la industria armamentística quiere, en primer lugar, reorientar el debate de las próximas elecciones en torno a la amenaza rusa y, de manera más sutil, respecto a la migración. Ni una palabra del conflicto en Oriente Próximo ni del genocidio israelí en Gaza, que mañana jueves cumplirá seis meses.
Más bravo todavía que la presidenta de la Comisión Europea, Emmanuel Macron, que la semana pasada fue el primero en avanzar la idea de un ejército europeo pisando el barro de los campos de batalla en Ucrania, apuntó el martes que la guerra “ha vuelto a nuestras tierras” y tiró de las orejas a los socios de la UE a los que insta a no ser “cobardes”. En España, un país normalmente ajeno a los grandes debates europeos, el marco lo situó el periódico El País con una portada y un editorial que, el pasado domingo, situaba los términos en las coordenadas que se discuten en las salas nobles de la Unión Europea: “Dado que la guerra de Rusia contra Ucrania ha modificado la estructura de seguridad europea ello requiere también un esfuerzo urgente desde la Unión para fortalecer su capacidad de respuesta en los términos que impone un mundo hostil”.
We are working to take our defence industry to the next level.
Today we will present a new defence industrial strategy – to make Europe move from emergency response to readiness.#EUDefence pic.twitter.com/V53iNWaMYy
— European Commission (@EU_Commission) March 5, 2024
¿Significa eso que hay riesgo real de guerra con Rusia? Es difícil dar una respuesta. La experiencia de febrero de 2022, cuando la invasión rusa cambió las concepciones acerca de la distancia entre las amenazas y la realidad, invitan a la cautela. Todo puede suceder, aunque, de momento, el resultado más claro de las políticas de seguridad es el incremento de presupuestos, el aumento del monto de las ayudas y nuevos mecanismos para que el dinero fluya hacia los fabricantes de armas.
Pero, para Laëtitia Sédou, de la European Network Against Arms Trade (ENAAT, red europea contra el comercio de armas), el documento aprobado tiene un valor performativo fuera de toda duda: “Nos enfrentamos a una espantosa profecía autocumplida que allana el camino a más guerras, haciendo que los 1.500 millones de euros extra para el EDIP sean casi como un asunto sin importancia”.
Esta investigadora explica que, además de este fondo, los textos incluyen dos nuevos instrumentos, la Estructura del programa europeo de armamento (SEAT) y el Mecanismo europeo de ventas militares que “facilitarán enormemente las exportaciones de armas dentro y fuera de la UE”, según Sédou y que se han presentado sin hacer la “más mínima referencia” a la Posición Común y al Derecho internacional que se supone que rigen estas exportaciones de armas.
Miguel Urbán (Anticapitalistas -The Left) advierte de que las “élites europeas nos preparan para la guerra, lo dijimos ante la despreciable invasión rusa de Ucrania y la respuesta militar de la OTAN”. De este modo, según este eurodiputado, las declaraciones de Macron y de Von Der Leyen apuntando a la posibilidad de enviar soldados europeos a Ucrania “buscan ir preparando el terreno para cuando ese momento llegue”.
La alemana Rheinmetall ha pegado un subidón de casi el 5% en bolsa en los últimos cinco días y acumula un aumento del 68% en el último año.
Europa está cambiando de escenario. El paso se ha acelerado desde 2022 y ahora ya se plantea abiertamente como una carrera. El Green New Deal ha quedado en un rincón y la retórica apunta a ese “cambio de paradigma estratégico”, por el que la cuestión de la defensa no se ciñe solo a Ucrania sino a la posición de la Unión Europea en el mundo. No se trata solo de una cuestión ceñida a los valores de la UE, sino básicamente orientada a la producción y la inversión. Así lo ha planteado Von der Leyen, quien ha manifestado que la nueva estrategia “ayudará a los Estados miembros no sólo a gastar más, sino mejor, juntos y de forma europea”.
En la práctica esto acarrea que la industria armamentística se beneficiará de la entrada en un Grupo de Alto Nivel específico con capacidad de influir en las políticas europeas. El sector armamentístico, recuerda Sédou, “se describe como un contribuyente crucial a la resiliencia, la seguridad y la sostenibilidad, por lo que debería definirse como un objetivo estratégico para la UE: en la práctica, esto significa, por principio, darle mayor prioridad que a las prioridades civiles”.
Aunque insuficiente para los think tank del sector, el anuncio de la Comisión ha sido un empujón para la industria armamentística. La alemana Rheinmetall ha pegado un subidón de casi el 5% en bolsa en los últimos cinco días y acumula un aumento del 68% en el último año. Leonardo, la industria italiana, ha crecido el 89,28% en un año y otro 5% en la última semana y Thales (Francia) ha subido un 9% desde el anuncio de la Comisión Europea.
Preparados para la guerra
El planteamiento fundamental de la estrategia de la Comisión Europea es el de un imperativo moral que impele a seguir al lado de Ucrania. Bajo este marco subyacen dos temas principales. En primer lugar, se trata de una manera de reforzar la OTAN ante la anunciada victoria electoral de Donald Trump en las elecciones de noviembre. La hipótesis de una salida desordenada de Estados Unidos de Ucrania –Trump es partidario de desplazar la música militar hacia China– amarra más si cabe a la Unión Europea, especialmente a Alemania, en el esfuerzo de guerra con Rusia. La marcha que suena, por tanto, es la de una Unión Europea que se hace con las riendas de la OTAN, convertida en una suerte de “ejército europeo”, y toma la iniciativa ante la posible defección de Estados Unidos de la alianza.
Relacionada con la anterior, la estrategia es también una forma de someter a un marcaje a la extrema derecha con pasado putinista y anhelante, por otro lado, del regreso de Trump. Se trata de poner fuera de juego a Alternativa para Alemania (AfD), cuyos miembros han mantenido contactos con Rusia, y la Agrupación Nacional francesa –que ya fue el partido más votado en las europeas de 2019–, pero también a la decreciente Lega de Matteo Salvini y al ahora apestado Fidesz de Viktor Orban.
Mientras los productores de armas podrán rechazar “solicitudes prioritarias” sin justificación, esos mismos productores podrán solicitar que la fabricación civil se reoriente a su sector.
La habitual tensión entre los intereses de la Comisión Europea y la de los Estados miembro juega un papel también en este giro de guion. Las resistencias al aumento del gasto militar fueron vencidas a partir de la invasión rusa de Ucrania y quedaron plasmadas en el Concepto Estratégico de la OTAN aprobado en la cumbre de Madrid. En España, el gasto militar con el Gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos, batió un récord en inversiones militares, pasando del 1,63% en 2017 al 2,17% en 2023. En la actualidad, por el retraso en la conformación del Gobierno PSOE-Sumar, los presupuestos se encuentran prorrogados, pero todo indica que el presupuesto de Defensa seguirá subiendo, dado que, nominalmente no alcanza el 2% del PIB comprometido con la OTAN, puesto a que el gasto militar aparece camuflado en otras partidas.
Por si cupieran dudas acerca de ese aumento de la partida para la guerra, la nueva estrategia planteada por la Comisión Europea se plantea “garantizar que los presupuestos nacionales y de la UE apoyen con los medios necesarios la adaptación de la industria de defensa europea al nuevo contexto de seguridad”.
Alemania es, como tantas otras veces, el país clave para la actual estrategia de la Comisión Europea y el país donde se produce actualmente el mayor conflicto. La filtración de un audio con una conversación entre dos oficiales de la Bundeswehr en la que se especulaba con la posibilidad de enviar misiles Taurus al Gobierno de Volodymir Zelensky ha destapado las tensiones ante la posibilidad de una escalada militar. Tampoco ayuda la perspectiva de un rearme de países como Polonia o Estonia –que se han mostrado favorables a la barra libre de euros para la compra de armamento– y Hungría. Sin embargo, las mayores dudas surgen de la propuesta francesa de emitir eurobonos para la industria militar, algo que choca con la lógica “frugal” de los centroeuropeos, comenzando por Alemania y siguiendo por Países Bajos.
Las palabras de Macron sobre los cobardes parecen una alusión velada a Scholz. Pocas horas más tarde, el hasta 2014 jefe de la OTAN, el danés Anders Fogh Rasmussen, se dirigió directamente a Scholz, al que acusó de ser “demasiado lento, demasiado indeciso” en su posición respecto a Ucrania.
Máquina para la guerra
Los think tank de la industria armamentística han señalado desde hace años que la fragmentación de la fabricación de armamento “debilita” a la economía europea. El anuncio del 5 de marzo da mayor poder a la industria para la toma de decisiones y transforma el contenido de la petición de “pedidos prioritarios”, que fue descartada por los propios fabricantes de munición hace dos años, para llegar a un punto en el que puede afectar a “los proveedores civiles de bienes críticos para la fabricación de armas”, denuncia Sédou. Es decir que mientras los productores de armas podrán rechazar “solicitudes prioritarias” sin justificación, esos mismos productores podrán solicitar que la fabricación civil se reoriente a su sector si se consideran bienes críticos en el contexto prebélico actual.
Además, el Banco Europeo de Inversiones, dirigido desde diciembre de 2023 por Nadia Calviño, estudia la forma de escapar de sus normas sobre préstamos para permitir la inversión comunitaria en la industria militar. El BEI, destinado a la innovación, será una de las puertas de entrada para la industria, a la que la Comisión Europea pide una fabricación masiva de drones. La estrategia aprobada el martes establece que, a partir de ahora, las compras de al menos el 40% del equipo de defensa se realicen en compras coordinadas y más de la mitad del presupuesto de adquisiciones de defensa se deberá destinar a productos fabricados en Europa.
En materia de financiación directa, los anuncios quedan aún lejos de las ambiciones maximalistas expresadas desde Francia. Thierry Breton, que, como comisario de Industria, se reclama el comisario de Defensa “de facto”, ha propuesto emitir cien mil millones de euros en nueva deuda conjunta para financiar inversiones en defensa. Los eurobonos, una idea que fracasó durante la crisis financiera por el rechazo absoluto de los llamados países frugales, han asomado de nuevo la pata como modo de sobrefinanciar al sector armamentístico y aeroespacial europeo. Se trata de insuflar fondos a la “producción nacional” para seguir armando a Ucrania y depender menos del armamento de importación, en una escalada vinculada a los nuevos tiempos de proteccionismo de los sectores industriales europeos.
Los textos aprobados el martes convierten “a la Comisión Europea y todas sus políticas (principalmente civiles) en una ‘máquina de guerra’ para la industria armamentística”, denuncia Sédou,
Pedro Ramiro, investigador del Observatorio de Multinacionales en América Latina (OMAL), apunta a que el cambio de concepto se plasmó a partir de dos cumbres, la de la OTAN en Madrid, en el verano de 2022 y la más reciente de Granada, en la que se puso el broche a la presidencia española del Consejo de la Unión Europea. En esta se pusieron las bases del reposicionamiento geoestratégico de la UE: la remilitarización, la “seguridad” en las fronteras a través de sistemas policiales y acuerdos con terceros países y extractivismo de la mano de la nueva directiva de materias primas y una nueva generación de acuerdos comerciales.
“La pauta extractivista y la pauta fronteriza se complementa con el avance a toda pastilla de la lógica militarista”, señala Ramiro. Es, según este investigador, una “doctrina del shock militar” que se salta los tiempos, habitualmente largos, de la toma de decisiones en Europa. La celeridad con la que Von der Leyen ha iniciado esta campaña de rearme y el breve lapso de tiempo en el que se ha aprobado la ley de materias primas indican que la UE ha visto el caldo de cultivo propicio para mantener una lógica de crecimiento y acumulación que era menos presentable en la lógica del Nuevo Pacto Verde (Green New Deal) en cuanto este requiere, al menos a nivel de discurso, una adaptación a un contexto de escasez.
Para el eurodiputado Urbán, la lógica de la guerra se ha impuesto en el anuncio de la Comisión Europea: “Hoy la burguesía europea va más allá, ni green, ni New Deal, la recomposición capitalista europea va a girar en torno a la reindustrialización militar. Más guerras son más armas, más industria y más negocios; para nosotros son más trabajadoras y trabajadores muertos. Aunque hasta ahora los muertos los pongan ucranianos y rusos”.
La investigadora de ENAAT denuncia que, con los textos aprobados el martes, la militarización de la UE “pasa a un modo fuera de control, convirtiendo a la Comisión Europea y todas sus políticas –principalmente civiles– en una verdadera ”máquina de guerra“ para la industria armamentística”. Finalizada la primavera del Pacto Nuevo Verde por la vía rápida, la doctrina del shock militar ha llegado en el invierno europeo y amenaza con pasar de las declaraciones a los hechos.