Quizás pronto la renta básica nos parezca una “cosa” que merece la pena en el mundo, como nos lo parece el sufragio universal o el derecho al divorcio.
La propuesta de la renta básica –una asignación monetaria pública, individual, incondicional y universal– se ha activado. Si hace 30 años era una propuesta muy desconocida y había escasos materiales escritos, en la actualidad se trata de un tema de debate público. Puedo dar testimonio de que cuando escribía mi tesis doctoral sobre esta propuesta, presentada en 1998 pero empezada 5 o 6 años antes, era una aventura encontrar bibliografía no ya en forma de libros sino de artículos. Eran escasos en inglés y francés. En castellano y catalán anecdóticos. Actualmente lo que puede encontrarse en formato papel y electrónico y en muchos idiomas acerca de los más variados temas relacionados con la renta básica (filosofía política, planes piloto, financiación, feminismo, juventud…) es inmenso. Y una parte nada despreciable de estos trabajos es de gran calidad. Además, como explicamos en el libro En defensa de la renta básica. Por qué es justa y cómo se financia (Deusto-Planeta, 2023), el PNUD, el FMI, el secretario general de la ONU, la OIT, el jefe del Estado Vaticano, incluso el editorial del Financial Times del 3 de abril de 2020, son solo algunas de las voces que se han alzado en los últimos tiempos a favor de la renta básica o, como mínimo, en defensa de la necesidad de debatir seriamente su implantación. Y para mí mucho más importante aún: se han pronunciado en su defensa sin la menor ambigüedad colectivos feministas y LGBTI, trabajadores sociales, profesionales de la cultura, grupos en defensa de la salud mental. Sí, la renta básica era una cosa rara hace 25 o 30 años, hoy está en el debate público.
Una de las razones, ni mucho menos la única, de este incremento del conocimiento de la renta básica reside en la fortaleza de esta propuesta tanto en su vertiente filosófico-política como en la de la financiación. Añadiría, si acaso, la buena elaboración tanto teórica como empírica a lo largo de las últimas décadas en respuesta a las críticas más habituales a esta propuesta del tipo: “nadie trabajaría”, “no habría incentivos para innovar”, “se produciría un gran efecto llamada”, “es inflacionaria”, entre las más frecuentes.
Este libro aborda con mucho detalle las respuestas a estas dos preguntas sobre la renta básica: ¿es justa? y ¿cómo se puede financiar? Tratamos otros aspectos, como por ejemplo el fracaso histórico de los subsidios condicionados (como el Ingreso Mínimo Vital del gobierno español o la renta Garantizada de Ciudadanía en Catalunya) y la historia de los planes piloto que se han realizado a lo largo de los últimos años en muchos países y zonas geográficas diferentes, incluido el de Catalunya, uno de los más bien diseñados del mundo y hoy aparcado. Pero la parte principal está dedicada a responder estas dos preguntas. Además, hemos ofrecido más de 1.000 cuadros en la página web del libro que Deusto ha habilitado, que por razones obvias no podían ser incluidos en los ya muchos gráficos y cuadros que están en el libro. Están a disposición de cualquier persona que quiera consultarlos.
Una de las novedades de este libro es la propuesta de una financiación de una renta básica para el conjunto de la Unión Europea a partir de tres impuestos: sobre la renta, la riqueza y el CO2. En todo momento, se ha partido de base de datos oficiales de la Unión Europea y en el caso del estado español incluso se ofrece un capítulo que discute las ventajas y los inconvenientes comparativos de la Encuesta de Condiciones de Vida y del Panel de Hogares.
En el libro reproducimos una cita del que fue miembro de la Corte Suprema de los Estados Unidos de 1916 a 1939, Louis Brandeis: “La mayoría de las cosas que merecen la pena en el mundo han sido declaradas imposibles antes de hacerlas”. Quizás pronto la renta básica nos parezca una “cosa” que merece la pena en el mundo. Como así nos lo parece el derecho democrático al sufragio universal o el derecho al divorcio. Este libro intenta aportar razones para que la renta básica pase de un imposible a una realidad que merece la pena.