La Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH) cumple años en un panorama mundial donde, pese a los avances, todavía son muchos millones de personas los que siguen careciendo de la mayoría de ellos.
Tras el final de la llamada Segunda Guerra Mundial, el mundo demandaba un consenso para intentar lograr la paz y la no repetición de guerras como aquella, o como muchas otras tan mortíferas como esa. Por primera vez en la historia, la comunidad internacional, o gran parte de ella, estaba de acuerdo en establecer “un conjunto de valores comunes” sobre los derechos humanos.
El viernes 10 de diciembre de 1948, los cincuenta países que conformaban entonces la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptaban una declaración que pretendía dar carta de naturaleza a una serie de “derechos universales, indivisibles e inalienables que reconocen la igual dignidad y valor de todas las personas”.
En todos estos años, la ONU no ha conseguido que el contenido crucial de esa declaración sea aplicado en todos los países que la componen y tampoco ha podido ejercer su supuesta prevalencia sobre los mismos. Muchas veces limitada, sobre todo en casos con conflictos de intereses políticos y económicos, por su propio y anacrónico Consejo de (in) Seguridad.
La DUDH, ese “ideal común”, para todas las personas de todos los pueblos de la Tierra, es tan reconocida como incumplida, lo que deja sus propuestas como una mera y loable carta de intenciones. La propia Organización de las Naciones Unidas reconoce que los 30 artículos, “en los que se abordan derechos y beneficios” de esa “guía de vida”, son “obtenidos por muchas personas pero que están fuera del alcance de otras”.
Los hechos que estamos viviendo: la guerra en Ucrania, el genocidio en Palestina, el olvido de la población saharaui, la hambruna perenne en el Cuerno de África, la hipocresía mundial frente a la crisis climática (el anfitrión de la COP28 se permite defender los combustibles fósiles), las violencias estructurales en gran parte del planeta, la violencia machista contra las mujeres y sus hijas e hijos en todo el mundo, las masacres contra líderes y lideresas sociales, sindicales y ambientales a lo largo de los territorios, la aniquilación de poblaciones indígenas… así lo corroboran y no dejan mucho lugar para el optimismo.
Entonces, ¿cuál es el valor real de la DUDH para evitar todos esos conflictos y otros muchos? ¿Qué poder tiene la ONU para pararlos? El lema que encabeza la página web de Naciones Unidas, “Paz, dignidad e igualdad en un planeta sano”, sigue siendo, hoy por hoy, un deseo inalcanzable más que una realidad conseguible.
En Colombia, aprovechando la celebración del día de velitas -7 de diciembre-, se ha conmemorado la efemérides con el evento “75 velitas por los derechos humanos” en el auditorio del Museo de Arte Miguel Urrutia (MAMU) en Bogotá. Organizado por la oficina del Alto Comisionado para los DDHH de Naciones Unidas y la entidad Dejusticia ha querido “festejar el legado y el futuro” de tan magno documento con un podcast en vivo lleno de diálogos, música y arte, con el encendido metafórico de 75 candelas, una por cada año cumplido desde su adopción, y entregando un farol conmemorativo a cada persona asistente.
Por su parte, Naciones Unidas puso en marcha la campaña “Derechos Humanos 75” que, a lo largo de un año, ha estado buscando rejuvenecer la DUDH y darle impulso a esa promesa, tantas veces incumplida, de “libertad, igualdad y justicia para todos y todas». Sus tres objetivos principales se han centrado “en la universalidad, el progreso y el compromiso” de todas las socias y socios del organismo bajo la dirección del Alto Comisionado para los DDHH Volker Türk. Esta iniciativa finalizará con los actos que tendrán lugar los días 11 y 12 de diciembre de 2023.
La DUDH cumple 75 años y el mundo y sus gentes no disfrutan de muchos de esos 30 derechos que promueve, por lo que es triste celebrar lo que no se practica ni se realiza, aunque siempre quede la esperanza de que la ilusión tanto tiempo perseguida a lo largo de estos tres cuartos de siglo de existencia pueda ser alcanzada algún día.
Para la ONU “El poder de la Declaración Universal radica en la capacidad de las ideas para cambiar el mundo. La DUDH nos inspira a seguir trabajando para garantizar que todas las personas alcancen la libertad, la igualdad y la dignidad”.
Por eso este escrito de celebración por la conmemoración de los 75 años de la Carta Magna de las Naciones Unidas, porque queremos seguir siendo utópicos y darle alas a la esperanza de que es posible mejorar el mundo y a los seres humanos que lo habitan.