Los habitantes de la pequeña localidad de Caimanes, en el centro-norte de Chile, denuncian que la empresa extractora de cobre Antofagasta Minerals les quita el agua.
Un depósito de sedimentos, producido por la actividad de un yacimiento ubicado apenas unos pocos kilómetros más arriba sobre un curso de agua, ha reducido sensiblemente el abastecimiento de agua a las viviendas. “Nos están sacrificando”, protesta Juan Olivares en nombre de un grupo de ciudadanos que se organizaron para luchar contra el gigante minero.
La disputa viene desde lejos. En marzo la empresa anunció acciones legales para probar que sus operaciones garantizan el flujo regular de las aguas del río Pupío hasta la población de Caimanes.
Ya hace varios años que –salvo acontecimientos excepcionales como los de las últimas semanas– la sequía que afecta al mayor productor de cobre del mundo hace escasear el agua y obliga al gobierno a adoptar medidas como la construcción de grandes plantas de desalinización, principalmente en el árido desierto de Atacama. Muchas empresas mineras sufren problemas de disponibilidad de agua, en medio de un clima de crecientes presiones de los movimientos sociales