En una aplaudida intervención en la VII Cumbre de las Américas, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, reflexionó sobre las relaciones de poder que han impedido avanzar a América Latina, sobre libertad de prensa y enrostró a Estados Unidos el doble estándar sobre derechos humanos y su historial de intervencionismo.
Correa dijo que la orden ejecutiva firmada por el presidente Barack Obama, que declara a Venezuela como una amenaza inusual contra la seguridad nacional de Estados Unidos, viola “flagrantemente el derecho internacional” y la Carta de la Organización de Estados Americanos (OEA).
“La respuesta que ha dado la región ha sido contundente, rechazando la orden ejecutiva y pidiendo su retiro: nuestros pueblos nunca más aceptarán la tutela, la injerencia ni la intervención, su memoria está lacerada por los abusos y la violencia del pasado”, subrayó.
El presidente ecuatoriano cuestionó también que el gobierno de Estados Unidos recientemente haya solicitado al Congreso la aprobación de un presupuesto para apoyar la libertad de prensa, los derechos humanos y la democracia en el hemisferio, incluyendo Cuba, Venezuela, Ecuador y Nicaragua.
“Hablemos de derechos humanos (…) en Ecuador no tenemos torturas, pena de muerte ni ejecuciones extrajudiciales”, expuso Correa y mencionó que según la CEPAL el país andino es de los tres países latinoamericanos que más ha reducido desigualdad.
También, que con la reforma judicial aprobada por los ciudadanos en consulta popular en 2011, los jueces son seleccionados por concurso público de méritos organizado por ente autónomo del Ejecutivo.
Destacó que Ecuador es uno de los siete países del hemisferio que ha suscrito absolutamente todos los instrumentos interamericanos de derechos humanos. “Muchos países ni siquiera han ratificado la Convención Interamericana de Derechos Humanos o Pacto de san José”, añadió al tiempo de reiterar la necesidad de un nuevo sistema Interamericano de Derechos Humanos.
Dijo que la OEA ha sido “históricamente capturada por intereses y visiones de América del Norte, y sus sesgos y atavismos acumulados la vuelven ineficiente y poco confiable para los nuevos tiempos que viven Latinoamérica y El Caribe”, aseguró.
Rafael Correa pidió “un poco más de coherencia” y planteó que solo puedan participar en las diferentes instancias los países que hayan ratificado la Convención Interamericana de Derechos Humanos (que no ha sido revalidada por EEUU).
Sostuvo que es la Corte de san José la que puede y debe juzgar los atentados a los derechos humanos y no la Comisión con sede en Washington, ente al que calificó de innecesario.
El gobernante sudamericano sostuvo que todo está listo para la creación de un sistema latinoamericano de Derechos Humanos, pues son los países de esta región los que han suscrito el Pacto de san José y, en consecuencia, “somos los únicos que reconocemos y nos sometemos la Corte Interamericana”.
Prensa de América Latina es “muy mala”
Correa tuvo un capítulo especial para la prensa de América Latina a la que calificó de mala. “Hablemos de libertad de prensa: cuando las élites latinoamericanas afirman que no existe libertad de prensa es porque sus medios de comunicación ya no tienen impunidad para manipular la verdad, o porque nos atrevemos a contestarles a disputar su hegemonía, a desenmascarar sus mentiras”.
Reflexionó si una sociedad podría llamarse verdaderamente libre cuando el derecho a la información y la propia comunicación social están en negocios privados con fines de lucro. “Y aunque este es un problema planetario, en Latinoamérica, dados los monopolios de medios, su propiedad familiar, sus serias deficiencias éticas y profesionales, y su descarado involucramiento en política el problema es mucho más grave”.
“Creo que todos coincidimos en que una buena prensa es vital para una verdadera democracia, pero también debemos coincidir en que una mala prensa es mortal para esa misma democracia. Y la prensa latinoamericana es mala, muy mala”, aseveró.
En una parte de su discurso que se extendió por 11 minutos, el mandatario ecuatoriano planteó por qué Latinoamérica no es Estados Unidos “el país más poderoso del planeta”.
“Este es uno de los grandes enigmas del desarrollo. Las respuestas son múltiples y complejas, pero sin duda, una de esas respuestas es la clase de élites que dominaron y dominan aún a nuestra América”, sostuvo Correa.
“Ojalá, querido presidente Obama se entienda que por defender sus intereses o por mala información, ustedes sostienen a esas élites que tanto daño nos han hecho”, dijo Correa dirigiéndose al presidente estadounidense presente en el centro de convenciones Atlapa donde se desarrolló la plenaria.