Compartimos un extracto del libro de Cristián Opaso en que se reproduce una conversación con René Schneider, hijo del Comandante en Jefe del Ejército del mismo nombre, quien fuera asesinado en Octubre de 1970 en un intento -organizado y financiado por la CIA norteamericana- por evitar la ascención del recién electo presidente Salvador Allende al poder. Esfuerzos que continuaron hasta 1973, cuando fue finalmente derrocado violentamente.
Lo que dice el hijo del general asesinado
Uno de los temas que investigaba el colega periodista Charles Horman durante los últimos meses de su vida era el asesinato del ex comandante en jefe del Ejército René Schneider, hecho en el que Charles estaba convencido que estaba involucrado el gobierno de los Estados Unidos. Su intuición fue ampliamente confirmada en la investigación del Congreso de los Estados Unidos y aparece detallada tanto en el informe sobre Acciones Encubiertas, como en el capítulo del caso Schneider, en los complots llevados a cabo por agencias norteamericanas para asesinar a dirigentes extranjeros.
En el año 2003 conversé con el hijo mayor del general asesinado, quien lleva su mismo nombre, René Schneider. René es director de televisión y tenía 61 años cuando nos encontramos. En ese entonces, su hermano Raúl, pintor, residía en París, y Víctor, su otro hermano, era coronel del Ejército en servicio activo y agregado militar en la Embajada de Chile en Brasil.
Charlamos en su casa de calle Sebastián Elcano en la comuna de Las Condes, donde aún vivía su madre, entonces de 92 años. La casa, me dijo René, se conservaba con los mismos adornos que en 1970, cuando, a cinco cuadras de distancia, su padre fue baleado en plena calle. Se mantienen en las murallas los cuadros pintados por René padre. Hay un desnudo mediano, óleos de banderas, un retrato de Raúl, y otro más grande de René padre con la figura de Lautaro al fondo. Hay también una vitrina con sables y medallas, varias fotos, entre ellas la del ex comandante en jefe cuando era cadete de la Escuela Militar. Conversamos en el living antiguo, junto a lo que fuera el taller de pintura de su padre, y también en una sobria sala adjunta en la que practica meditación.
Es que René hijo se define como “monje” (pero libertino) y “sanador”, destino que habría adquirido tras ser nominado por su abuela Rosacruzana, de la que tiene hermosas fotos junto a esferas de cristal.
Nos comenta que la situación planetaria no da para más, que es extremadamente frágil, pero que representa también la posibilidad de un salto evolutivo desde una sociedad individual, a una donde todos seamos mutuamente responsables……
……….René me sorprende al decir que, a pesar de la frustración ante la falta de justicia tanto en Chile como en los Estados Unidos, él valora algunos gestos que ha hecho el propio Ejército en relación al crimen de su padre, refiriéndose a un acto del Ejército con ocasión de los 30 años del asesinato de su padre.
Le rebatí que quizás no bastan esos gestos, y que el Ejército tendría, por ejemplo, que entregar información detallada sobre lo que realmente sucedió con los detenidos desparecidos.
“Efectivamente, yo sé que el Ejército sabe cosas que tiene que dar a conocer”, dice él, “cosas que no están claras. Hay que tener conciencia que hay tanta presión de todos los generales en retiro, de toda una cosa que está detrás de los generales hoy día en servicio activo. Es muy fuerte. Hay toda una sociedad que está en esa. Está toda la derecha que ha sido más lenta que el Ejército en reconocer cosas.” Y hace una pausa antes de continuar: “El Ejército es como la iglesia. Son instituciones demasiado monolíticas, son como mamuts que se mueven lento. No es que de la noche a la mañana cambien. Los pasos se van dando muy lentamente. No sé qué va a venir en el futuro. No sé qué puede pasar, pero sí creo que hay que alentar estos gestos (…) Uno podría decir me da lo mismo, o al revés, pero no basta (…)”.
Pero también hay algo más profundo que reconoce el hijo del general asesinado a sólo unas cuadras de donde conversamos. “Un signo de adultez es cuando la persona comienza a caminar con sus propios pies y comienza a hacerse responsable él mismo de lo que le pasa. Yo creo que este país tiene que aprender eso. Está bien, la dictadura fue una porquería y todo lo que queramos, pero basta de echarle la culpa a la dictadura, o sea, basta de echarle la culpa de que todo lo que a mí me pasa a Pinochet”, continúa René, pensando cuidadosamente sus palabras.
“Si la sociedad comienza a verse de esa manera, en el sentido que yo soy responsable de mi destino, va a ser distinto. Podemos realmente aspirar a una sociedad feliz, donde haya alegría.
Porque nuestra sociedad es triste y hemos heredado una tristeza de la dictadura y todo lo que ha venido después de la dictadura ha sido como una consecuencia……