A partir del primero de Agosto se celebra en el mundo andino y en muchas otras comunidades y ámbitos urbanos el tiempo de la Pachamama. Pacha en quechua y aymara significa tiempo/espacio. Habitualmente se relaciona la palabra compuesta Pachamama como «Madre tierra».
Esta deidad es protectora y proveedora; cobija a las familias, posibilita la vida y favorece la fecundidad y la fertilidad. Las celebraciones para honrar a la Madre Tierra se extenderán durante todo el mes de agosto.
El culto a la Madre Tierra es uno de los más extendidos en las culturas tradicionales de todo el mundo. En Sudamérica por solo mencionar algunos casos, es la Mapu entre los mapuches, Thaka Honat para los wichi o Ywy Rupa para los mbyá-guaraníes. Es la Coatlicue de los mexica de Mesoamérica y Gea o Gaia de los griegos.
Para los pueblos andinos es Pachamama. El término Pacha en quechua y aymara significa “tiempo/espacio”, con lo cual el sentido es más amplio y complejo, abarca la totalidad del tiempo y del espacio universal. Ella es la Gran Madre, la diosa originaria de la Tierra, que controla las potencias de la naturaleza. Es la esencia femenina.
De hecho Pachamama como Diosa de la Tierra tiene su opuesto complementario en Pachacamac, el Dios del Cielo. Una versión del relato mítico originario de la Diosa, recopilado por el padre Villar Córdoba en 1925, nos habla de Pachacamac y Pachamama como “esposos” con sus hijos, los gemelos Wilka.
La vigencia de un culto antiquísimo
Desconocemos la profundidad temporal del culto a la Pachamama, pero probablemente sea anterior a la existencia misma del Tawantinsuyo ó Estado incaico, donde tuvo pleno desarrollo, aunque también hay que decir que en los últimos tiempos de los incas, la centralidad se trasladó al Sol, al Tata Inti.
Pero Pachamama , deidad protectora y proveedora; cobijadora de las familias, dadora de la vida, la que favorece la fecundidad y la fertilidad, siguió presente, recibiendo las ofrendas de los indígenas, porque la Pacha puede ser también destructora si se enoja al ver que las personas la descuidan. Ella puede provocar tempestades, terremotos, inundaciones y demás desgracias asociadas a las fuerzas descontroladas de la naturaleza. Es dual, como buena parte de las cosas de la vida y como respetuosa del principio de la Dualidad, uno de los conceptos claves en las cosmovisiones originarias.
En las últimas décadas, el culto a Pachamama se ha intensificado a partir de la presencia más fuerte de los pueblos indígenas; de la reemergencia de lo femenino a nivel planetario y del auge de la protección y cuidado del ambiente, incluso en los ámbitos urbanos en donde las ceremonias se multiplican año tras año y en las cuales se pide para «que el hombre no siga contaminando los ríos, el aire, el suelo y para que no se siga quitando la vida a otros seres humanos y animales»
¿Por qué agosto?
Porque de acuerdo al Calendario andino asociado a la Chakana, la Constelación del Sur, donde las ceremonias, rituales y fiestas se corresponden con las cuatro estaciones, las comunidades indígenas celebran la preparación de la tierra durante este mes, para iniciar el proceso de siembra.
La Qápaq Sitwa –como también se denomina a la ceremonia de la Pachamama– implica así el pedir permiso antes de la siembra, para que la cosecha sea buena, para que los animales se reproduzcan y que no mueran.
La ceremonia y sus rituales
Si bien las ceremonias varían de acuerdo a cada región y a cada comunidad, básicamente tienen en común el ofrendar bebidas y alimentos para agradecer y pedir por un nuevo año. Se hace un hueco –corpachar– y en él se entregan las distintas ofrendas que es una manera de devolver a la Tierra lo que nos da, reconociendo la faz benefactora de la Pacha.
La acción de darle a ella el primer trago de la bebida, se la conoce como challar, lo que por lo general se hace antes de cada comida, fiesta o celebración, ofreciendo además de unas gotas de bebida, unos trocitos de comida junto con hojas de coca.
Estos rituales se repiten incluso fuera de la ceremonia propiamente dicha: en todos los caminos se encuentran las apachetas, montículos de piedras en los que se rinde culto a la Madre Tierra depositando las ofrendas, pidiendo y agradeciendo por tener un buen viaje.
Otros momentos en que se le ofrenda a la Pachamama es la señalada de los animales; al principio de las tareas agrícolas; en el inicio del trabajo en las minas; al habitar una nueva casa, o como vimos, antes de tomar un vaso de chicha, vino u otras bebida, “el primer traguito es para la Pacha, a quien todo pertenece”.
Una tradición que también se ha difundido mucho en los últimos tiempos es el beber caña con ruda macho –entendida en este ritual como planta medicinal– en ayunas el 1º de agosto o bien durante la realización de las distintas ceremonias, una costumbre para alejar maleficios, atraer salud y conservar el trabajo, probablemente asociada también a la idea ancestral de que en el mes de agosto se producían muertes en la población y el ganado, resultantes del intenso frío y las lluvias. “Julio los prepara y agosto se los lleva”, suelen cantar aún las copleras.
La Pachamama no tiene forma alguna. A veces se la presenta como una mujer joven hermosa, fuerte, y otras en cambio como una anciana no del todo amigable. Pero son “interpretaciones libres”. Para los pueblos originarios ella no tiene una figura. Pero está en todas partes, especialmente en los cerros y montañas, y en muchos otros lugares haciéndonos acordar de su presencia única, magnética, espiritual. Una presencia a la que hoy más que nunca debemos honrar y cuidar.