PROSA POÉTICA

 

 

 

 

Cada mañana miro el horizonte y busco esa luz que me haga motivar  a seguir caminando con ilusión, con esperanza, olvidando las arrugas de mi rostro, capturando la ilusión de un día nuevo que florece lleno de vida y de color, escribiendo una nueva página de mi historia y tratando dejar un legado de mi existencia, una huella en la que pueda florecer árboles robustos para la eternidad.

Pero al poco tiempo abres los ojos y te encuentras con la realidad que no quieres abordar, que me angustia, que me hace cerrar los ojos y a veces derramar lágrimas de impotencia contenida. Odios, rencores, asesinatos, guerras….y en medio de todo ello, una leve noticia en la que anuncian que 54 inmigrantes han desaparecido en el mar, entre ellos niños y mujeres que soñaban con lo que yo tengo de sobra. Ellos son los verdaderos héroes de la vida, héroes por unas horas en un noticiario y después el olvido absoluto. Y te sonrojas por este trato que olvida los valores humanos de los que nos jactamos y que tan orgullosos estamos de ello, o al menos en apariencia.

Buscas el arco iris y la paloma blanca, pero solo encuentras sábanas blancas manchadas de barro y sangre, de pólvora siniestra y gritos que rompen los tímpanos de la razón. Quisiera ver la armonía de las bellas flores de inocencia, oler  el aroma que desprende sus pétalos sensibles que engullen la suavidad del amor, la tranquilidad que asoma del canto de las aves o el canto del lobo y del búho a la luz de una luna brillante y clara.

¿Dónde están los poetas que antaño asombraron al mundo con sus baladas a la vida? ¿Dónde  podemos encontrar vientos serenos donde las palabras vuelen con dulzura a los oídos del mundo? Son tantas preguntas que asolan mi ser, que a veces callo, desbordado sin saber qué responder,  ante tanta miseria que asola el dolor de millones de personas que buscan una esperanza, un salvavidas en el mar que los traga y solo encuentran el muro que separa la libertad de su cautividad.

Qué fácil es escribir estas sensaciones aunque salgan de la profundidad de mi alma. Qué fácil es sentir con tristeza el camino del inmigrante, cuando poseo todo cuanto ellos no tienen. Qué fácil es tocar el tambor de la denuncia sentado plácidamente en mi sillón, cuando ellos tras meses de penuria se enfrentan a la muerte bajo la ceguera de la incomprensión por parte de quien puede ayudarles.

Por ello me pregunto tantas cosas que muchas veces miro hacia otro lado, entierro entre mis papeles la realidad de que algo no funciona, del agobio de preguntas incómodas o de tener que responderlas con abierta sinceridad. Entonces es cuando los poemas fluyen de mi piel y como un río sin fin, las lágrimas  navegan con furor hacia el mismo mar donde descansan en sus profundidades la vergüenza de la humanidad.

 

¿Dónde me encuentro?

 

En un mundo castigado

de ambición,

destrucción, desamor

de vientos malditos

que siembran otros,

engaños,

de amores perdidos,

odios truncados

y guerras sin sentido.

 

¿Por qué?

Me pregunto

y solo encuentro

respuestas vagas

bajo el nido

de la ignorancia

callada.

 

¿Tan difícil es

encontrar una flor,

amar la vida

en cada rincón,

sentir el arco iris

en nuestro corazón?

 

Es difícil

¿dar la mano

al afligido,

limpiar las lágrimas

del llanto húmedo

de la Tierra.

Dar un beso,

un abrazo,

una mirada cálida

y una sonrisa

sin engaño?

 

¿Y el futuro?

 

Lo veo gris,

engañado

en locuras inciertas,

en promesas tardías,

abrumadoras,

en palabras hundidas,

calladas,

amordazadas.

 

¿Y la esperanza?

Allá quedó

escondida en el alma

buscando una razón,

un sentido,

una brújula del tiempo,

un mundo herido

y una mano extendida

de tu calor apasionado.

Estrellas que en el cielo

alumbran con su luz

el sendero ciego.

 

(En memoria de las  Cincuenta personas, entre ellas tres niños, que permanecen desaparecidas de una patera que salió del sur de Marruecos el pasado 22 de junio de 2023y, tras quedar a la deriva ocho días, llegó de nuevo a la costa este viernes con cuatro supervivientes a bordo. Otras cinco embarcaciones que salieron en junio de la costa marroquí en el Atlántico en dirección a Canarias, permanecen desaparecidas con 266 personas abordo. Pero no ha salido en las noticias. Solo una referencia. Un día y después el olvido