“Tú percepción del mundo es un reflejo de tu estado de conciencia”
Mi nombre es Antonia. Tenía 26 años, estaba leyendo en ese momento cuando me restriego un ojo y retomo la lectura y de momento, vi una mancha oscura en medio del ojo, entonces empecé a taparme un ojo y me di cuenta que la mancha seguía existiendo. Al día siguiente me voy a la consulta del oftalmólogo y me dice: “Tiene Usted retinosis pigmentaria y en un año te vas a quedar ciega” y agregó “De modo que, coge la incapacidad en tu trabajo y hazte a la idea de que en un año te quedas ciega”. El plazo se cumplía en el mes de febrero y me pasé todo el año esperando esa fecha que me angustiaba y temía.
Eso me produjo un impacto tremendo que nunca me lo podía imaginar siquiera. Entonces pensé que en un año me quedaría ciega y de ahí no salía. Me quedé dos días sola en casa, lloré mucho durante esos dos días ーporque llorar hace muy bienー pensé mucho qué haría a futuro, no sé si en esos dos días comí, bebí agua o no, pero al tercer día cuando me levanté, cogí una naranja, la partí por la mitad y me eché el jugo en la boca. Respiré, me duché y volví a sentirme yo misma. Y cuando supe del diagnóstico, me dije: “Cuando pierda la vista, no quiero ser un sujeto de ayuda; quiero ser alguien que ayude a otros”.
A partir de ahí siempre esperaba que llegara el mes de febrero del año siguiente. Empecé a hacer mi vida normal, lo que me sucedía se lo conté solamente a algunos amigos cercanos, mientras tanto yo internamente seguía trabajando con mi conciencia con mi cuerpo y estudiando y me cree une estilo de vida. Me sentía cada día mejor y temía que llegara el mes de febrero del año siguiente. Cuando llegó el mes en cuestión, ahí me dí cuenta que no era cierto lo que el oftalmólogo me dijo, confirme mi diagnóstico de retinosis con los mejores médicos de España, y me dijeron que ese médico no tenía que haberme dicho que en un año quedaría ciega. Me olvidé de los oftalmólogos y de que me quedaría ciega. Internamente me fortaleció repetirme: “no me voy a quedar ciega, yo voy a ser una persona que se ocupará de otros ciegos, pero lo haré sin ser ciega” . Pasaron unos años, entonces empecé a acercarme a las personas ciegas y me di cuenta que había muchos ciegos en Madrid, por la calle vendiendo cupones, pero nunca me había dado cuenta.
En los trámites para arreglar mi incapacidad me hablaron de la ONCE y me acerqué, pero más adelante di con una persona que su marido era ciego que me dijo: “Por qué no iba a la ONCE y me afiliaba”. La ONCE es la Organización Nacional de Ciegos de España (que cumple con facilitar y apoyar, a través de servicios sociales especializados, la autonomía personal y la plena integración social y laboral de las personas con ceguera y deficiencia visual y que se financia con la venta de cupones, en una Lotería de carácter nacional). Cuál fue mi sorpresa cuando conocí de cerca a los ciegos, volví a reafirmar que no me quedaría ciega, sino que yo tenía que ver para ayudar en todo lo que pudiera. Le fuí poniendo cada vez mas fuerza, mas sentido a esta misión. Siempre me lo dije a mí misma como convicción propia y no a los demás.
Cuando ingrese a trabajar en la ONCE, como cualquier persona de un porcentaje grande de gente que, entra a vender cupones. Ese primer día que fui a trabajar, me quisieron acompañar, pero como yo tenía un porcentaje muy grande de visión, no necesitaba que se compadecieran, ni que me acompañaran. Eso me fortaleció mucho y junto al humanismo y su gente que los había conocido un año antes de la noticia de mi ceguera, empecé a estudiar psicología, filosofía a través de mi maestro Silo y otras referencias como Buda, Sócrates, Pitágoras y otros muchos librepensadores.
Transcurrió el tiempo de vender cupones al público y pasé a otra labor dentro de la misma organización. Estuve todo ese tiempo trabajando y como me fortalecía se lo comenté a la psicóloga de la organización y cuando se hacía terapia de grupo para los nuevos ciegos que ingresaban por primera vez a trabajar, me llamaban para contar mi experiencia, porque los nuevos ciegos siempre vienen muy mal anímicamente. Y como la experiencia que contaba era con mucho cariño y fuerza, salían con una actitud diferente a la que traían cuando llegaron. Me sentí tan bien, tan útil, tan realizada que, gozaba trabajando, con y para las personas ciegas. Tuve muy buenos amigos y amigas porque siempre me llevé bien con todos las personas y compañeros, vendedores de cupones y del área de gestión.
En la ONCE aprendí a escribir y leer braille, en ese momento no necesitaba rehabilitación puesto que tenía un resto visual que me permitía seguir siendo autónoma.
Pasado un tiempo me dijeron que sería más útil en un puesto de la gestión, pero como ese puesto me ocupaba todo el día y era de jefatura, no lo acepté y seguí vendiendo cupones, porque la diferencia entre trabajar cuatro horas vendiendo cupones y estar ocho a diez horas en la gestión no me compensaba vender cupones, porque ganaba lo mismo.
En una ocasión un abogado ciego muy hábil diputado en dos periodos de legislaturas que siempre estuvo pendiente de facilitar la vida a la comunidad de personas ciegas, ayudó a crear una ley que permitía a los ciegos jubilarse más tempranamente que el resto de la población.
Todos estos años fueron felices y enriquecedores para mi persona y mis seres queridos. No se parecía en nada al primer año que viví cuando me dieron la noticia de que perdería la vista en un año. Yo seguía viendo con una capacidad disminuida. Indudablemente según pasaba el tiempo iba perdiendo más visión y me fui dando cuenta que, utilizar el bastón es una garantía de seguridad y facilita el que la gente se disponga a ayudar, como sucede en centros oficiales o aeropuertos. También utilizaba el bastón en el interior de los edificios, porque para una persona con retinosis pigmentaria, cuando pasa de la luz a la sombra como sucede al ingresar al interior de un recinto, todo se vuelve oscuro. Por el abandono en que hemos vivido las personas ciegas, a modo de defensa ante los engaños que hemos sufrido, las personas ciegas hemos desarrollado mucha desconfianza y suspicacia, lo cual nos perjudica a la hora de organizarnos y ahora debemos superar esta dificultad
Todo este tiempo después de pasar el primer año, me dediqué a enterarme cómo vivían los ciegos en diferentes lugares del mundo. Estuve viajando a Chile donde inicié un proyecto que luego fracasó y me volqué al norte de África. En ese entonces me di cuenta que África estaba a una hora de avión y me dediqué a colaborar allí por entero. El proyecto estrella, fue crear en los campamentos Saharauis en Tinduf, Argelia, escuelas para niños y niñas ciegas, puesto que allí, educaban juntos a todos los niños con alguna dificultad, sin diferenciar las necesidades y las preparaciones educativas de cada grupo, de este modo y con esfuerzo, tuvieron su propia escuela exclusivamente para ciegos y ciegas.
Me hice responsable de enviar material para personas ciegas en varios países de Sudamérica, Centroamérica y al norte de África.
Actualmente y desde hace seis años empecé a ver muchas luces de día y noche. Según los estudios oftalmológicos, esto suele ocurrir a las personas que se van a quedar ciegas, por esto ahora soy una persona ciega, puesto que las luces me impiden ver. Todo este tiempo lo he dedicado a fortalecerme e intentar que las luces no permanezcan y se quiten, como sucedió con la ceguera.
He estado trabajando con muchas personas ciegas que tienen algún trastorno diferente a la ceguera, ayudando a informarles de modo voluntario. Por otro lado me he visto involucrada en informar a los padres de hijos con diferentes discapacidades incluidos hijos ciegos que pueden recibir algunos beneficios como es, el derecho a heredar el sueldo de sus padres, cuando fallezcan, que poca gente sabe de este derecho y se pierde por una mala información y desconocimiento. Aparte estos hijos con diferentes capacidades reciben una pensión del estado que pueden seguir cobrando
Podría relatar muchas otras cosas, pero me levanto a las 8 de la mañana y me paso casi todo el día resolviendo o planificando algunos temas de asesoramiento gratuito de cómo resolver dificultades de mucha gente. Ahora si soy ciega y sufro por las luces, pero nada me detiene.
En mi andadura ha habido pequeños fracasos, pero ha habido también nuevos aprendizajes. Espero que todo salga bien en Chile en este proyecto lleno de confianzas y afectos, porque pocas veces he fallado en todo lo que me he propuesto hacer, esta satisfacción será en este caso, para todos los ciegos y ciegas en Chile porque el mayor trabajo será de ellos. Ahora estoy viviendo uno de los mejores momentos de mi vida, esperando que los ciegos de Chile consigan su objetivo utilizando el modelo de la ONCE de España con la ayuda de todos ustedes.
Todo esto que he contado de mis esfuerzos y aprendizajes por ayudar a los demás se lo debo a que un año antes de que me dieran la noticia de quedarme ciega conocí a los humanistas, uno de los hechos importantes en mi vida. También se lo debo al nacimiento de mi hija en el mes de febrero, lo cual rompió mi sufrimiento asociado a que siempre esperé el siguiente mes de febrero porque se cumplía el plazo para quedarme ciega. A partir de ahí el mes de febrero es siempre un momento de felicidad por lo que significa, un hito para mi vida. También fue importante haber conocido la ONCE. Pero como comprenderéis mi hija está por encima de todo lo demás. He sido feliz en mi vida a pesar de las dificultades que siempre nos acompañan. He sido feliz con mi hija.
Como veréis mi testimonio está solamente relacionado con la ceguera he mencionado separado de la ceguera a mi hija nada más, porque pienso que lo demás no es tema interesante, para quien pueda leer esto.
Por último, en casi todos los días de mi vida nunca hice nada para obtener beneficio material alguno; todo lo hice para mi beneficio interno, para procurar elevar mi nivel de conciencia y hacer algo con sentido en el mundo.
Sin más, me despido de ustedes cálidamente de corazón a corazón, Antonia.
Audio exclusivamente para personas con discapacidad visual
Por: Antonia Rodríguez Matus, Miembro de Convergencia de las Culturas-Chile