Alberto Vázquez-Figueroa.-
Cuando se decidió anular el trasvase del Ebro se prometieron seiscientos millones de metros cúbicos de agua desalada al año, pero tan sólo se ha proporcionado el 5% de esa cantidad.
Pese a contar con un masivo apoyo institucional y una multimillonaria campaña publicitaria alabando sus supuestos méritos la desalación tradicional fracasó al tiempo la tierra se recalienta, el país se desertiza, la agricultura y la ganadería se arruinan y los precios de los alimentos se disparan mientras miramos al cielo preguntándonos cómo se ha llegado a este increíble extremo de ineptitud.
Según los informes publicados por el Ministerio de Medio Ambiente sobre las “Desaladoras de Presión Natural” una Central Reversible de Agua de Mar produce notables beneficios económicos y se amortiza con rapidez. Su funcionamiento es idéntico al de las actuales Centrales Reversibles de ríos y pantanos, que constituyen la única forma existente de recuperar una energía que si no se utiliza se pierde: es decir, bombea agua a un embalse en altura durante las horas de menor consumo (horas valle) con el fin de dejarla caer y devolver energía en el momento en que más se necesita (horas punta).
Lo que en esencia se hace es reciclar energía, con la ventaja de que el mar es inagotable, el embalse inferior gratuito y no mantiene cautiva un agua dulce cada vez más escasa y que en parte se pierde por filtración y evaporación.
Es sorprendente que nadie hubiera pensado en utilizar agua de mar en un país que se encuentra rodeado de mar y de montañas en las que podrían instalarse dichos embalses en altura y en condiciones de desviar de inmediato sus excedentes de potencia hacia las centrales reversibles de agua de mar teniendo constancia así de cuánto potencial de energía hidráulica de utilización inmediata dispone para compensar las horas de gran consumo, acomodando la oferta a la demanda y protegiéndose de un posible colapso motivado por la utilización de los aires acondicionados calefacciones eléctricas.
Debido a ello resulta esencial transformar la energía eólica inestable en potencial de energía hidráulica controlada. Las grandes subvenciones que se siguen concediendo a la energía eólica y fotovoltaica estarían justificadas si se garantizara su aporte cuando es útil, y la única forma que tiene de ser útil es transformarse en energía hidráulica.
Sábados, domingos, festivos y horas valle nocturnas suman a lo largo del año casi un 70% del tiempo en que no se aprovecha toda la potencia disponible, pero no obstante, en esos momentos en que nadie la necesita, el consumidor se ve obligado a pagar un precio desmesurado
El cambio climático, enfrentamientos partidistas y los intereses económicos de grandes multinacionales nos han llevado a una angustiosa situación de desamparo hidrológico de incalculables consecuencias, por lo que le ha llegado el momento de sacudirse esas cargas y adaptarse a los nuevos tiempos y las nuevas tecnologías.
Cuando ocupaba el puesto de ministro de Industria, el que fuera presidente de la Generalitat, señor Montilla, fue el primero en mostrar su interés por el sistema, ordenando que se profundizara en sus ventajas. Gracias a ello fue posible que en estos momentos se disponga de unos detallados estudios técnicos y económicos, por lo que le basta con aplicarlos a los puntos de la costa que considere más convenientes.
Nada en esta sencilla solución resulta novedoso; cada sistema ha demostrado que funciona a la perfección y su único misterio consiste en aplicar la lógica aprovechando las óptimas condiciones geográficas. Teniendo a un lado el mar y al otro las montañas, bastaría con la voluntad de nuestros gobernantes para que en muy corto espacio de tiempo tuviéramos resueltos el problema de agua.
La clave de esta propuesta es aprovechar el agua del mar y subirla hasta zonas montañosas costeras para luego hacerla caer, de forma que la fuerza de la presión natural de la caída del agua permita hacer funcionar las plantas desalinizadoras.
En el proceso propuesto el agua del mar es captada y elevada durante la noche aprovechando que la energía eléctrica es más barata, hasta a unos depósitos, donde se almacena. Luego, el agua se deja a través de una tubería de acero al carbono, al final del cual se colocan membranas osmóticas que gracias a la presión transforma la mitad del agua en agua dulce. Además de la desalinización, en otros momentos el agua almacenada se puede hacer descender y permitir que funcione una central de generación de electricidad.
Como el sistema eléctrico necesita a menudo cubrir una demanda de energía o un consumo punta o adicional, este sistema lo satisface de manera inmediata, ya que permite que se turbine de forma instantánea, a diferencia de otros sistemas, como las plantas térmicas, que son más lentas a la hora de ponerse en marcha.
El rendimiento energético por elevar el agua hasta un punto elevado y posteriormente producir electricidad es del orden del 70% (se pierde un 30%), pero como contrapartida la empresa que venda la electricidad habrá bombeado a un precio mucho más barato (por la noche) que el precio que luego podrá obtener por comercializar la energía durante el día.