Se dice que en una guerra pierden todos, eso no es en absoluto cierto, hay quien gana pingües beneficios con la muerte y el sufrimiento de otros seres humanos, de hombres, mujeres y niños como nosotros.

Victoria Barceló

Se escucha en todas partes que la guerra es un desastre, pienso que nadie tiene derecho a enviar a los jóvenes a matar y a morir, es la expresión más terrible de la violencia física. Mientras eso suceda en países lejanos, parece que no nos preocupa, pero ahora que ya llevamos más de un año con una guerra en Europa, nos damos cuenta de que tampoco estamos a salvo, de que somos vulnerables.

Sin embargo los gobiernos invierten más cada día en armas, la industria de la guerra sigue aumentando sus beneficios, a la vez que su cotización en bolsa. Es triste ver cómo los servicios sociales, la salud y la educación públicas se van deteriorando y se van privatizando, el derecho a tener una vivienda no se respeta, por citar un ejemplo, entre tantos otros.

El engranaje del capital militar industrial sigue creciendo y para sostenerse esquilma poblaciones y países enteros, nadie está libre de peligro, la situación real es que vivimos bajo la amenaza de que mañanate puede pasar a ti” y estalle un conflicto cerca de tu casa.

Desgraciadamente, mientras se sigan fabricando armas, la situación no va a cambiar; esas armas que un día serán utilizadas y hacen de nuestro mundo un lugar cada vez mas peligroso. Y la bola sigue creciendo como un monstruo que arrasa con todo. Se dice que en una guerra pierden todos, eso no es en absoluto cierto, hay quien gana pingües beneficios con la muerte y el sufrimiento de otros seres humanos, de hombres, mujeres y niños como nosotros.

Y los ciudadanos contemplamos atónitos “como está el patio” desde nuestro confort inestable, y seguimos con la rutina cotidiana que nos tiene tan “distraídos”, de pantalla en pantalla y tiro porque me toca.

Falta pararse a pensar un momento y preguntarse en qué mundo quiero vivir y bajo qué condiciones en los próximos 5 o 10 años… la aspiración a un mundo mejor ya está en la mente colectiva y… ¡¡algo hay que hacer!! Pero… ¿Qué podemos hacer tu y yo, que somos invisibles?

Enfrentado a dos caminos se encuentra el ser humano de hoy: la violencia creciente o la paz creciente… ¿qué eliges tú que estás leyendo esto?

Parece que los “magnates” (¿mangantes?) ya han elegido por nosotros… pero aquí estamos frente al dilema que cada uno tiene que resolver consigo mismo, y es que en esta historia todos contamos, todos tenemos derechos y podemos hacer algo, empezando por preguntarnos por nuestra propia vida… y tomar decisiones.

Si tomas el camino del sí a la vida, verás un mundo, una moral y un comportamiento totalmente distinto, un lugar donde el dialogo sustituye a la violencia, donde ningún ser humano es obligado a matar a otro, donde el medioambiente es protegido y cuidado, un mundo en paz donde los recursos están destinados a la salud, la educación y la calidad de vida de todos y para todos, sin discriminación alguna.

Estoy de acuerdo con Noam Chomski cuando dice que «El cambio sólo puede producirse mediante la protesta masiva de la gente común y corriente”

Nosotros, los invisibles, los que no tenemos voz, podemos unirnos y tomar un nuevo camino, profundizando cada uno en su interior y evolucionando hacia un mundo libre de cualquier tipo de violencia, física, económica, racial, religiosa o sexual; te hablo de una actitud personal y social. Realmente el mundo cambiará cuando todos cambiemos nuestra vida.

No se trata de poner la otra mejilla sino de actuar coherentemente denunciando toda forma de violencia y, por supuesto, rechazando cualquier causa que para imponerse genere sufrimiento.

La noviolencia es una postura comprometida, valiente y activa, que trabaja con el vacío, la denuncia de la mentira y de la injusticia y la desobediencia civil organizada. Si todas las personas sometidas a una misma opresión se unen, crearán una gran fuerza social en marcha como nunca antes se haya visto. Esto es el futuro.

Somos muchos los que aspiramos a un mundo mejor y los que no nos conformamos con unos pobres valores mercantilistas, consumistas, y estamos desvelando la mentira de un sistema que nos lleva a un callejón sin salida.

Somos muchos los que creemos y vivimos ya un cambio de valores, somos “rebeldes con causa” que estamos reconstruyendo un tejido social herido por el individualismo sin sentido y en el que todo termina en un vacío solitario y enfermo.

Se trata de abrir los ojos a un nuevo mundo (a un nuevo espacio de la mente), lleno de buena gente con los que podemos sentirnos de acuerdo y confiar unos en otros, apoyándonos en aquello que nos une, nos hermana y nos da fuerza, un sentimiento que conecta los corazones.

Hoy un movimiento pacifista y noviolento recorre ya el planeta y en los próximos años dará a luz a un mundo verdaderamente humano, en el que podemos evolucionar nosotros y las futuras generaciones, libres por fin de manipulación, de mentiras.

Somos muchos los que seguimos teniendo sueños, imágenes trazadoras que dan dirección a nuestra vida, siguiendo la luz de los que nos precedieron. Como dijo John Lennon. “Dirás que soy un soñador, pero no soy el único”

¿Te sumas?

https://europaporlapaz.org/

El artículo original se puede leer aquí