El Proceso de Almaty, creado en 2013, es un mecanismo regional de consulta interestatal sobre la protección de los refugiados y la migración internacional hacia, desde y dentro de Asia Central.
Esta articulación tiene como objetivo resolver numerosos retos causados por la compleja dinámica de la migración, promoviendo el diálogo permanente y el intercambio de información sobre cuestiones de migración y protección de los refugiados en Asia Central y en la región en su conjunto.
Los Estados que han adherido como miembros del mecanismo son Azerbaiján, Afganistán, Kazajstán, Kyrgyzstan, Tajikistán y Turquía, mientras que Irán, Italia, Pakistán y Uzbekistán participan como Estados observadores.
En los últimos años, el corredor migratorio entre Asia Central y Turquía ha crecido con la
considerable contribución de la migración laboral centroasiática a este último país, aunque la Federación Rusa es el destino principal de la inmigración de la región.
La necesidad económica, pero también los conflictos armados han sido los principales impulsores del desplazamiento masivo, enfrentando los migrantes en muchos casos discriminación, explotación y otras formas de violencia en los lugares de destino.
La Agenda de Desarrollo Sostenible 2030 reconoce que la migración es un poderoso agente impulsor del desarrollo sostenible, tanto para los migrantes como para sus comunidades. Aporta beneficios muy significativos en forma de capacidades, fortaleciendo la fuerza de trabajo, la inversión y la diversidad cultural, y contribuye con el mejoramiento de las vidas de las comunidades en sus países de origen por medio de la transferencia de capacidades y de recursos financieros.
Los beneficios de la migración no deben ser vistos únicamente desde la perspectiva de lo que los migrantes pueden aportar a un determinado territorio. Si la migración no cuenta con una gobernanza adecuada, también eso podrá tener un impacto negativo ya que los migrantes pueden ser puestos en riesgo y las comunidades pueden quedar sujetas a una gran presión.
El mundo es uno solo, las fronteras son anacrónicas y la migración un derecho humano universal. De allí que la protección, el cuidado y el apoyo a desplazados, refugiados y migrantes debe convertirse en prioridad.