Níger anunció este jueves 2 que se adherirá al Convenio del Agua de las Naciones Unidas, como ya hicieron sus vecinos Camerún y Chad, y se espera que también se sume Nigeria, para avanzar en el manejo protegido de la cuenca del lago Chad, que comparten esos cuatro países africanos.
Sonja Koeppel, secretaria del pacto, destacó que “la próxima adhesión de Níger al Convenio del Agua confirma el creciente interés político en todo el mundo por la cooperación transfronteriza sobre los recursos hídricos compartidos”.
El lago Chad, de poca profundidad, eje de una cuenca original de 2,3 millones de kilómetros cuadrados en el centro-oeste de África, tuvo hasta mediados del siglo XX un espejo de agua de 26 000 kilómetros cuadrados, reducido a menos de 1000 en la actualidad como consecuencia de varios factores, incluida la crisis climática.
Una vez completadas las adhesiones, el lago quedará cubierto por el marco jurídico de la Convención sobre la Protección y el Uso de los Cursos de Agua Transfronterizos y de los Lagos Internacionales.
Ese convenio fue inicialmente adoptado, en 1992 en Helsinki, por los miembros de la Comisión Económica para Europa (Cepe) de las Naciones Unidas, los cuales decidieron ampliarlo, en su reunión de 2003, abriéndolo a todos los Estados que fuesen parte de la ONU.
La adhesión de Níger está marcada por una característica de sus recursos hídricos: 90 % de ellos son compartidos con sus países vecinos, y su población, 25 millones de habitantes, experimenta un rápido aumento de su demanda de agua, debido a que crece con una tasa de anual de casi cuatro por ciento.
La urbanización, la intensificación de la agricultura de regadío, y la creciente industrialización, plantean retos cada vez mayores a los recursos hídricos compartidos del país.
La cooperación transfronteriza es vista como una herramienta necesaria para abordar algunos de estos retos y la adhesión a la Convención permitirá que Níger avance en la colaboración con sus países vecinos
El ministro de Hidráulica y Saneamiento de Níger, Adamou Mahaman, dijo que “el Convenio del Agua constituye un marco legal cuya implementación, además de los marcos regionales y los instrumentos nacionales, apoyará los esfuerzos de nuestro país en materia de cooperación transfronteriza en nuestras cuencas compartidas”.
Además, será un instrumento “para la prevención de conflictos, promoción de la paz e integración subregional”, apuntó Mahaman.
La región del lago Chad ha sido escenario de conflictos armados entre los ejércitos regulares y milicias insurgentes que reivindican diversas pertenencias étnicas, religiosas o políticas y son un foco de inestabilidad en la región.
Por otra parte, la desecación del lago ha seguido no solo la tendencia natural a su reducción, sino el impacto del cambio climático y un uso excesivo o descontrolado de sus aguas y las de sus afluentes para el consumo urbano, los cultivos y la ganadería de pastoreo, característica del modo de vida en esa región africana.
La subregión hace parte del Sahel (la franja semiárida que se interpone entre el desierto del Sahara y la zona de bosques en el centro del continente), cuya vulnerabilidad climática se traduce en episodios de gran sequía y lluvias variables, a veces muy escasas y en ocasiones torrenciales, provocando inundaciones.
Por ello “la cooperación transfronteriza representa una herramienta necesaria para enfrentar algunos de estos desafíos, al ofrecer un espacio de discusión entre los países ribereños para identificar soluciones conjuntas”, indicó la declaración de Koeppel en la sede de la Cepe en esta ciudad suiza.
La Convención del Agua de la ONU se abre paso en África y ya se han adherido Camerún, Chad, Ghana, Guinea-Bissau, Senegal y Togo.
En la secretaría se espera que pronto lo harán Benín, Botsuana, Burkina Faso, Congo, República Centroafricana, República Democrática del Congo, Mauritania, Namibia, Níger, Nigeria, Sierra Leona, Tanzania, Túnez, Uganda y Zambia.