Hay lugares donde el entrecruzamiento de tiempos y espacios dificulta la comprensión. Emergen fenómenos procedentes de distintas capas tectónicas de existencia, mutando en apariciones que disuaden el relato simple, lineal y superficial.
Penetrar esa realidad compleja es tarea casi imposible para quien no participa de la atmósfera cultural en la que la trama cotidiana se desenvuelve.
Uno de estos lugares es Benín, país del África Occidental de una gran diversidad étnica.
A pesar de ello, el cronista intenta esbozar en cuatro viñetas superpuestas un retrato incompleto de lo que se vive hoy allí.
El festival del Vodún
El 10 de Enero marca oficialmente el inicio del Festival del Vodún, religión ancestral africana practicada por los pueblos Aja, Ewe, y Fon en Benin, Togo, Ghana y Nigeria y que fuera trasladada por la diáspora generada por la esclavitud a distintos puntos de América, en donde continúa viva en su forma original o en sincretismos creativos.
La cosmología Vodún (o Vudú, espíritu en las lenguas Fon, Gun y Ewe) es muy rica en presencias de espíritus de esencia divina de distinto poder y tamaño, que gobiernan la Tierra, los elementos y la vida social. Asimismo, los muertos físicamente continúan conviviendo desde sus espacios con los vivos, lo que sustenta el culto a los ancestros que profesan.
En el festival, seguidores vestidos de blanco entran al océano para rendir homenaje a Mami Wata, diosa del mar. Una ceremonia que tiene su réplica casi idéntica al otro lado del océano, en las costas del Nordeste brasileño.
Acompañados de tambores y danzas y ataviados con coloridas túnicas y trajes tradicionales, el festival continúa con los rituales «Zangpeto», en los que participan bailarines con movimientos giratorios llamados los “guardianes de la noche”.
El festival Vodún en Benín, que durante siglos fue parte del reino de Dahomey, se origina en la ciudad costera de Ouidah, en la que hay un arco, denominado «Puerta sin Retorno», en recuerdo de los que fueron apresados en barcos negreros y llevados en grilletes desde esa playa con destino al Nuevo Mundo.
Ouidah, memoria de la atrocidad como atracción turística
Según la Agencia Nacional de Promoción del Patrimonio y el Desarrollo del Turismo, dependiente de la presidencia de Benín, el “Proyecto Marina” prevé la creación de un parque temático que “situará a Benín como destino emblemático del turismo conmemorativo.”
La urbanización costera está situada en lo que fue el principal puerto de esclavos de la Bahía de Benín. De esta región partieron casi dos millones de africanos esclavizados durante la trata transatlántica de esclavos. En su apogeo, entre 1790 y 1860, Ouidah estuvo controlada por el reino de Dahomey.
Anclado a pocos metros del Hotel Benín se ha construido incluso una réplica a tamaño natural de un barco negrero llamado «barco de partida».
El objetivo del gobierno es atraer a millones de africanos, sobre todo de la vecina Nigeria, que sientan el llamado a recrear parte de ese doloroso pasado… y gastar sus dólares en Benin.
Como es obvio, no todos piensan que este es el mejor modo de denunciar el esclavismo y honrar la memoria de los ultrajados.
El espíritu del pueblo, disconforme con el gobierno
Mientras el gobierno actual comandado por Patrice Talon se esfuerza en mostrar su gestión como de modernización del país, los resultados de la elección legislativa sostenida este domingo (8) no parecen darle la razón.
Si bien no hay aún cifras definitivas, según medios como Matin Libre, la población habría desaprobado el rumbo que mantiene el gobierno desde 2016, sufragando mayoritariamente por los candidatos del partido de oposición Les Democrats. Partido que responde al expresidente Thomas Boni Yayi y que fue proscrito en la elección presidencial de 2021 y que solo pudo participar en esta elección de asambleístas por la gestión del Tribunal Supremo del país.
Según el calendario está previsto que la comisión electoral autónoma (Céna) dé a conocer los resultados provisorios este miércoles 11, aunque esto podría dilatarse hacia el fin de semana.
La violencia extremista en el Norte
Benín comparte fronteras con cuatro países, Togo, Burkina Faso, Níger y Nigeria, los cuales son víctimas del extremismo integrista violento.
La mayor parte de la población beninesa se agolpa en la zona costera del Sur, con mucha menor densidad demográfica en la zona norte, lo que es aprovechado por grupos armados que intentan hacerse con el control territorial. A eso se suma la desprotección social que sufren los pobladores de esos espacios por parte del Estado, lo que aumenta la indefensión ante estos grupos.
¿Podrá resolver el pueblo de Benín el panorama incierto que lo aqueja? La respuesta cabe solo a sus habitantes.