Un diagnóstico terrible lanzado un día cualquiera a una madre con una familia «normal», de padre, madre, hijos. Uno de los hijos –el luminoso, el original, el destellante– deja de ser considerado una persona y pasa a convertirse en una patología. Esquizo-afectivo. Con una página en el DSM. El mundo entero cambia. El futuro del hijo se pulveriza. Todos huyen a refugiarse en sus rincones después del estallido. La incomprensión pasará a ser el aire que se respira, la moneda de cambio.
Así comienza este viaje hacia una orilla incierta. Un viaje que deberá ser llevado a cabo por la persona que está al lado de Jose. La persona que no puede evadirse ni huir. La madre, quien iniciará con él un camino de silencio, un camino sin vía, a través de caídas y recuperaciones, altos y bajos, cimas y simas. Un camino de soledad extrema que los acompañará desde ese minuto.
El relato se entrega de a bocanadas. Este viaje al centro del dolor es consignado por una madre que mira la lenta reclusión de su hijo en el territorio de la incomunicación total, con todo el dolor medular que esto implica en alguien que ha llevado a este hijo en su vientre.
A la manera de una bitácora, el trayecto por la soledad se hace en forma progresiva y regresiva. Por momentos, los tiempos confluyen o se confunden, dando la idea de un transcurso que no avanza. Ante el dolor, ante la imposibilidad de nombrar lo que sucede, ante la desolada estepa de la incomunicación, la voz narrativa decide mostrarse en forma de frases lanzadas como piedras al vacío, como gritos sin respuesta que se resuelven tipográficamente en la página con el espacio que media entre ellas. Se logra así una prosa potente, conmovedora, en la que los materiales de la vida –el dolor, el humor, la violencia y la dulzura – se amalgaman en esta caminata de un dúo a dos voces lejanas –la de la madre y la del hijo– un dúo que aún no se ha deshecho, que no morirá jamás, pero que ansía ser contenido, acogido, absuelto del rechazo.
Sobre la autora
Cristina Larraín, sobrina del dramaturgo Luis Alberto Heiremans, estuvo desde pequeña ligada al mundo de las artes. Con estudios de Literatura y Pedagogía en Castellano, la autora se formó también en Antroposofía y realiza talleres biográficos-literarios. Editó muchos textos, manuales y guiones relacionados con el tema de la mujer y del consumo. El año 2014 editó Cartas a mi madre (RIL Editores), donde recopila las cartas que Heiremans –de quien es albacea– le escribió a su madre en los períodos que pasaba fuera de Chile. Bitácora del desamparo (Cuarto Propio, 2022) es su primera obra de narrativa.