Por Denisse Leigthon
“¡Cayó una lacrimógena en el techo, suban a apagarla!”, gritó Roser Fort desde el Hall Central del lugar que dirige, Centro Arte Alameda. Sentía que su peor pesadilla había comenzado. Fue el último viernes de diciembre de 2019. Ese día estaba siendo particularmente caluroso, eran las 18:30 hrs y había más de 32 grados a la sombra. En la sala de cine se exhibía “The Joker” de Todd Phillips, y como en la película, en la calle se vivía un estallido social violento y caótico. El lugar estaba atestado de heridos, la mayoría víctimas de la represión policial. Miembros del equipo subieron al techo a apagar la bomba, tal como lo habían hecho durante los últimos tres meses. Esto ocurría a diario, pero esta vez Roser tuvo un mal presentimiento. Desde el segundo piso le gritaron a la directora que no encontraban el proyectil. El humo comenzó a entrar por todos los rincones, en cosa de minutos se declaró el fuego. El techo de policarbonato se derretía como caramelo y todo comenzó a tornarse rojo. Roser era espectadora de cómo se quemaba su centro cultural con 30 años de trayectoria.
Roser Fort es una mujer con una fuerte personalidad y una voz muy característica. Con solo escucharla hablar se puede reconocer a varios metros de distancia. De cabellera roja siempre tomada con una coleta. Nació en Perú, de padres catalanes, pero siendo muy pequeña llegó a vivir a Chile junto a su familia. Roser hoy tiene 64 años y ama la cultura y el arte. Profesora de Educación física de formación, gestora cultural por pasión. Hace tres años se vio obligada a reinventarse tras el incendio del centro cultural que dirige, el cual resistió meses en el contexto del estallido social chileno y en el que se atendió a cientos de heridos de la revuelta, sin dejar nunca de ofrecer una amplia parrilla cultural a los ciudadanos. En junio de 2022 la investigación judicial para descubrir a el o los culpables se cerró sin lograr sindicar quién quemó Centro Arte Alameda. Roser afirma que fue la policía.
Este 27 de diciembre es el tercer aniversario del incendio del edificio original que albergaba Centro Arte Alameda en pleno centro de Santiago de Chile, sector conocido como la Zona Cero del conflicto social chileno que comenzó el 18 de octubre de 2019.
-Han sido unos años muy fuertes ¿Cómo estás?
Aún un poco desconcertada, pero muy cierta de que estamos logrando los objetivos que siempre nos planteamos, que es ser una plataforma de exhibición del cine de calidad y música. La ubicación actual nos ha permitido poder continuar con esa gestión. Pero igual es desconcertante no tener claridad de la posible reconstrucción de nuestro espacio original y desconcertada con el resultado del ministerio público de haber cerrado una causa sin responsables directos del incendio que destruyó el Centro Arte Alameda cuando todos sabemos que hay una responsabilidad clara de parte de la policía chilena.
-Esto lo comentas como directora de Centro Arte Alameda, personalmente ¿cómo te sientes con todo lo que ha pasado estos años?
Me siento fortalecida de haber podido superar una etapa de mi vida súper dramática, con un montón de costos afectivos. Han pasado tres años duros para todo el mundo, porque el tema de la pandemia generó dificultades para toda la gente. Como persona, me siento afortunada y fortalecida, he logrado continuar desarrollando mi rol de gestora cultural, tengo gente que me quiere alrededor y reconocimiento al trabajo desarrollado por 30 años.
-¿En qué crees que radica la fuerza de Centro Arte Alameda, son 30 años de gestión cultural, un Estallido Social, el incendio y la pandemia, sin embargo continúan arriba, siendo vanguardia de la cultura en Chile?
Creo que se conjugan varias cosas, la necesidad del medio audiovisual de fortalecer una escena, entonces si bien perdimos nuestro espacio que generó contenidos y fue plataforma para el cine chileno e independiente en general, al abrirse esta oportunidad de tomarnos este espacio que no estaba habitado como es el Centro de Extensión del Instituto Nacional (CEINA), genera nuevos proyectos desde una perspectiva distinta. Los financiamientos han sido fundamentales, lo que coincidió justo con esta etapa; antes no los habíamos logrado, llevamos dos años recibiendo estos fondos del Estado que han permitido mejorar la gestión y nuestro trabajo. Además nos hemos acotado mucho y el cine ha tenido un impulso muy potente en esta sala, sobre todo porque técnicamente está muy moderna y actualizada con nuevas tecnología. Y eso se agradece, porque en el Alameda original si bien hacíamos muchísimos esfuerzos se veía resentido ya que constantemente había que ir cambiando y mejorando, este lugar lo tomamos virgen, lo implementamos y ahora estamos recibiendo el feed back del público sobre la proyección, las butacas y el acceso. ¿Qué pasó con Centro Arte Alameda? Siguió su camino, durante la pandemia se reinventó y logramos mejorar la comunicación con el público. Recientemente tuvimos FIDOCS, los Premios Pedro Sienna y estrenos con MUBI.
-Centro Arte Alameda es un actor social y para muchos es un espacio que los representa. Esta historia le ha llegado personalmente al público… ¿Qué opinas de esta idea?
Uno de los puntos en los que radica el cariño que nos tiene el público es que nuestros contenidos siempre han dado posibilidad a las minorías, tanto sexuales, como pueblos originarios, y minorías políticas. Tenemos una tendencia a fomentar y desarrollar lo que las minorías quieren comunicar. Esto generó una cercanía potente con las bases, y es lo que hace que el proyecto se fortalezca. Sin darnos cuenta, fuimos importantes y necesarios.
-Además, es importante que la gestión no solo se queda en el centro cultural, ya que también tienen trabajo con cárceles, en regiones, una misión con educación y formación de audiencias.
Nos interesa muchísimo fortalecer los contenidos audiovisuales con los colegios y la educación en general. Como actualmente estamos ubicados en el CEINA vemos que es difícil para los jóvenes tener acceso a este tipo de contenidos. Es parte de nuestra misión generar una relación con cultura y educación a través del audiovisual en esta locación, y queremos amplificarla a colegios de otras comunas de Santiago. Este año perdimos un fondo muy importante y logramos mantenernos activos sin esos recursos. Ahora volvimos a obtenerlos y esto nos hace suponer que vamos a poder desarrollar este objetivo.
-¿Hay algo que te quede pendiente en lo que a gestión cultural respecta?
Creo que todo está por hacer. Hemos consolidado la marca, nos caracterizamos por un tipo de gestión, nos hemos modernizado. Este nuevo modelo nos propone exhibiciones al aire libre por ejemplo y muchas otras cosas que no hemos hecho habitualmente. Creo que en cultura todo está por hacer y eso es muy motivante, cuando tienes aún cosas por imaginar, e ir cumpliendo sueños es muy motivador.
-Estuve leyendo un catálogo de una exposición en el Museo Bellas Artes sobre la historia de dos desaparecidos centros culturales fundamentales desde los últimos años de la dictadura, ahí sales nombrada como parte de la movida cultural en los inicios de la democracia. Te ha tocado vivir años complejos de la historia actual de Chile. ¿Inspiraron esos años tu gestión actual?
He vivido experiencias conflictivas política y socialmente. Pero también en versiones distintas de mi misma. Mi origen es como profesora de educación física mientras Chile estaba en dictadura y mi entorno era de resistencia, pero yo estaba enfocada en fortalecer la salud física y mental de los jóvenes a partir del deporte. Por aquellos años me relacionaba con un grupo que era una vorágine creativa, hacían performances súper transgresoras para la época, cuando todo era prohibido. Fue muy enriquecedor conocer aquellas expresiones de resistencia en aquellos años. Desde los 90’s me tocó estar activa como directora de Centro Arte Alameda y a través de los contenidos proponíamos discusiones de cara a la sociedad, como cuando no se hablaba del SIDA, nosotros exhibíamos películas del tema, lo mismo con la homosexualidad. El cine cuenta realidades, a pesar de ficcionar. Lo que hicimos también como Centro Arte Alameda fue modernizar la oferta cinematográfica de calidad. Centro Arte Alameda es un patrimonio cultural inmaterial para mi.
Estallido Social chileno
-¿Cómo fueron esos primeros días para ti?
Los primeros días estábamos nerviosos, teníamos miedo, era un caos total. Me daba cuenta que el sector se había convertido en un zona de sacrificio. Ya que la estrategia que manejó el gobierno y la policía era que los manifestantes no llegaran al palacio presidencial. Entonces, toda esa fuerza de retención se mantenía en Plaza Italia. Luego cuando nos activamos sentía que teníamos que cumplir un rol. Era todos los días la misma dinámica de violencia y además recibíamos público. Durante las primeras semanas hicimos un especial de cine los lunes por la noche y era bien impresionante que llegaran personas en bicicleta en medio de las barricadas, el sector no tenía luminarias pero el público llegaba igualmente. Era como un Estado de Guerra.
-¿Tuviste miedo de morir en algún momento?
Me pasaban cosas, cuando veía que la gente corría, cuando veía a los heridos en la puerta del Alameda, había mucha gente con trauma ocular. Pero de repente desapareció, es como si ya nadie se acordara de lo que pasó ahí. El día que estuve más asustada fue cuando estaban incendiando el Banco Estado, me atreví entrar al lugar para decirle a los manifestantes que era peligroso y que podía pasarse el incendio al Centro Arte Alameda. Pero no tenía miedo de los manifestantes porque ellos no nos iban a atacar. Por eso no me imaginé el destino final. Yo sentía que habíamos zafado porque éramos coherentes con nuestro discurso, la gente nos protegía. La primera línea nos protegió hasta el día que se incendió el Alameda, ayudaron a rescatar algunas cosas e incluso al público. Más miedo tenía de la policía, que era la que finalmente debía protegernos.
-Fuiste valiente, salías a la calle sin máscara ni protección en medio de los enfrentamientos para calmar los ánimos.
Yo creo que quería generar algún anticuerpo, o acostumbrarme a los gases lacrimógenos. Eran tan brutal y constante, era una locura pero valía el intento. También es un riesgo no tener miedo. Aprendí a relacionarme de otra manera. Este nuevo barrio es más tranquilo y no lo conozco, entonces tengo que ser más cautelosa. Allá conocía el barrio, no tenía miedo.
-¿Cómo fue el día del incendio?
Me acuerdo de dos días importantes. El día del estallido fui a una reunión y tuve que caminar desde la estación de metro Salvador hasta el Alameda. Camine 10 o 15 cuadras, era como en éxodo con miles de personas caminando por la calle, no había locomoción.
El día del incendio estábamos almorzando y mirando lo que pasaba afuera. De repente hubo una primera instancia con una fuerte represión de la policía, entraron varias lacrimógenas y las apagamos y luego hubo un segundo embate, a las 18:30 hrs aproximadamente. Yo estaba abajo en la entrada de la sala de cine y sentí que había rebotado una lacrimógena. Grité bomba pero no la encontraron. Los vecinos me habían enviado mensajes informando que se estaba generando una primera llama en el techo. Pero hubo ráfagas de viento, hacían como 32 grados de calor y ya se había extendido. Cuando me di cuenta que el incendio era incontrolable pensé en el público en ambas salas, más los heridos en la entrada. Teníamos un protocolo pero nos vimos superados. Fue pérdida total. Crucé la sala quemándose pero no la miré, corrí al auto atrás para dejar libre el espacio para los bomberos. Justo cuando salí estaba tremenda batalla. Grité “Muévanse, se está incendiando el Alameda”. La gente se hizo a un lado para que yo sacara el auto. Un bombero me preguntó si nos habíamos contado, cuando vimos que estábamos todos bien ya solté la situación. Estaba en shock, un montón de gente me habló y yo no contestaba, de suerte contesté solo dos llamados uno del ministro del interior y otro de la ministra de cultura.
-¿Has tenido más reuniones con el gobierno? ¿Tienen interés en colaborar con la reconstrucción?
Ahora tuve reunión con el Ministerio de Cultura y quieren reconstruir, pero no hay una idea de quién es el culpable del incendio. Creo que es inmoral que no se diga quién fue, porque sabemos que fue la policía. Veamos si hay al menos una reparación, aunque nunca sepamos quiénes son los responsables. Hay una negación de lo que pasó.