POEMA ILUSTRADO
Es de noche y juega con el fuego el saltimbanqui.
Hay algunos que estudian dando un salto a los árboles y te ofrecen la fruta de un tiempo imaginario.
Son los más chispeantes, herederos del circo que recorre los pueblos, acaso en el intento de decirles aún. Aún se puede cantar.
Miraron la tristeza en un espejo azul, cuando el cielo era grande y la tierra sangraba cualquier día de otoño.
Absorbieron la luna, para ellos de plata, en las lentas preguntas del fondo de sus ojos.
Fueron encandilados por un reptil de oro y se adentraron en los montes, siguiendo las luciérnagas.
Murieron una noche, pero no por puñal o asalto de bandidos. Fue un deleite de amor. Un embrujo querido con sabor a granadas.
Y el aire los tomó para hacerlos de su especie y que soplaran burbujas.
Ahora, ellos se reconocen. Son la patria de los que cantan.