Han pasado cincuenta años desde el Domingo Sangriento, un acontecimiento trascendental en la historia de los derechos civiles en Estados Unidos, cuando los afroestadounidenses y sus aliados intentaron marchar desde Selma hasta Montgomery, Alabama, en demanda del derecho al voto. Tan pronto como cruzaron el puente Edmund Pettus en Selma, fueron confrontados con violencia por la policía del estado de Alabama y reprimidos con porras, picanas eléctricas, perros policía y gas lacrimógeno. La policía los persiguió desde el puente hasta la capilla Brown de la Iglesia Episcopal Metodista Africana de Selma, donde se había iniciado la marcha.
Las noticias e imágenes de la violencia policial extrema, desatada sin que hubiera ningún tipo de provocación, en contraste con la conducta de los 600 manifestantes, que practicaban una disciplinada no violencia, se extendieron por todo el mundo. En cuestión de meses, el presidente Lyndon Johnson firmaría la Ley de Derecho al Voto de 1965 en respuesta a la indignación pública y la presión ejercida por un movimiento masivo hábilmente organizado. La marcha que se conocería como Domingo Sangriento se organizó en respuesta al asesinato de un joven afroestadounidense por parte de la policía. Esa historia, y cómo se relaciona con la actualidad, fue recordada el domingo pasado en la histórica Capilla Brown.
La capilla desbordaba de históricos activistas por los derechos civiles, altos funcionarios del gobierno de Obama y miembros del Congreso. En su discurso, el fiscal general de Estados Unidos, Eric Holder, hizo una conexión con la serie de asesinatos de jóvenes afroestadounidenses desarmados a manos de la policía que tienen lugar hoy en día. Esta conmemoración ocurrió pocos días después de que el Departamento de Justicia diera a conocer su severo informe sobre el racismo sistémico en los departamentos de policía de Ferguson y de otros municipios cercanos en Missouri.
“Alentados por el asesinato de Jimmie Lee Jackson, un joven afroestadounidense desarmado”, dijo Holder desde el estrado. Hizo una pausa y luego repitió: “Un joven afroestadounidense desarmado. Un joven afroestadounidense desarmado”. Tres veces entonó esta frase, ante una multitud que incluía a su propio hijo adolescente, Eric Holder III, afroestadounidense como él, así como a su probable sucesora Loretta Lynch, que será la primera mujer afroestadounidense en ocupar el cargo de fiscal general (siempre y cuando el Senado confirme su designación). Y luego prosiguió:
“Se formó un movimiento y los ciudadanos comenzaron una marcha de Selma a Montgomery, a través de un puente que lleva el nombre de un ex senador de Alabama, general de brigada del ejército confederado durante la guerra de secesión y ‘Gran Mago’ del Ku Klux Klan”. Se refería a Edmund Pettus. El sábado siete de marzo, el presidente Barack Obama habló al pie del puente Edmund Pettus.
“En todas partes del país hay nuevos pasos que necesitan ser dados. Hay nuevos terrenos para cubrir. Hay más puentes que cruzar. Y son ustedes, los jóvenes y valientes de corazón, la generación más diversa y educada de nuestra historia, a los que el país está a la espera de seguir. Porque Selma nos muestra que Estados Unidos no es un proyecto de una persona. Porque la palabra más poderosa de nuestra democracia es la palabra ‘nosotros’. Nosotros, el pueblo. Nosotros venceremos. Nosotros podemos. Esa palabra no es propiedad de nadie. Le pertenece a todos”.
Según las estimaciones, la multitud reunida en Selma ese fin de semana llegaba a 80.000 personas. Entre los invitados especiales se encontraban los padres de Michael Brown, el adolescente afroestadounidense desarmado que fue asesinado el pasado mes de agosto por el oficial de policía de Ferguson Darren Wilson. Le pregunté a la madre de Brown, Lesley McSpadden, qué pensaba que debería pasar ahora en Ferguson, y su respuesta fue inequívoca: “Siendo honesta, creo que no debería existir más un Departamento de Policía en Ferguson”.
Sherrilyn Ifill, presidenta y directora legal del Fondo Educativo y de Defensa Legal de la Asociación Nacional para el Progreso de la Gente de Color, añadió: “Para mí no está claro que esta población de 21.000 personas necesite su propio departamento de policía. Hay 90 jurisdicciones en el condado de Saint Louis. Tenemos que empezar a abordar algunas cuestiones policiales a nivel regional, de manera que podamos obtener algo de control de calidad. No se pueden controlar todas esas pequeñas jurisdicciones”.
Desde que se publicó el informe del Departamento de Justicia muchos funcionarios de Ferguson se vieron obligados a dejar el cargo. Entre ellos, dos policías, un secretario judicial, un juez municipal y, más recientemente, el jefe de policía, Thomas Jackson, quien presentó su renuncia. El pasado fin de semana en Selma, la conmemoración del 50º aniversario del Domingo Sangriento fue una notable mirada al pasado, convertido en historia viva, con muchos de los participantes de aquella marcha que aún viven participando de la conmemoración de hoy en día: todavía hablando, todavía marchando, todavía luchando. También fue un momento para recordar a los mártires del movimiento por los derechos civiles. No solo a Martin Luther King Jr., que fue representado por su hijo Martin Luther King III y por su hija, la reverenda Bernice King, sino también a los mártires menos conocidos. El hijo del Dr. King también habló en la Capilla Brown:
“Hoy deberíamos estar celebrando, pero aún no podemos celebrar. Y algunos dirán que idolatramos al Dr. King y sí, puede ser, pero por desgracia, eso no es lo que él querría que hiciéramos. Cuando idolatras algo lo pones arriba de un estante y cuando llega el día de conmemorarlo lo sacas para mostralo. Lo sacas el Día de Martin Luther King. O lo muestras cuando llega el Mes de la Historia Afroestadounidense, o el cuatro de abril, día de su muerte, o en otros momentos, lo enseñas. Pero verán, papá no querría que lo idolatráramos. Él querría que abrazáramos sus ideales: la verdad, la libertad, la justicia y la igualdad”.
El congresista John Lewis, que hace 50 años, a la edad de 25 años, encabezó la marcha por el derecho al voto a lo largo del puente Edmund Pettus y sufrió una fractura de cráneo tras la represión por parte de la policía del estado de Alabama, abrió su discurso del sábado al pie del puente hablando sobre los mártires menos conocidos: “Nosotros, como país, tenemos mucho que agradecer. Jimmie Lee Jackson, cuya muerte inspiró la marcha de Selma, así como tantos otros, no pudieron llegar a ver este día. Pero ustedes y yo estamos aquí. Podemos dar testimonio de la distancia que hemos recorrido y el progreso que hemos hecho en cincuenta años, y debemos elegir este momento para renovar nuestro compromiso de hacer todo lo posible para terminar el trabajo. Todavía queda trabajo por hacer.”.
Viola Liuzzo, madre de cinco hijos, Jonathan Daniels, seminarista de la Iglesia Episcopal, y James Reeb, ministro de la Iglesia Unitaria, los tres blancos, fueron asesinados en Selma o sus alrededores, junto con muchos otros, por apoyar la lucha por el derecho al voto. En las entrevistas que realicé en la marcha aniversario a lo largo del puente Edmund Pettus, sus nombres fueron recordados con reverencia. También apareció una y otra vez el reconocimiento hacia los mártires recientes: Trayvon Martin, Tamir Rice, Eric Garner, Michael Brown.
Lesley McSpadden, rodeada de un mar de gente que esperaba la llegada del presidente Obama al pie del puente Edmund Pettus, resumió elocuentemente el espíritu del día y la tristeza de su pérdida: “Mi hijo habría podido votar si todavía estuviera vivo”. La conmemoración del 50º aniversario del Domingo Sangriento fue masiva, con una participación que excedió ampliamente las expectativas. Los movimientos por la justicia racial, el derecho al voto y contra la brutalidad policial se están fusionando, combinando el pasado y el presente para dar forma a un nuevo futuro.
Amy Goodman, con la colaboración de Denis Moynihan