La actual confusión de rumbos políticos se evidenció con la ruptura del acuerdo DC-PC por la Presidencia de la Cámara de Diputados.
La crisis larvada de desconfianzas daba señales desde las fallidas candidaturas presidenciales de 2017, fermentaba en la Constituyente y maduró cuando el pueblo rechazó con un 62% la
propuesta de Nueva Constitución.
El fracaso de la Constituyente hizo tiritar la brújula política. Aparecen 2 nuevos Partidos: Amarillos y Demócratas. La DC se desgrana y desangra. En los partidos nos inculpamos, renuncian, mientras el país no militante reclama falta de solución a la crisis económica y social en aumento.
En la reciente elección de la Cámara, el incumplimiento del pacto DC-PC y la ilusoria alianza electoral de la Derecha con un partido populista que no cumplió sus votos y el gobierno interviniendo,
escandalizaron la confusión. Síntomas públicos mostraron confianzas mal constituidas. Evidentemente la derecha al pactar con el llamado Partido de la Gente para ganar la Presidencia de la
Cámara mostró que incluso ha perdido pericia de alianzas tácticas.
A estas evidencias de conducción, se agrega la degradación de la pedagogía cívica que nos compete a los políticos de honrar compromisos.
La DC justifica su incumplimiento con el PC por agresiones al democratacristiano Director del Instituto de DDHH, Sergio Micco.
¿No sabía la DC, que esas opiniones comunistas se cultivaron desde el “estallido”, es decir 2 años antes de comprometerse a elegir Presidente a una diputada comunista? DC y PC discrepaban
respecto a DDHH y falta de condena a la violencia dos años antes de firmar acuerdo. Se enfrentaban por la Constituyente pero la DC aseguró que votaría por el PC a la Presidencia.
Era entendible que firmaran acuerdos, porque los acuerdos se hacen transando con quien se tiene diferencias, pero no se incumplen arguyendo sorpresa sobre esas mismas.
Y fue una frescura que el PC buscara los votos democratacristianos dándose el gusto de descalificarlos duramente desde 2019 hasta la fecha de la elección en 2022.
Nos movemos como los veleros con que acompaño este texto que, premonitoriamente, dibujé frente al castillito que se observa desde la Casa Presidencial de descanso en Viña del Mar.
Nos falta estudiar mejor qué pasó en Chile desde el “estallido” de 2019 del pueblo exigiendo cambios votando en 2021 con 78% por una Nueva Constitución y que, en 2022, rechazó con el 62%,
por paliza, el trabajo de la fracasada Convención Constituyente democráticamente electa. Así, el espectáculo de la elección de la Cámara es una consecuencia sintomática de algo más profundo.
El PC no firmó el acuerdo de 2019 por una Nueva Constitución. Lo repudió de modo parecido a como se aisló en 1988 llamando a no inscribirse para votar No a Pinochet, hasta que quienes éramos
militantes obligamos a la directiva a sumarse. En 2021, el PC, arrepentido, se incorporó a la CC advirtiendo que iban a “rodear” la Convención; por meses justificó la violencia en las calles
descalificando a la DC y la Concertación. Si eso ya era pan de todos los días , ¿Puede la DC declarase sorprendida por los repudiables insultos, querellas, injustas y desproporcionadas
acusaciones que el PC le hace a su militante Sergio Micco? y ¿no es al menos confuso que el PC, le pida a la DC los votos para la Presidencia de la Cámara, mientras acusa a Micco de
encubrimientos de delitos de lesa humanidad y abusos de los DDHH como director del Instituto DDHH?
La DC y el PC sabían del “who is who” cuando pactaron políticamente, por eso la ruptura del acuerdo es tanto o más desorientador que su firma.
Enredada en su propio bosque, la directiva DC sancionaba a Fuad Chahin, su único militante DC electo a la CC, castigado por votar “rechazo” junto al 62% del país. Mientras otros se retiraban de ese
partido, él permanecía. Ahora lo cansaron y renuncia al partido de toda su vida.
Sumando enloquecimiento a la brújula, el gobierno del Pdte. Boric, en esperanzador discurso, anunció su proyecto de pensiones, saliendo del 26% al 33% de aprobación en sus 8 meses de
gobierno pero, en vez de cambiar la agenda comunicacional, se metió torpemente en la pelea de la Cámara de Diputados diciendo diariamente que no había que meterse.¡Qué brújula!